Las actitudes culturales espa?olas, relacionadas con las crisis de mortalidad
Estudio hist¨®rico de Vicente P¨¦rez Moreda
La mortalidad no es s¨®lo ?un factor decisivo en la evoluci¨®n demogr¨¢fica de las poblaciones?, como se dice en la contraportada de un libro que acaba de aparecer sobre el tema, sino un motivo muy importante de reflexi¨®n y de an¨¢lisis cultural. El libro al que hacemos referencia, Las crisis de mortalidad en la Espa?a interior, es un ejemplo de la importancia que las curvas demogr¨¢ficas tienen en el desarrollo cultural de los pueblos. El autor del volumen, Vicente P¨¦rez Moreda, historiador, profesor de Historia Econ¨®mica en la facultad de Ciencias Econ¨®micas de la Universidad Complutense de Madrid, no escribi¨® ese amplio estudio, editado por Siglo Veintiuno, con ese prop¨®sito, pero acepta que de sus conclusiones se puede extraer aquella consideraci¨®n.
Tampoco escribi¨® el doctor P¨¦rez Moreda para el gran p¨²blico, ?porque el historiador, aunque sea duro reconocerlo, siempre escribe en primer t¨¦rmino para los especialistas y el mundo acad¨¦mico?, aunque a la hora de desarrollar el tema de su trabajo ?me di cuenta de que, realizando un esfuerzo de forma, la cuesti¨®n pod¨ªa llegar a tener un inter¨¦s m¨¢s general?.El esfuerzo ha logrado su objetivo, porque el libro, que se acaba de presentar en la feria de Madrid trasciende, en efecto, las fronteras acad¨¦micas.
La obra abarca el largo per¨ªodo que va del siglo XVI al XIX. Acaba con un hecho que result¨® simb¨®lico de una actitud cultural: la de los espa?oles de la generaci¨®n del noventa y ocho, que reaccionaban como Antonio Machado viendo en Castilla, la regi¨®n de la Espa?a interior donde m¨¢s altos eran los niveles de mortalidad, como una tierra ?de la muerte?, como una tierra maldita.
El doctor P¨¦rez Moreda recuerda a¨²n otro hecho m¨¢s concreto, en el que la muerte y el car¨¢cter espa?ol se juntan. ?Hay una evidente relaci¨®n subconsciente en Espa?a, y eso lo han subrayado otros especialistas, entre las crisis de la mortalidad y la aparici¨®n de las caracter¨ªsticas tenebristas del arte, la literatura y el pensamiento espa?oles?.
Por otra parte, se?ala el doctor P¨¦rez Moreda, recordando una tesis de Pedro La¨ªn Entralgo, ?las grandes cat¨¢strofes pon¨ªan al descubierto a la sociedad, cuyas estructuras eran sometidas a un test. Las cat¨¢strofes que hac¨ªan subir las curvas de mortalidad mostraban si las sociedades ten¨ªan o no capacidad de reacci¨®n, y resultaba obvio que en ese proceso quedaba evidente lo que luego se llamar¨ªa la lucha de clases. Sartre lo dijo hablando de La peste, de Albert Camus: ?La peste obra como una exageraci¨®n de las relaciones de clase: ataca m¨¢s a los m¨ªseros que a los ricos?.
Folklore
La pol¨ªtica y la cultura han sido, en su desarrollo, consecuencia de las reflexiones a que la muerte obliga a la sociedad. Hubo un momento, que persiste, en que la medicina y la cultura han ido juntas en el tratamiento de las plagas y de las enfermedades en general. A este respecto, el doctor P¨¦rez Moreda tiene en cuenta la existencia de una medicina folkl¨®rica, cuyas caracter¨ªsticas entroncaban con costumbres ancestrales en los pueblos.La historia de las curvas de la mortalidad en Espa?a revela otro hecho que el autor de este libro destaca. ?Yo creo que tal vez hasta el siglo XVIII ha habido en Espa?a una mentalidad fatalista ante la muerte, que ven¨ªa dada tanto por la falta de medios con que combatir la enfermedad como por la inhibici¨®n de los que consideraban la cercan¨ªa de la muerte y este hecho mismo como un castigo de Dios, como en la Edad Media?.
Esta impotencia cr¨®nica de la sociedad para enfrentarse a la mortalidad y defender la vida ?fue motivo de cr¨ªticas de literatos y escritores, sobre todo en el siglo XVIII?, dice Vicente P¨¦rez Moreda. El padre Feijoo, de una manera m¨¢s suave, y Francisco de Quevedo, de modo definitivamente c¨¢ustico, fueron autores que hicieron de la incapacidad de los m¨¦dicos para reducir los estragos de las enfermedades un motivo cotidiano de comentario y de s¨¢tira. En Francia fue Moli¨¨re, el de El m¨¦dico a palos, un ejemplo hist¨®rico de esta tendencia a zaherir a los facultativos.
Estas son consideraciones que el profesor P¨¦rez Moreda hace un tanto al margen de su libro, porque su estudio, en definitiva, es ?un trabajo de demograf¨ªa hist¨®rica. No pretende ser tampoco una historia de la poblaci¨®n espa?ola, sino que se detiene en las crisis de mortalidad m¨¢s significativas que ha habido en la Espa?a interior del per¨ªodo que indico en el t¨ªtulo, o sea, entre el siglo XVI y el siglo XIX?.
La peste, otras enfermedades y sus efectos demogr¨¢ficos
Entre los hechos a los que no se refiere directamente esta obra, el doctor P¨¦rez Moreda destaca sobre todo los de Sevilla, que a mediados del siglo XVII perdi¨®, a causa de la peste, la mitad de la poblaci¨®n en unos meses, o Valencia, por las mismas fechas, entre otros. ?Pero no son esas zonas m¨¢s castigadas por la peste las que ofrecen un balance m¨¢s negativo desde el punto de vista demogr¨¢fico, porque a largo plazo presentaron un balance m¨¢s positivo. Castilla no volvi¨® a conocer la peste despu¨¦s de comienzos del siglo XVII, pero a partir de entonces su ca¨ªda demogr¨¢fica fue total y afect¨®, por supuesto, a la propia entidad pol¨ªtica, social, econ¨®mica y cultural de esta regi¨®n. Las causas de este decaimiento las vio bien el historiador Bartolom¨¦ Bennassar, que ha estudiado las epidemias que sufri¨® el norte de Castilla a finales del siglo XVI. El se dio cuenta de que el pueblo y sus autoridades vieron la necesidad de hacer algo y efectuaron controles sociales y pol¨ªticos (pi¨¦nsese, por ejemplo, en la pol¨ªtica sanitaria de la Espa?a de los siglos XVII y XVIII, m¨¢s avanzada comparativamente que la de otras naciones vecinas), pero fueron s¨®lo paliativos que, a veces, produc¨ªan efectos contraproducentes. La historia de nuestro siglo XIX, en lo que a estos aspectos se refiere es la historia de una frustraci¨®n, lo que puede explicar, en parte, el retraso de Espa?a en lo que respecta a la lucha contra la muerte. La Espa?a interior, Castilla si se prefiere, se llev¨® la peor parte en esta batalla, y esto puede aclararnos el pesimismo de los hombres del noventa y ocho y su visi¨®n cainita de la Castilla finisecular?.El doctor P¨¦rez Moreda se?ala que su libro no es primordialmente una obra de historia cultural, pero acepta que el estudio de sus curvas de mortalidad ocasionadas por hechos catastr¨®ficos puede ser un buen motivo de an¨¢lisis de diversas realidades, tanto demogr¨¢ficas -y aun geogr¨¢ficas- como culturales y econ¨®micas de la Espa?a actual.
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