El PNV, Navarra y el Parlamento
LA DIMISI?N de Carlos Garaikoetxea como diputado foral de Navarra es un gesto a a?adir a los signos de reconciliaci¨®n con la realidad pol¨ªtica del Estado que el PNV viene haciendo desde hace meses. Se produce poco despu¨¦s de su visita al Rey y es un s¨ªntoma inequ¨ªvoco de la disposici¨®n al di¨¢logo y la no intransigencia en el tema, vidrioso y amenazante para la convivencia en Espa?a y en Euskadi, de la incorporaci¨®n o no del antiguo Reino de Navarra a la autonom¨ªa vasca.Sin embargo, este gesto parece desdecir del pertinaz apartamiento que los diputados peneuvistas mantienen del Parlamento espa?ol, en una retirada anunciada como temporal y que viene prolong¨¢ndose demasiado.
Los diputados del PNV han hecho sentir estrepitosamente su ausencia, tanto en los, dos grandes plenos de la segunda quincena de mayo, como en la votaci¨®n para modificar la ley de Refer¨¦ndum. Esta ¨²ltima ha sido ocasi¨®n para que ?en Andaluc¨ªa se intensifiquen los agravios comparativos hacia los nacionalistas vascos, les acusen de insolidaridad con otros territorios que persiguen el autogobierno y les reprochen ingratitud por la ayuda que les fue prestada hace menos de un a?o para la aprobaci¨®n del Estatuto de Guernica.
Tal vez los dirigentes del PNV no han medido suficientemente la desagradable impresi¨®n que en el resto de Espa?a han producido estas espectaculares ausencias suyas. Los nacionalistas vascos suelen comentar que les falta mano izquierda y habilidad de marketing para propagar y defender sus ideas y sus aspiraciones fuera de Euskadi. El desaprovechamiento de la tribuna del Congreso, con medio pa¨ªs contemplando el debate por televisi¨®n o escuch¨¢ndolo por radio, para hacer llegar a la opini¨®n p¨²blica de toda Espa?a, sin tergiversaciones ni filtros, su programa y sus quejas, confirma, sin lugar a dudas, esa deficiencia.
Pero la explicaci¨®n de este apartamiento no puede quedar reducida a tan m¨ªnima causa. Ni puede argumentarse tampoco que todo se debe a triqui?uelas electorales o a desprecio por los asuntos del Estado cuando los dos gestos antedichos del lendakari ponen de relieve que esta ¨²ltima acusaci¨®n no responde a la realidad. El PNV sabe de la gravedad de su ausencia en las Cortes, entre otras cosas porque el propio PNV es v¨ªctima, en el Parlamento de Euskadi, del boicoteo de Herri Batasuna. Y si mantiene la actitud, por algo, pensamos, debe ser.
Tal vez la explicaci¨®n haya que buscarla en esos acuerdos impl¨ªcitos, pactos sobreentendidos y compromisos ambiguos que florecieron durante la etapa de negociaciones secretas nocturnas y contra reloj que se conoce bajo el nombre de consenso. Los nacionalistas vascos se han llamado a enga?o, desde noviembre de 1979, por lo que consideran incumplimientos de la palabra dada por el Gobierno, tanto en los ritmos y vol¨²menes de las transferencias como en los temas de Navarra, de la financiaci¨®n de las comunidades aut¨®nomas, de las polic¨ªas aut¨®nomas, del Estatuto de los Trabajadores y de la ley de Autonom¨ªa Universitaria. La retirada del Parlamento, que desaprobamos, parece una respuesta pol¨ªtica a esos incumplimientos, y si no estamos de acuerdo con la manera de darla, tampoco es justo ignorar los motivos que la originaron.
La imposibilidad de cotejar con documentos o protocolos firmados las acusaciones del PNV impide, por supuesto, descalificar sin m¨¢s al Gobierno. Ahora bien, los acuerdos a espaldas del Congreso entre UCD y los nacionalistas vascos a prop¨®sito de la ley de Autonom¨ªa Universitaria y la retirada de los proyectos del Gobierno de financiaci¨®n y de polic¨ªas de las comunidades aut¨®nomas conceden cierta plausibilidad a la teor¨ªa de que los nacionalistas vascos han ejercido una presi¨®n sobre el poder ejecutivo para que haga memoria de sus compromisos y los cumpla.
Si esta hip¨®tesis se confirma habr¨¢ que animar al Gobierno a que realmente sea fiel a los acuerdos o pactos que hicieron posible, en el verano de 1979, la aprobaci¨®n del Estatuto de Guernica. Pero tambi¨¦n habr¨¢ que exigir, tanto al poder ejecutivo como al partido que hoy ocupa el Gobierno vasco, que saquen de los cajones secretos esos acuerdos y los muestren al resto de los espa?oles. Y, en cualquier caso, es ineludible pedir a la Minor¨ªa Vasca, tanto en beneficio suyo como en el de las instituciones democr¨¢ticas en todo el pa¨ªs, que se reintegre a las tareas parlamentarias cuanto antes.
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