Buenos prop¨®sitos, malos recuerdos
Salvo en las salas ambiguamente llamadas de arte y ensayo, donde tienen cabida empresas sutiles y solemnes tabarrones, la verdad es que el cine alem¨¢n, desde hace ya bastantes a?os, goza de poco favor entre el p¨²blico espa?ol no iniciado. Una de sus postreras producciones, estrenada fuera de tales circuitos minoritarios: Nosferatu, pas¨® con m¨¢s pena que gloria por las pantallas de Madrid.As¨ª quiz¨¢ el nuevo cine alem¨¢n resulta, a la postre, refugio de un arte poco definido que trata de recuperar, a trav¨¦s de cierta calidad de imagen, un sector del p¨²blico no captado todav¨ªa por la televisi¨®n y dem¨¢s juguetes de la cultura del ocio. Este cine para minor¨ªas j¨®venes, para ex¨¦getas cultos, premiado en numerosos cert¨¢menes y exhibido en lugar de honor a lo largo de semanas internacionales, cuenta en la Alemania de ac¨¢ con un pu?ado de nombres que no es preciso enumerar aqu¨ª, pero a cuya cabeza se suele colocar a Rainer Werner Fassbinder.
Todos nos llamamos Al¨ª
Gui¨®n y direcci¨®n de R W. Fassbinder. Fotograf¨ªa: Jurgen Jurges. Int¨¦rpretes: Brigitte Mira, El Hedi ben Salem, B¨¢rbara Valentin, Imr Hermann. Alemania Occidental. Dram¨¢tica. 19 73. Local de estreno: Luna
Con nada menos que doce pel¨ªculas en s¨®lo tres a?os, m¨¢s las que luego han venido, cinco obras teatrales y un sinf¨ªn de incursiones en otros medios, esta especie de ni?o prodigio, un tanto farragoso a ratos, confuso a veces, siempre irrespetuoso, como cuadra a su edad y condiciones, ha trazado en algunas secuencias de su extensa obra la cr¨ªtica de una sociedad nacida de los desastres de la guerra.
Apoyado por la televisi¨®n, que parece querer borrar, subvencionando a su enemigo el cine, cierta mala conciencia, quiz¨¢ para acallar tambi¨¦n el mal recuerdo de una opini¨®n universal en contra, tras la pasada contienda, Fassbinder y su equipo, capaz de realizar filmes en un tiempo inveros¨ªmil, ha conseguido perfilar, con la ayuda de otros nombres, lo que cr¨ªtica y cinematecas han dado en llamar cine joven alem¨¢n.
Ser joven viene a ser una cuesti¨®n cronol¨®gica. Interesar al p¨²blico, raz¨®n fundamental del arte en cualquier edad. Fassbinder, m¨¢s all¨¢ de selectas minor¨ªas, lo consigue, en esta ocasi¨®n al menos, con una historia convencional, pero humana a la postre: el amor de una pareja en un ambiente hostil, un encuentro dif¨ªcil no s¨®lo por raz¨®n de edad, sino por los prejuicios raciales. Lo consigue tambi¨¦n con elocuente sobriedad, lejos del melodrama,
Brigitte Mira y Hedi Salem aparecen en ella seguros, con su verdad a flor de piel. Sus aparentes contradicciones resultan, en realidad, frustradas conversiones, retrato fiel de este realizador, que, como su pa¨ªs, entre lo que quisiera ser y lo que es, o al menos se adivina, suele acertar a veces en su deseo de ser otro, olvidando pasiones y recuerdos para afrontar un porvenir incierto en el oscuro laberinto de los buenos deseos.
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