Victoria afortunada de Jones en una pol¨¦mica carrera
El australiano Alan Jones, al volante de un Williams, gan¨®, ayudado por la fortuna -los cuatro que le preced¨ªan abandonaron por distintas razones-, el Gran Premio de Espa?a de F¨®rmula 1. S¨®lo seis pilotos pudieron terminar una dur¨ªsima carrera, en la que un fort¨ªsimo calor se sum¨® a las dificultades propias del especial trazado del Jarama. La carrera, que a¨²n no se sabe si ser¨¢ o no ipuntuable, se disput¨® pese a los much¨ªsimos impedimentos de todo tipia que federativos narionales e internacionales pusieron para ?impedirlo. El espa?ol Villiota, implicado en un accidente clave en el, desarrollo de los acontecimientos, tuvo que abandonar. M¨¢s de 80.000 espectadores preisenciaron una carrera plena de emoci¨®n.
Sin embargo, las tensiones entre equipos, pilotos y organizador, de una parte, y la Federaci¨®n Internacional y espa?ola, por otra, estuvieron a punto de privar del espect¨¢culo deportivo cuando s¨®lo faltaban unas horas para que la carrera comenzase y el circuito deJaraina estaba ya casi repleto. Las lamentables acciones por parte de algunos federativos espa?oles, que nunca llegaron a consolarse del todo de que, pese a su oposici¨®n, el Gran Premio de Espa?a de F¨®rmula 1 se disputase, pusieron, una vez m¨¢s, en peligro la carrera.Dichos federativos, molestos por perder el control de un deporte que se les va de las manos r¨¢pidamente, porque de forma sistem¨¢tica pretenden regularlo con normas anacr¨®nicas, hicieron un ¨²ltimo intento para torpedear la. carrera en el ¨²ltimo instante. A base de contactar con el Consejo Superior de Deportes, el Ministerio del Interior, RTVE y Eurovisi¨®n, los federativos espa?oles pretend¨ªan impedir gubernativamente una carrera que ellos no s¨®lo no reconoc¨ªan, sino que prohib¨ªan, y, al mismo tiempo, conseguir que la televisi¨®n no retransmitiese la carrera dentro ni fuera del pa¨ªs.
Con las dos acciones combinadas pretend¨ªan, en un postrer esfuerzo, que la carrera nosse disputase. Si la televisi¨®n no hubiera retransmitido el acontecimiento, probablemente los patroci nadores, que abonan a los equipos importantes sumas de dinero contando con las retransmisiones televisivas, podr¨ªan haber denegado esos pagos.
Pero ninguna de las dos acciones dio el fruto apetecido por la Federaci¨®n Espa?ola de Automovilismo, y la carrera se llev¨® a cabo. Ahora, a esos federativos no les quedar¨¢ m¨¢s remedio que presentar su dimisi¨®n. Porque, si sus pretensiones ante los organismos internacionales en los pr¨®ximos d¨ªas, para declarar no puntuable la carrera espa?ola, consiguen su objetivo. dicha p¨¦rdida de puntuaci¨®n ser¨¢ por su culpa. Y ante eso no cabe otra postura que dimitir. Pero si, por el contrario, la carrera espa?ola sale adelante, el revolc¨®n a los federativos espa?oles, que han luchado con toda clase de medios para impedir su celebraci¨®n ser¨¢ lo suficientemente importante como para que no les quede otra salida que la dimisi¨®n.
Alan Jones, afortunado vencedor
Al margen de la pol¨¦mica, que centr¨® la atenci¨®n de esu carrera hasta pr¨¢cticamente el comienzo de la misma, el Gran Premio de Espa?a tuvo varios protagonistas. El primero de ellos fue el argentino Carlos Reutemann, que salli¨® de forma espl¨¦ndida nada m¨¢s encenderse el sem¨¢foro verde. En s¨®lo unos metros, y pese a tomar la salida desde el cuarto lugar, Reutemann se coloc¨® en cabeza, despu¨¦s de un espectacular adelantamiento por el arc¨¦n exterior de la recta de tribunas.
A partir de entonces, Reutemann control¨® la carrera. Primero, respaldado por su compa?ero de equipo, el australiano Alan Jones, con Laffite y Pironi, ambos sobre Ligier, y el brasile?o Nelson Piquet, con Brabham, inmediatamente detr¨¢s.
M¨¢s atr¨¢s, el holand¨¦s Jean Lammers y el norteamericano Eddie Cheever, ambos pertenecientes al grupo de los j¨®venes reci¨¦n llegados al circo, compensaban con su t¨¦cnica y su valor, las deficiencias de sus mec¨¢nicas para figurar entre los mejores. Desgraciadamente, ninguno de los dos pudo terminar la carrera por culpa de las aver¨ªas.
Pero,cuando a¨²n no se hab¨ªa cumplido la mitad de carrera, y ya Alan Jones se hab¨ªa retrasado algo por problemas de frenos y de neum¨¢ticos -la conducci¨®n del australiano no es la m¨¢s apropiada para una pista con un calor sofocante-, Reutemann y Laffite se dispon¨ªan a doblar al espa?ol ViIlota por cuarta vez. Hasta ese momento, los dos primeros hab¨ªan mantenido un duelo dif¨ªcilmente repetible, separados, vuelta tras vuelta, por escasas d¨¦cimas de segundo. Un peque?o fallo, por m¨ªnimo que fuera, de uno de los dos har¨ªa que el otro se distanciase.
Accidente con Villota
Al abordar al espa?ol, ¨¦ste se desplaz¨® hacia el interior de la curva para ofrecer el lado bueno para el adelantamiento. Reutemann sigui¨® por ese camino, mientras Laffite, en un intento de rebasar a los dos al mismo tiempo, quiso aprovechar la oportunidad del encuentro con el rezagado para lograr lo que durante tantas vueltas no hab¨ªa podido, al faltarle una punta de velocidad se adentr¨® por el interior de la curva. La maniobra del franc¨¦s fue muy arriesgada, pero el hueco que ofrec¨ªa Villota -que debi¨® apartarse totalmente mucho antes, puesto que no entraba en el juego y su posici¨®n siempre pod¨ªa incordiar a los dos hombres que se estaban jugando la victoria- debi¨® tentarle a ello.
Lo malo es que, justo en ese momento, Villota se ech¨® m¨¢s a¨²n hacia el interior de la curva para facilitar la maniobra de Reuternann, y su coche y el del franc¨¦s se tocaron. La suspensi¨®n delantera derecha del Ligier de Laffite se quebr¨® de cuajo, y el coche, sin control en la direcci¨®n. sigui¨® una trayectoria rectilina, para ir a embestir al de Reutemann. En un instante, los dos m¨¢ximos aspirantes a la victoria quedaron fuera de carrera. Poco despu¨¦s les aconipa?aba el espa?ol, rernatando una actuaci¨®n menos que discreta.
M¨¢s tarde el brasile?o Piquet, que pas¨® a la cabeza al retirarse los dos implicados en el accidente, rompi¨® el motor de su coche. Poco despu¨¦s, el franc¨¦s Pironi, a su vez afortunado l¨ªder entonces de la carrera, se vio apartado de la misma, al perder su coche una rueda.
De esta forma, Alan Jones, que pudo domiliar un coche con graves problemas de frenos y con los neum¨¢ticos totalmente degradados, se encontr¨® con una afortunada victoria. Su ventaja, conseguida en la primera parte de la carrera, le permiti¨® rodar al final muy tranquilos in que el germano Mass, el italiano De Angelis, el franc¨¦s Jarier, el brasile?o Fittipaldi y el franc¨¦s Gaillard, ¨²nicos seis pilotos que terminaron la dur¨ªsima prueba, pudieran inquietarle.
Despu¨¦s de esta carrera, siempre y cuando sea considerada puntuable o el mundial no se eseinda definitivamente, el australiano Alan Jones pasa a encabezar el mundial con veintiocho puntos, seguido por Piquet, con veintid¨®s; Arnoux, con veintiuno; Pironi, con diecisiete, y Reutemann, con quince. La pr¨®xima carrera, si es que se disputa, deber¨ªa correrse en Francia el pr¨®ximo d¨ªa 29 de este mes.
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