Precaria situaci¨®n de los traductores de literatura
De la importancia de la traducci¨®n dan cumplida cuenta las cifras. Seg¨²n los datos facilitados por el Instituto Nacional del Libro Espa?ol (INLE) correspondientes a 1979, el total de libros publicados en Espa?a en el curso de ese mismo a?o fue de 25.076. De ellos, 8.079, es decir, el nada desde?able porcentaje de un 32%, son traducidos.En orden a la importancia num¨¦rica por idiomas, el ingl¨¦s se sit¨²a en cabeza, con 3.164 libros, es decir, un 39% del total de traducciones, seguido por el franc¨¦s, con un 21% y 1.696 t¨ªtulos; el alem¨¢n, con 695 y un 8,6%, y el italiano, con 593 y un 7,4%. Finalmente est¨¢ el ruso, con noventa traducciones, concretadas en un 1% del total. Como dato anecd¨®tico cabr¨ªa rese?ar la presencia del lat¨ªn, con 47 traducciones; la del hebreo, con cinco, y la del esloveno, con una.
Por otra parte, tan s¨®lo se conocen las cifras aproximadas de traducci¨®n en el ¨¢mbito estrictarnente literario, ya que el INLE no ha desglosado el total de traducciones en otras materias, como el ensayo pol¨ªtico, las obras de divulgaci¨®n cient¨ªfica, etc¨¦tera.
Concretamente en literatura que agrupa un 20% del total de libros publicados, han sido editado 5.112 t¨ªtulos, de los que un 36% (1.806) son traducidos. En este campo hay que destacar, una vez m¨¢s, la preeminencia de las traducciones del ingl¨¦s, que suponen un 46% (con 829 libros), seguidas por las del franc¨¦s, con un 18% (328), y las del alem¨¢n, con un 5,9% (103).
Primac¨ªa del castellano y el catal¨¢n
Finalmente resulta interesante se?alar que la inmensa mayor¨ªa de los libros publicados en nuestro pa¨ªs durante 1979 lo han sido en castellano (93,4%, con un total de 23.357( siejdo el catal¨¢n, de entre las restantes lenguas del Estado, el que le sigue m¨¢s de cerca, con un 5,5% y un total de 1.321 t¨ªtulos.Las cifras referentes al gallego (0,7%) y al eusquera (0,89%) apenas si son relevantes.
Hasta ahora el mundo de la traduccion hab¨ªa estado relegado a los islotes marginales de la literatura. Se le¨ªa a Proust, a Joyce, a Hemoingway, por citar algunos de entre muchos, peor generalmente el nombre del traductor, de ese escritor oscuro, que mediante una cuidad o incorrecta utilizaci¨®n del lenguaje hace posible que el autor llegue integro, con toda su esencia y la m¨¢xima pureza, o, por el contrario, terriblemente adulterado, ese nombre apenas si quedaba grabado en la retina de algunos lectores y su funci¨®n era injustamente marginada a la de un extra del mundo literario. Afortunadamente asistimos hoya un revival de la traducci¨®n, propiciado en parte por las reivindicaciones de los traductores, enmarcados en el seno de APTI (Asociaci¨®n Profesional de Traductores e Int¨¦rpretes ), y en parte por el inter¨¦s de importantes editoriales, como Bruguera, Alianza y Alfaguara, por citar algunas.
Uno de los principales problemas que afectan a esta profesi¨®n es su inestabilidad econ¨®mica. A este respecto, Esther Ben¨ªtez, presidenta de la APTI, traductora del italiano y del franc¨¦s y ganadora del Premio de Traducci¨®n Fray Luis de Le¨®n en 1978, nos ha facilitado su opinion:
?Mira: en, primer lugar, quisiera dedicar aqu¨ª unas breves palabras a los "otros traductores", cuya situaci¨®n es mucho m¨¢s precar¨ªa que la nuestra, la de los "literarios". En ese primer campo est¨¢n los "oficiales", muchas "secretarias con idiomas", gente que se pasa el d¨ªa traduciendo y que no tiene un aut¨¦ntico reconocimiento de sus aptitudes profesionales, pues no se hallan jur¨ªdicamente reconocidos como traductores. En cuanto al traductor literario, viene a cobrar unas cuatrocientas pesetas por folio de treinta l¨ªneas por setenta espacios, y generalmente los contratos son verbales o por carta-contrato, siempre de libro en libro, y sin Seguridad Social, por supuesto?.
Reivindicaciones
En este campo, la APTI tiene f¨®rmuladas unas reivindicaciones asentadas en las recomendaciones sobre protecci¨®n jur¨ªdica de los traductores, firmadas por Espa?a en la Conferencia General de la Uneseo en noviembre de 1976. Reivindicaciones que van desde el derecho de copyright o propiedad intelectual (cobrando todas las ediciones aparecidas) hasta la no alteraci¨®n de los textos entregados, pasando por la exigencia de una publicidad proporcional a la acordada al autor.
Algunas editoriales, como Bruguera y Alfaguara, ya se est¨¢n haciendo eco de esta ¨²ltima petici¨®n, apareciendo en la portada, de sus libros el nombre del traductor junto al del autor.
Esther Ben¨ªtez se muestra optimista de cara al futuro, especilalmente desde que la APTI cuenta con varias promesas del Ministerio de Cultura, promesas propiciadas por el di¨¢logo continuo con el director general del Libro y Bibliotecas, Joaqu¨ªn Entrambasaguas, ?quien espera poder entregarnos un local para nuestra documentaci¨®n t¨¦cnica, porque ahora estamos instalados en la Biblioteca Nacional, gracias a la hospitalidad de archiveros y bibliotecarios ?.
Pasando a otro tema, Esther Ben¨ªtez nos habla sobre su propia labor como traductora: ?Bueno, primero me leo lo que me ofrecen y, si me gusta, lo acepto. Inmediatamente despu¨¦s me leo autores espa?oles contempor¨¢neos al autor, con el fin de captar el lenguaje vivo de la ¨¦poca. Por ponerte un ejemplo, cuando traduje a Zola me le¨ª a la Pardo Baz¨¢n. Si el autor est¨¢ vivo y tengo dudas de cualquier tipo, le escribo para lograr una comunicaci¨®n directa. Eso fue lo que hice al traducir Nuestros antepasados, de Italo Calvino. En segundo lugar enfoco la traducci¨®n como una tarea investigacional. Es decir, Zola, por ejemplo, en La Cur¨¦e dedica una especial atenci¨®n al vestuario femenino del Segundo Imperio, por lo cual tuve que buscar revistas de moda de la ¨¦poca y estudi¨¢rmelas para poder manejarme a gusto. Por ¨²ltimo, para m¨ª lo m¨¢s importante radica en respetar el tono del autor, meterse en su piel sin imponer nunca la tuya?.
Esther Ben¨ªtez afirma, por otra parte, que ?siempre hay escritores con los que te encuentras m¨¢s a gusto. A m¨ª me ocurre eso con Pavese, con Calvino, con Vicenzo Consolo y otros m¨¢s?. Pero no cree que, salvo en algunos casos concretos, como Baudelaire, quien realiz¨® una maravillosa traducci¨®n de Arthur Gordon Pym, de Poe, y Guill¨¦n, quien tradujo Les cimentieres marins, de Val¨¦ry, sea necesaria una perfecta afinidad selectiva.
Ahondando en el terreno puramente ling¨¹¨ªstico nos explica que ?el italiano y el franc¨¦s son idiomas mucho m¨¢s sint¨¦ticos que el castellano gracias a determinadas part¨ªculas. En el caso concreto del italiano, yo me alejo mucho de lo literal, porque, al ser ¨¦ste un idioma muy cercano al lat¨ªn, si se tradujera estrictamente, dar¨ªa una versi¨®n castellana muy rebuscada?.
?Hay que esperar que este lanzamiento de una profesi¨®n tan necesaria como tan poco reconocida siga adelante?, concluye Esther Ben¨ªtez. Efectivamente, es de desear. Porque en este terreno, como en muchos otros en el ¨¢mbito cultural, estamos todav¨ªa muy por debajo de algunos pa¨ªses europeos, como Suecia, cuyos traductores est¨¢n integrados en la misma asociaci¨®n que los escritores.
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