El desencanto pol¨ªtico crece en medio de la crisis
Tres a?os tard¨® el jefe del Gobierno. Adolfo Su¨¢rez, con una visita apresurada a Canarias en abril de 1978, en corresponder con un gesto, por m¨ªnimamente reconfortante que fuese, al formidable trauma causado al pueblo canario por el abandono del Sahara.Corno era habitual, el presidente del Gobierno dijo que pod¨ªa prometer y promet¨ªa que ?el futuro de Canarias est¨¢ asegurado, su seguridad garantizada, y el futuro que entre todos los espa?oles juntos podemos alumbrar ha de ser esplendoroso para Canarias?. Antes de marcharse, Su¨¢rez prometi¨®, corno compensaci¨®n por la p¨¦rdida del Sahara, la distribuci¨®n de 15.000 millones de pesetas en cr¨¦ditos. a repartir en el plazo de cinco a?os, destinados a la renovaci¨®n de la flota de pesca.
Hoy, ni los cr¨¦ditos han empezado a distribuirse ni los canarios ven el futuro ?esplendoroso? por ninguna parte. Al contrario, la inacci¨®n del Gobierno y la crisis mundial han colocado en situaci¨®n comprometida al turismo, que da puestos de trabajo -el sector de servicios en su conjunto- al 60% de la fuerza laboral, y representa el 40%,Je la econom¨ªa canaria.
El previsto ingreso de Espa?a en la CEE ha llenado de inquietud a unos agricultores que necesitan que sus productos sean subvencionados para ser competitivos. Y, aunque los canarios tienen la tendencia a culpar al Gobierno central de todos sus males, ellos mismos no han resuelto tampoco el problema del agua, que, con sus precios, que oscilan de cincuenta a cien pesetas el metro c¨²bico, y el monopolio que ejercen sobre ella los propietarios (le los pozos y, sobre todo. los propietarios de los canales de riego, incide de una manera extraordinariamente negativa sobre los costes de producci¨®n agr¨ªcola.
El sector comercial importador e intermediario teme con buenas razones que el r¨¦gimen econ¨®mico fiscal de Canarias, sus puertos francos, sea incompatible con la pertenencia a la CEE. EI descenso dr¨¢stico de la actividad de los puertos, motivado en parte porque se han convertido en los m¨¢s caros del mundo la pesca siempre en crisis estructural y el abandono de la v¨ªa, del art¨ªculo 151 como posibilidad de acceso a la autonom¨ªa, una autonom¨ªa que hab¨ªa sido presentada por algunos partidos locales como la panacea para solucionar todos los problemas, cierran un c¨ªrculo sombr¨ªo de expectativas.
Por si los problems fueran pocos, la posible entrada de Espa?a en la OTAN hace temer que la formidable situaci¨®n estrat¨¦gica del archipi¨¦lago lleve a Madrid a convertirlo en una base militar occidental, que arrecien las presiones de todo tipo por parte de la OUA y que, en consecuencia, el comercio, turismo y pesca reciban la estocada final.
No existe un s¨®lo sector de la econom¨ªa canaria, que gira en un circuito relativamente sencillo de puertos francos-comercio intermediario, turismo-shopping, pesca y agricultura de exportaci¨®n, que no se encuentre amenazado. La consecuencia es el paro, que alcanza a m¨¢s de 50.000 personas de una poblaci¨®n activa total que no sobrepasa el medio mill¨®n. Todo ello agravado por un crecimiento demogr¨¢fico francamente tercermundista, una relaci¨®n habitante por kil¨®metro cuadrado que es ya cuatro veces superior a la de la Pen¨ªnsula, y unas 11.000 personas que llegan todos los a?os al mercado del trabajo, precisamente ahora que todas las posibilidades de emigraci¨®n est¨¢n cerradas.
A los problemas econ¨®micos se unen los pol¨ªticos, no menos graves. La falta de visi¨®n de las secciones locales de los partidos nacionales UCD, PSOE y PC, la incapacidad de ¨¦stos para captar el hecho diferencial de los problemas canarios o, por lo menos, el seguidismo, en algunos casos absurdo, con que han aplicado en el archipi¨¦lago las consignas de sus organizaciones madre de la Pen¨ªnsula, son la causa de un evidente deterioro de la imagen de todos ellos y la raz¨®n de las crisis internas que les sacuden.
El nacionalismo est¨¢, qui¨¦rase o no, en el fondo de la crisis que atraviesan hoy todos los partidos canarios sin excepci¨®n. Ello explica tambi¨¦n el progreso electoral de una formaci¨®n tan heterog¨¦nea de partidos como es la Uni¨®n del Pueblo Canario (UPC), que pas¨® de contar con un simple 6,5% del electorado en la consulta de 1977 a un 13,3% en la de 1979. Aunque UCD, PSOE y PC insisten en lo contrario, la ascensi¨®n de UPC no es meramente coyuntural. Su ¨¦xito est¨¢ en haber sabido captar el sentir generalizado y el abatimiento frente a la insoluci¨®n de problema,,; que son seculares, a los cuales los partidos nacionales o sucursalistas, corno aqu¨ª se les llama peyorativamente, no han sabido encontrarle salida, y que la formaci¨®n que representa el diputado Fernando Sagaseta ha tenido la habilidad de extrapolar hacia el nacionalismo independentista.
UCD, PSOE y PC se contentan hoy con afirmar que la UPC de Sagaseta constituye un peligro real de desestabilizaci¨®n en las islas. Su argumentaci¨®n m¨¢s bien parece destinada a inquietar al Gobierno de Madrid y forzarle a dar una soluci¨®n r¨¢pida y aceptable a la cuesti¨®n auton¨®mica y a llevarle a prestar una mejor y mayor atenci¨®n a los acuciantes problemas de Canarias, soluci¨®n de cuya urgencia nadie duda. Sin embargo, ning¨²n partido, escud¨¢ndose en el t¨®pico de que ?Canarias no es el Pa¨ªs Vasco y aqu¨ª una ETA no es posible?, parece considerarse pol¨ªticamente obligado a luchar por la captaci¨®n de ese nacionalismo, que est¨¢ ah¨ª y es real.
El fracaso m¨¢s sobresaliente es el del Partido Comunista, que llamaremos carrillista, para distinguirle de otras formaciones que tambi¨¦n se autotitulan comunistas. Aunque el electorado comunista, que s¨®lo representa el 2,5 % del total, ha sido m¨¢s o menos constante en las dos consultas de 1977 y 1979, la militancia, sin embargo, ha abandonado al partido. En 1977, el PC canario contaba con 7.500 militantes en todo el archipi¨¦lago: hoy no parece tener m¨¢s de seiscientos.
Otro partido inmediatamente amenazado es UCD. Sus dirigentes reconocen que se ha producido un considerable deterioro de la imagen del partido en las islas. Los ucedistas, muy conscientes del hecho de que capitalizan la renta Pol¨ªtica que se deriva de la circunstancia de ser partido gobernante, atribuyen su mala imagen a que ?una cosa es gobernar y otra estar en la oposici¨®n?. ?Cuando no se tiene la responsabilidad de gobernar?, dec¨ªa a EL PAIS Jos¨¦ M. Bravo de Laguna, uno de los m¨¢s destacados ucedistas canarios, ?se puede pedir el oro y el moro, pero cuando se gobierna es m¨¢s dif¨ªcil cumplir las promesas?.
Lo cierto es que el resurgimiento del Partido Nacionalista Cariario (PNC), a ra¨ªz del va citado abandono del art¨ªculo 151, va a disputarle, probablemente con ventaja, espacio pol¨ªtico a UCD. Jos¨¦ J. D¨ªaz de Aguilar, conocido abogado canario y con un pedigr¨ª democr¨¢tico relativamente aceptable para sus conciudadanos -fue representante de Canarias en la Junta Democr¨¢tica y luego en la Platajunta, y perteneci¨® al grupo de los rupturistas-, sostiene que no va solamente a por el electorado de UCD, sino que lo que en realidad trata el PNC es de ofrecer la posibilidad de ?que se exprese un nacionalismo integrador, democr¨¢tico y, a la vez, exento de radicalismos marxistizantes o africanizantes?.
La historia se repite en el PSOE canario, que ha necesitado convocar el 30 de mayo un congreso extraordinario para ver dentro del partido las posibilidades de entendimiento en torno a las serias divergencias surgidas entre su comit¨¦ ejecutivo y la comisi¨®n regional respecto a la actitud a adoptar tras el tema de sienipre del abandono por el Gobierno del art¨ªculo 151.
Ahora bien, no s¨®lo los partidos llarnados ?sucursalistas? se ven en crisis y sujetos a tensiones internas. La propia UPC de Fernando Sagaseta no ha podido resistir los embates de la coyuntura actual y se escinde. Las diferencias entre los distintos grupos que la componen parecen a simple vista bizantinas pero, en realidad, son verdaderamente profundas y, desde el punto de vista de la concepci¨®n irtegradora del Estado, inquietantes.
Fernando Sagaseta, un personaje entre Savonarola y Fidel Castro, ya controvertido en el Parlamento de Madrid, ve ahora cuestinado su liderazgo dentro de la federaci¨®n de partidos que integran UPC. Para algunos militantes no es lo su ficien temen te independentista. Su imagen popular tambi¨¦n comienza a erosionarse poi dos motivos fundamentales: su ciega fidelidad a Mosc¨², que para muchos le manipula, y sus radicalismos verbales.
De momento, Pueblo Canario Unido (PCU), la f¨®rmaci¨®n predominante dentro de UPC -las otras son: Partido Revolucionario Canario, del ex l¨ªder comunista y concejal Gonzalo Angulo; Uni¨®n Socialista Canaria, del socialdem¨®crata y alcalde de la ciudad Manuel Bermejo, que, seg¨²n algunos, se encuentra ya inc¨®modo dentro de esta coalici¨®n, el Movimiento Obrero Asambleario (MOA), Partido Canario de Unificaci¨®n Comunista, C¨¦lulas Comunistas Disidentes, etc¨¦tera- se ha visto esc'nd'da con la aparici¨®n del Pueblo Canario Unido, nacionalistas de base, que cuestionan a Sagaseta no s¨®lo el derecho a hablar en nombre de PCU, sino que pr¨¢cticamente se han quedado con la base militante. Ernesto Luj¨¢n, Chao Blanca, el periodista Gilberto Alem¨¢n y el ex cura Jos¨¦ Luis Alamo son los exponentes m¨¢s conocidos de este grupo, que Sagaseta considera integrado por ?elementos de formaci¨®n cristiana, independientes y anticomunistas?. Los nacionalistas de base rechazan estas calificaciones, y en su reciente congreso, al que asisti¨® como Invitado Francisco Letamendia, se han definido como ?autodeterministas?. Fernando Sagaseta tambi¨¦n se dice autodeterminista. Lo que diferencia a los dos autodeterminismos es que para los nacionalistas de base ?la autodeterminaci¨®n requiere que Canarias se libere previamente de todo coloniaje cultural, econ¨®mico pol¨ªtico y militar?.
Por si la atomizaci¨®n dentro de UPC fuera poca, un grupo de profesionales toma distancias simult¨¢nearnente de Sagaseta y de J. L. Alamo. Miguel Guerra, soci¨®logo, que forma parte de ese grupo que se autotitula de ?independientes?, sostiene que lo que les diferencia a ellos de los dem¨¢s es que est¨¢n en contra del nacionalismo folklorista que da vivas a Africa -una alusi¨®n al grupo de J. L. Alamo- y del guanchisimo del MPAlAC. ?Pedirnos el derecho a la autodeterminaci¨®n, que supone, ante todo, la recuperaci¨®n de la soberan¨ªa nacional, para que el pueblo pueda decidir libremente?.
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