Un comentario radical (en contestaci¨®n a Pedro La¨ªn)
En el que puede llamarse ?el pa¨ªs profundo? existe una opini¨®n p¨²blica mayoritaria -la que con la abstenci¨®n ha ganado en realidad todas las ¨²ltimas consultas electorales- que siente disgusto y desprecio por la claudicaci¨®n de muchos dirigentes de muchos partidos pol¨ªticos, que no es menester nombrar porque est¨¢n en la conciencia de todos. Disfrazados con un falso pragmatismo, con la tesis vergonzante del mal menor, v¨ªctimas del s¨ªndrome abandonista, en las cortas semanas que transcurrieron entre la muerte del dictador y la primera consulta electoral demostraron falta de coraje y de valor c¨ªvico, y, lo que es peor y m¨¢s grave, falta de respeto a sus mayores, a los inspiradores y maestros de sus ideolog¨ªas y banderas. Y falta de fidelidad a los ideales por los que sufrieron, resistieron y murieron sus padres en las terribles y heroicas batallas de la guerra de Espa?a y de la lucha en Europa.Si hubieran tenido el valor de aguantar tres meses m¨¢s, nadie hubiera podido impedir la verdadera ruptura con la situaci¨®n anterior, porque el gran partido de los antifranquistas era mayoritario y hubiera sido arrollador. Pero se contentaron con una seudorreforma. Y ahora est¨¢n bloqueados por los poderes f¨¢cticos redivivos, por sus contradicciones internas en cada uno de sus partidos -?reino dividido, perecer¨¢?, dice la Escritura- y por la creciente y amenazante rebeli¨®n de sus mismas bases, preanuncio quiz¨¢ de la rebeli¨®n de las masas.
Recientemente se -ha escrito, y escrito bien -me refiero a un estudio en EL PA?S del ilustre acad¨¦mico Pedro La¨ªn Entralgo-, que los tres problemas que motivaron la ca¨ªda de la Monarqu¨ªa de Alfonso XIII fueron el problema obrero, el intelectual y el de las autonom¨ªas. La no resoluci¨®n de los mismos condujo al agotamiento de todos los partidos din¨¢sticos y a la inoperancia de la dictadura militar, que, como todas las dictaduras, no hizo m¨¢s que esconder y prolongar los problemas. La Monarqu¨ªa hab¨ªa ya agotado todas sus posibilida-
Pasa a p¨¢gina 12
Un comentario radical (en contestaci¨®n a Pedro La¨ªn)
Viene de p¨¢gina 11
des, como creemos las est¨¢ agotando la situaci¨®n pol¨ªtica presente.
?Y no podemos ahora preguntlarnos, con La¨ªn, sobre el estado actual de estos problemas hoy y aqu¨ª? No creemos ser tratados de apasionados o irrealistas si afirmamos que para nosotros, los que no estamos condicionados por ninguna prebenda ni apetencia de poder, el problema obrero, en su dimensi¨®n social, el que comparten en interacci¨®n indestructible empresarios, t¨¦cnicos y obreros, ni est¨¢ resuelto ni en v¨ªas de resoluci¨®n. Que ni los sindicatos, ni las patronales, ni los colegios t¨¦cnicos profesionales se sienten en un orden pol¨ªtico de di¨¢logo y confianza, y que unos y otros ven un porvenir con pruebas de fuerza.
En cuanto al mundo intelectual en su dimensi¨®n universitaria, est¨¢ hecho un caos de contestaci¨®n. Y en su nivel espec¨ªficamente cultural, que es el de la creaci¨®n en la libertad, las crecientes cortapisas a la Prensa son un s¨ªntoma que no falla. La libertad de Prensa es siempre la vanguardia de todas las libertades y hoy es la primera amenazada por la involuci¨®n democr¨¢tica que se registra en todo el pa¨ªs. Los aut¨¦nticos intelectuales son demasiado conscientes de. su larga historia de lucha por la libertad de creaci¨®n. Y son lo bastante inteligentes para saber distinguir entre pompas cortesanas, distinciones senatoriales e incluso regalos acad¨¦micos. Y saben que lo que hace la especificidad, la grandeza y la servidumbre del hombre de letras es su independencia espiritual y pol¨ªtica frente a todos los poderes temporales.
Y en cuanto a los problemas regionales, sabemos que la Rep¨²blica los resolvi¨® en el c¨¦lebre art¨ªculo de su Constituci¨®n escribiendo: ?Espa?a es un Estado integral compatible con la autonom¨ªa de sus municipios y de sus regiones?. Lo que ha querido hacerse despu¨¦s para canalizar el incontenible movimiento autonomista de Catalu?a y Euskadi principalmente est¨¢ en la mente y en la preocupaci¨®n de todos. El reconocimiento de las personalidades hist¨®ricas de, los diversos pueblos de Espa?a est¨¢ inscrito en filigrana en la doctrina republicana federal de Pi-Margall. Los republicanos tenemos la ideolog¨ªa y la praxis seguras e imbatibles porque sabemos distinguir entre un expediente forzado de concesiones y un aut¨¦ntico reconocimiento de la libre y voluntaria religaci¨®n de todos los pueblos y personalidades hist¨®ricas de la Pen¨ªnsula.
Porque el problema es esencialmente pol¨ªtico, se impone una soluci¨®n estrictamente pol¨ªtica. Por ello creemos se impone una consulta popular sobre la forma de Estado y de Gobierno, como se hizo en Italia y en Grecia a la ca¨ªda de las respectivas dictaduras. Y esto contra la opini¨®n de los que se llaman pragm¨¢ticos, al estilo anglosaj¨®n, y que en el estilo mediterr¨¢neo llamaremos mejor claudicantes. Y contra la opini¨®n tambi¨¦n de los que confunden la sensatez con la cobard¨ªa y pretenden eludir la radicalidad y la urgencia de esta consulta popular diciendo que no es oportuno en estos momentos en que hay problemas tan agobiantes. Precisamente una consulta que ha de devolver al pueblo la soberan¨ªa nacional en su integridad, que ha de constituir una legitimaci¨®n radical del poder, es algo renovador, oxigenante, esperanzador. As¨ª, el nuevo Gobierno tendr¨¢ la fuerza moral para acabar con el terrorismo, con la desintegraci¨®n, con el abstencionismo, que son los tres c¨¢nceres de la democracia.
Y como camino para llegar a ello, todos los constitucionalistas saben que se impone un Gobierno provisional sin signo institucional, como lo han pedido desde el presidente republicano Valera al ex ministro Ruiz-Gim¨¦nez, y como lo han defendido eminentes profesores de Derecho constitucional en situaciones an¨¢logas o paralelas en todos los pa¨ªses democr¨¢ticos.
Decir que para los republicanos se impone una ruptura radical en su acepci¨®n sem¨¢ntica m¨¢s plena: y contundente es decir y repetir una evidencia clara como la luz del sol. Por nuestra ubicaci¨®n pol¨ªtica en la verdadera y ¨²nica oposicion, estas ideas caen y fecundan el aire pol¨ªtico del pa¨ªs, como cae y fecunda la lluvia los campos que esperan las nubes gr¨¢vidas de agua. Esta agua fecundante que ha de acabar con el confusionismo, con el transformismo, con el continuismo de tantos ?aprendices? pol¨ªticos que, al amparo de una situaci¨®nexcepcional, en el tr¨¢nsito de una ¨¦poca hist¨®rica, han pretendido imponer al pa¨ªs ideas viejas con terminolog¨ªa nueva.
Pero en la afirmacion republicana radical caben todos, sin otra exclusi¨®n que los que voluntariamente quieren excluirse. Caben los republicanos hist¨®ricios, que han mantenido en la larga noche de la opresi¨®n, en la c¨¢rcel o en la emigraci¨®n la luz encendida de su lealtad. Caben las nuevas generaciones, que en la lucha en la clandestinidad, en las f¨¢bricas y en los campos universitarios han mantenido la fidelidad a los ideales de sus mayores. Caben todas las familias pol¨ªticas. Dir¨ªamos mejor, con sentido de la historia y de la grandeza del futuro de nuestros pueblos, que caben todos los que se consideran herederos y continuadores de todos aquellos hombres que, en un momento cimero de sus vidas y de la vida de su pa¨ªs, ?cayeron embravecidos luchando magn¨¢nimamente por un ideal grandioso, y que ahora, abrigados en la tierra materna, ya no tienen odio, ya no tienen rencor, y nos env¨ªan , con los destellos de su luz, tranquila y remota como la de una estrella, el mensaje de la patria eterna, que pide a todos sus hijos paz, piedad, perd¨®n, como expres¨® el presidente Aza?a en su ¨²ltimo gran discurso-testamento.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
?Tienes una suscripci¨®n de empresa? Accede aqu¨ª para contratar m¨¢s cuentas.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.