Libertad de expresi¨®n o caza de brujas
La caza de brujas no es privilegio de ninguna cultura o naci¨®n. Se ha dado en todos los tiempos, como fue la Inquisici¨®n, las purgas de Stalin y el macartismo. Pero muchas veces la caza de brujas asume formas m¨¢s sutiles o disimuladas: se viste de gran pureza moral o se envuelve en los generosos pliegues de la bandera nacional; arroja sospechas sobre la ciencia o condena la literatura. Entonces la caza de brujas afecta a las actividades menos dogm¨¢ticas, m¨¢s libres, m¨¢s fatalmente individuales de la especie humana. Fingiendo que el arte es una actividad s¨®lo social (lo es, pero no exclusivamente), pretendiendo defender ciertos principios nacionales, la caza de brujas se concentra contra la libertad del esp¨ªritu.En nuestro pa¨ªs no faltan, por desgracia, quienes est¨¢n dispuestos a asumir el papel de nuevos inquisidores, para reinar sobre el miedo o la apat¨ªa de los dem¨¢s. Quisieran que nadie, sino ellos, tuviera derecho a opinar, a decidir qu¨¦ es bueno o qu¨¦ es correcto y a seguir dando certificados de buena conducta. Su esp¨ªritu y su mentalidad invocan grandes causas, pero se les ve la espesa cola del inter¨¦s propio y de su pasado.
Albert Camus, en el discurso pronunciado en Estocolmo al recibir el Premio Nobel de Literatura, afirmaba: ?El escritor puede encontrar el sentimiento de una comunidad viva, que le justificar¨¢ a condici¨®n de que acepte en la medida de sus posibles las dos tareas que constituyen la grandeza de su oficio: el servicio de la verdad y el servicio de la libertad. Cualesquiera que sean nuestras flaquezas personales, la nobleza de nuestro oficio arraigar¨¢ siempre en dos imperativos dif¨ªciles de mantener la negativa a mentir respecto de lo que se sabe y la resistencia a la opresi¨®n..
La libertad personal se expresa pr¨¢cticamente mediante la libertad del ciudadano. Como no estamos muy habituados a ello nos olvidamos de admirar esta conquista humana. El esp¨ªritu democr¨¢tico se caracteriza por el ¨²ltimo enlace de la libertad de pensamiento y de la libertad pol¨ªtica. No hay, pues, democracia sin libertad, no s¨®lo libertad en la opini¨®n, sino tambi¨¦n la formaci¨®n de la opini¨®n. De ah¨ª esa atenci¨®n apasionada del dem¨®crata con respecto a todos los medios de formaci¨®n o de informaci¨®n: prensa, radio, cine, televisi¨®n, publicidad, propaganda. Se reconoce la democracia en el respeto escrupuloso al pensamiento ajeno. Y es ese respeto el que niega y teme el antidem¨®cr¨¢ta. De Bonald proclamaba: "H¨¢bitos, no opiniones; recuerdos, no razonamientos; sentimientos, no pensamientos".
En los casos que referimos, opino que cualquier decisi¨®n, si es tomada por un poder ejercido no democr¨¢ticamente, autom¨¢ticamente se sit¨²a fuera y por encima del derecho y debe considerarse anticonstitucional.
Los socialistas consideramos que la democracia es el ¨²nico r¨¦gimen que permite librar dentro de la legalidad un combate necesario y nunca acabado. La lucha, regulada y encaminada, al menos moment¨¢neamente, a rematar en un concurso, es lo que com¨²nmente llamamos el derecho y las instituciones. Ser dem¨®crata, por consiguiente, es admitir que la lucha es una fuente de progreso y esforzarse por orientarla hacia el concurso y el di¨¢logo, es decir, hacia la confrontaci¨®n de palabras en lugar del cambio de golpes, pero esforz¨¢ndose tambi¨¦n para que el di¨¢logo sea aut¨¦ntico, controlando las desigualdades y las mentiras en la lucha que prepara ese di¨¢logo y lo hace posible.
Nuestro pa¨ªs tiene madurez y est¨¢ entrando en un per¨ªodo en que cada d¨ªa son m¨¢s lo que se atreven a pensar por cuenta propia a buscar por s¨ª mismos la verdad de los hechos, a investigar y sacar las propias conclusiones. Cada nuevo esc¨¢ndalo, en el que de alguna manera est¨¢ inmerso al Gobierno Su¨¢rez y, por consiguiente, su partido UCD, alerta la opini¨®n p¨²blica y sacude la conciencia de muchos contra esos comisarios culturales.
Con esta intervenci¨®n quiero advertir cu¨¢les son los peligros reales a los que est¨¢ expuesta todav¨ªa la creaci¨®n cultural; que se reconozca a quienes est¨¢n dispuestos verdaderamente a defenderla, como lo hace d¨ªa a d¨ªa el Partido Socialista, y quienes siguen siendo los inquisidores de ella y atentan contra la libertad, la democracia y la constituci¨®n.
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