Tibia acogida francesa al papa Juan Pablo II
El pueblo de Par¨ªs y los franceses llegados de provincias, no excesivamente numerosos, recibieron cari?osa y correctamente ayer a Juan Pablo II, el primer Papa que visita Francia desde el a?o 1804. En su primera alocuci¨®n, en la plaza de la Concordia, Karol Wojtyla revel¨® ya el ?color? de un viaje que calific¨® de pastoral: ?Vengo a animaros?, dijo, ?por el camino del Evangelio?, y eso con ?mi mensaje de paz, de fe, de confianza, de amor y de fe en Dios y en el hombre?. El presidente Val¨¦ry Giscard d'Estaing, al saludarle, record¨® que Francia es un pa¨ªs de libertades y pluralista. El Papa termin¨® su primera jornada parisiense en un ?barco-mosca? que le condujo a trav¨¦s del r¨ªo Sena hasta las proximidades de la nunciatura.
El viaje del Papa empez¨® con una hora de retraso: una rueda del tren de aterrizaje de su avi¨®n se deshinch¨® en el aeropuerto romano. Pero todo su programa se realiz¨® como estaba previsto. Fue acogido en el aeropuerto de Orly por las autoridades religiosas y por el primer ministro, Raymond Barre.Todo fue breve. Tras besar el suelo franc¨¦s, fue trasladado en el helic¨®ptero Arco de Triunfo hasta la avenida de los Campos El¨ªseos, en donde le esperaban las autoridades civiles, encabezadas por Giscard d'Estaing y su esposa.
Todas las campanas de Par¨ªs repicaron mientras, en un coche descubierto, recorri¨® con el presidente la avenida hasta la plaza de la Concordia, en donde se desarroll¨® la ceremonia del recibimiento oficial del Estado franc¨¦s.
El presidente magnific¨® la figura del Papa y anot¨® que Francia es un pa¨ªs cuyo funcionamiento reposa ?en el respeto del hombre y en la diversidad de opiniones?.
Homenajes al "genio franc¨¦s"
Pablo II respondi¨® a la bienvenida oficial con las mismas palabras amistosas y homenaje¨® ?el genio franc¨¦s?. Despu¨¦s, a lo largo de veinte minutos, pronunci¨® un discurso en el que ya aparecieron los temas que van a presidir su estancia entre los cat¨®licos de una Iglesia en crisis.?Vengo a visitar y a animar a los cat¨®licos de Francia?, dijo, para a?adir en el mismo sentido, pero dirigi¨¦ndose al episcopado galo: ?Quiero animaros en la v¨ªa del Evangelio, que no es la del abandono o de la resignaci¨®n. Esa v¨ªa desear¨ªa que la ley civil tambi¨¦n ayude a ensalzar al hombre. Ese camino requiere de la audacia de los ap¨®stoles?.
Al referirse a la Iglesia de Francia, el Papa evoc¨® ?sus problemas, sus interrogaciones, sus dudas?. Pero a la vista de sus prop¨®sitos, Juan Pablo II no parece que haya venido aqu¨ª a castigar o a rega?ar en t¨¦rminos duros: homenaje¨® p¨²blicamente a los dos responsables m¨¢ximos de? catolicismo franc¨¦s, los cardenales Etchegaray y Marty (presidente de la Conferencia Episcopal y arzobispo de Par¨ªs, respectivamente) y acentu¨® ?el respeto que se les debe a las dem¨¢s creencias y a los que no creen?.
En un mensaje dirigido al pueblo de Francia desde la bas¨ªlica de N¨®tre Dame, el Papa exhort¨® -en ?tono alentador?, seg¨²n los observadores-, que ?preservase su esp¨ªritu misionero? y alab¨® ?algunas iniciativas positivas de la Iglesia francesa?, refiri¨¦ndose impl¨ªcitamente a los sacerdotes-obreros.
Como se hab¨ªa previsto, la simplicidad y el fanatismo de las Am¨¦ricas o el fervor de los polacos no son ?devociones? del racionalismo franc¨¦s. Un numeroso p¨²blico que gritaba de vez en vez ??Viva el Papa!?, o agitaba banderas del Vaticano, lo recibi¨® cari?osamente, pero las muchedumbres muItitudinarias deseadas por las autoridades civiles y religiosas no acudieron a la cita. Los ferrocarriles galos suspendieron muchos trenes especiales.
Los llamamientos de las autoridades a los franceses hasta el ¨²ltimo momento, el desencadenamiento propagand¨ªstico de la mayor parte de la Prensa, y sobre todo de la radio y la televisi¨®n estatales, as¨ª como la retransmisi¨®n televisada del acontecimiento, influyeron seguramente en que la participaci¨®n de los ciudadanos, este primer d¨ªa, resultara s¨®lo digna respecto a las previsiones m¨¢s optimistas que los c¨ªrculos cat¨®licos hab¨ªan realizado. La ?recuperaci¨®n? pol¨ªtica de los poderes oficiales tambi¨¦n ha sublevado a no pocos. ?Libertad de cultos y de opiniones, s¨ª, pero no abuso en un Estado laico?, escrib¨ªa el diario marginalista Liberation en un n¨²mero extraordinario con portada morada, y que, gracias a un procedimiento qu¨ªmico ?de estreno?, ol¨ªan todos los ejemplares a incienso.
La irreverencia y la cr¨ªtica tambi¨¦n arreciaron ayer por parte de minor¨ªas diversas que, como las feministas, denunciaron p¨²blicamente ?los cr¨ªmenes de la Iglesia contra las mujer es?. Por la noche, los parisienses, por decenas de millares, asistieron a una misa ante la bas¨ªlica de Notre Dame, y al recibimiento que el alcalde de Par¨ªs, Jaeques Chirac, le ofreci¨® delante de la alcald¨ªa.
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