Ahora, no defraudar al pa¨ªs

(...) Las cosas han cambiado porque al margen de los resultados concretos de la votaci¨®n parlamentaria, han ocurrido fundamentalmente tres cosas: los problemas del pa¨ªs han sido expuestos, si no con la debida claridad, s¨ª con toda su gravedad a la opini¨®n p¨²blica, al tiempo que quedaba patente que el Gobierno por s¨ª solo no seres capaz de afrontarlos con la rapidez y la eficacia necesarias, y, por otra parte, no contamos con una alternativa que en estos momentos pueda sustituirlo con mayores garant¨ªas de ¨¦xito. Por esto creemos que los planteamientos del Gobierno y de la oposici¨®n tambi¨¦n deben cambiar profundamente. (...)Tras esta consideraci¨®n enormemente positiva del debate parlamentario, sin embargo, queda planteada en toda su crudeza y perentoriedad el ?y ahora, qu¨¦? (...)

Sin una profunda y aut¨¦ntica reflexi¨®n para sacar las consecuencias de lo ocurrido en estas largas sesiones parlamentarias, de las que nadie ha salido vencedor, no se podr¨¢n encarar con ciertas garant¨ªas los problemas del pa¨ªs y esta profunda reflexi¨®n debe comportar las decisiones que de ella s¨¦ deriven, sin consideraci¨®n a personalismos y con un ¨²nico objetivo: echar adelante el pa¨ªs. Pero, al mismo tiempo, si no se var¨ªa el tono moral con que hasta ahora se han afrontado los problemas -que ha sido casi de moral de derrota-, no se conseguir¨¢n las solidaridades, del todo punto imprescindibles para esta dif¨ªcil tarea. Tarea que por cierto, hay que insistir, no debe pretender el Gobierno resolver en solitario ni la aposici¨®n ha de intentar dificultar o escurrir el bulto. En este sentido es de esperar el cambio que ped¨ªamos de unos y de otros. (...)

, 31 de mayo