Sobre el divorcio

La Iglesia admite que, en una sociedad pluralista, no se puede imponer por ley civil el no-divorcio a los no creyentes, como es el caso actual de Espa?a, y, por cierto, bastante generalizado, ya que se sabe que existe un gran n¨²mero de parejas en situaci¨®n irregular a la espera de una ley, al menos, tolerante.Se quiere esgrimir como argumento contra el divorcio ?graves males para la familia y los hijos?, cuando la experiencia ense?a abiertamente que los hijos sufren infinitamente m¨¢s en una familia rota que en una situaci¨®n regulada por ley. Adem¨¢s, una ley tolerante del divorcio no quiere destruir la familia; al contrario, frente al hecho de familias ya rotas, quiere hasta por imperativos evang¨¦licos brindar la terapia posible a personas y al hecho de una pareja que no puede ser sacrificada al absolutismo de una ley. Tenemos la constancia hist¨®rica de que en tiempos de Cristo, frente al ideal de un matrimonio estable, se toleraba y exist¨ªa el divorcio legal por las razones que fuera, pero exist¨ªa. En los primeros siglos del cristianismo se est¨¢ demostrando por especialistas de la materia que tambi¨¦n la Iglesia toleraba el divorcio en casos determinados, y un divorcio pleno con disoluci¨®n del v¨ªnculo.

Por todo esto y muchas razones m¨¢s resulta inexplicable, totalmente inexplicable, la cerraz¨®n total a una ley del divorcio para los no cat¨®licos y para quienes en conciencia crean poder acogerse a la misma. El divorcio no significa la gran cat¨¢strofe, porque sencillamente no har¨¢ sino sacar a la luz legal el gran n¨²mero de situaciones que ya lo viven y a las que por justicia, por humanidad, e incluso por caridad, no podemos condenar a una convivencia de infierno, de ilegalidad, de marginaci¨®n, de traumas de todo tipo./