Reflexi¨®n sobre la Universidad
Pretendo hablar de la universidad, m¨¢s concretamente, de la actual universidad espa?ola. Y de ella hay que hablar en el d¨ªa de hoy sine ira. Porque lo que nos re¨²ne aqu¨ª a todos en estos momentos -y sobre ello a nadie puede caber duda alguna- es la preocupaci¨®n por nuestra universidad. Preocupaci¨®n, debe quedar bien claro, que es un deber sentirla para todo aquel que se sienta ciudadano espa?ol, porque la universidad no es s¨®lo de nosotros, los que nos llamamos universitarios, sino que debe serlo de la sociedad toda, que la financia y la sostiene porque la necesita. Y esta es, seg¨²n creo, una cuesti¨®n fundamental.?De qui¨¦n es la universidad? La universidad no es un feudo de los universitarios, sean estos profesores, sean ¨¦stos estudiantes. Ni, por supuesto, cada c¨¢tedra o cada departamento universitario es un mandarinato de quienes los regentan, aunque sea a perpetuidad y, a veces, con pretensi¨®n de sucesi¨®n din¨¢stica. La universidad es una instituci¨®n social, como tantas, como la Administraci¨®n de la justicia. O como el municipio, y no se pertenece a s¨ª misma de ninguna de las maneras, sino que, repito, es y se debe a la sociedad toda.
Por lo que, en estos momentos, y aparte razones de amistad, los que han tenido a bien convocar este acto, no han pretendido tan s¨®lo reunir a los que ahora somos universitarios porque estamos en la universidad, sino tambi¨¦n a los que ya no lo son, pero lo fueron antes, y tambi¨¦n a los que no han podido serlo nunca. Sencillamente, se trata de una convocatoria a ciudadanos, cualesquiera que ¨¦stos sean, que se sienten comprometidos con lo que es y debiera ser la universidad de nuestro pa¨ªs, del mismo modo que cualquier otro d¨ªa pueden comprometerse ante lo que es y debiera ser la Administraci¨®n de la justicia, o con lo que es dable exigir al ayuntamiento respecto de los cometidos que le deben ser propios.
Desentenderse de lo que pasa en nuestra universidad, dar la espalda a esta exigencia social, es de idiotas, como se dec¨ªa en la Grecia cl¨¢sica, en el sentido etimol¨®gico del vocablo idiota, es decir, los ausentes de la ciudad.
Pero ?qu¨¦ es la universidad? ?Cu¨¢l es su misi¨®n? Cuando menos, las misiones de la universidad son tres: formar hombres en su tarea de tales, formar profesionales en sentido estricto que presten un servicio competente en la divisi¨®n social del trabajo, ense?ar a investigar.
?Cumple nuestra universidad estas tres funciones en el d¨ªa de hoy y a la altura de las actuales exigencias? La respuesta es, en las tres dimensiones, negativa. Como ciudadanos, los universitarios, en su mayor¨ªa, salen de las aulas sin la conciencia de que su principal deuda con la sociedad estriba en su vinculaci¨®n constante a ella, como precio que deben pagar por el pr¨¦stamo previo que la sociedad les hizo durante los a?os improductivos de su formaci¨®n. Como profesionales, los universitarios de nuestro pa¨ªs, y cualquiera sea la ret¨®rica petriotera, que no patri¨®tica, que algunos usan al respecto, somos detestables. A t¨ªtulo de ejemplo les dir¨¦ algo que suelo decir en el aula a nuestros estudiantes: en el examen de revalidaci¨®n que en Estados Unidos se lleva a cabo a los profesionales extranjeros que acuden all¨ª para su ejercicio profesional, y por lo que a la medicina respecta, los m¨¦dicos espa?oles ocupan el lugar 63 entre 64 pa¨ªses. Por lo que a la investigaci¨®n concierne, basta simplemente con hacer un balance hist¨®rico somero: lo que era nuestra universidad en las d¨¦cadas de 1920 y 1930, y lo que ha sido desde el a?o 1940 hasta ahora. Nuestra universidad de entonces estaba a la par de cualquier universidad europea, y recordemos tan s¨®lo que en ella se daban cita Cajal y su escuela, fisi¨®logos de la escuela de Pi S¨²?er y de Negr¨ªn, matem¨¢ticos de la escuela de Rey Pastor, fil¨®sofos como Ortega, Zubiri, Xirau, Gaos, Morente y Garc¨ªa Vacea, todo el plantel del Centro de Estudios Hist¨®ricos, con Men¨¦ndez Pidal, Am¨¦rico Castro, S¨¢nchez Albornoz; arabistas como As¨ªn Palacios y su grupo, etc¨¦tera. De la fecundidad y prestigio de nuestra universidad de entonces no s¨®lo da cuenta el hecho de que a ella viniesen a aprender investigadores extranjeros, sino el beneficio que del exilio de much¨ªsimos obtuvieron las universidades inglesa, estadounidense y latinoamericana. Aun cuando no sea posible imaginar que el modelo universitario de entonces pueda ser mantenido en la actualidad, en cualquier caso puede decirse que, por lo que a la investigaci¨®n concierne, la situaci¨®n de nuestra universidad es de grave indigencia.
Hace 104 a?os, un gran espa?ol, que sab¨ªa de sobra qu¨¦ cosa era una universidad y qu¨¦ cosa ser universitario, don Francisco Giner de los R¨ªos, dec¨ªa que la universidad no pod¨ªa ser en modo alguno una expendedur¨ªa de t¨ªtulos, que la formaci¨®n cient¨ªfica a impartir deb¨ªa eludir, por todos los medios, la mera yuxtaposici¨®n de saberes, aprendidos mec¨¢nicamente con miras al examen, para asumirlos cara a la creatividad. Giner de los R¨ªos conceb¨ªa la universidad -estas son sus palabras- como ?una corporaci¨®n de profesores y alumnos, en los que se ha de llamar a ¨¦stos, los alumnos, a participar en su gobierno, no s¨®lo en lo que toca a la administraci¨®n, sino en el nombramiento de rector, decano y profesores?. Porque, para Giner de los R¨ªos, ?el estudiante, no el maestro, es el primer elemento de la universidad?, y a?ade: ?Se concibe una corporaci¨®n de autodidactas, sin maestros, que cultivan por s¨ª los estudios. Una academia no viene a ser otra cosa. Y se concibe que en Bolonia los estudiantes fuesen lo primero, y que Clark, al fundar su universidad, considere que all¨ª todos son estudiantes, m¨¢s o menos adelantados o experimentados, sin la divisi¨®n en dos grupos radical y absolutamente distintos: los que dan la ense?anza y los que la reciben?. Y despu¨¦s de un an¨¢lisis de la situaci¨®n de la universidad espa?ola de su tiempo, se dirige a los j¨®venes para advertirles lo siguiente: ?La juventud es la que ha de cambiar estas verg¨¹enzas, si ha de venir de dentro el cambio. Y, aun sin quererlo, en ella, la parte principal, la direcci¨®n, toca a los estudiantes. Si el ejemplo y la presi¨®n del medio los mantienen, como ahora, en la vulgaridad, la charlataner¨ªa, la audacia y la insignificancia; si no saben hacer de la universidad una fuerza de intensa energ¨ªa que les ayude a luchar y vencer; si no aciertan a .dar una f¨®rmula real a las vagas aspiraciones que en esa edad agitan siempre el esp¨ªritu y que, sin ella, tan f¨¢cilmente lo corrompen; si no aprovechan los a?os mejores y m¨¢s pl¨¢sticos para trabajar con eslfuerzo por la transfiguraci¨®n ideal, moral, intelectual y material de su vida y persona.".., no vale la pena que hiya universidades en Espa?a?.
No creo que los requerimientos de la sociedad a la universidad de hoy sean. los mismos que en ¨¦poca de Giner de los R¨ªos. Pero si estoy por decir, sin ambages, que los ideales universitar¨ªos tienen id¨¦ntica vigencia y que, cualquiera,sea la estructura que la universidad adopte, la dignificaci¨®n moral e intelectual, el rigor intelectual y el pensamiento cr¨ªtico figuran entre las aspiraciones prioritarias con car¨¢cter intemporal. Estas aspiraciones no son megaloman¨ªacas; buena parte de la universidad de preguerra las hizo suyas como conjunto de fines y medios. Y sobre todos ellos, la conciencia del servicio a la sociedad debe ser la norma rectora de la corporaci¨®n universitaria. Todo ello exige, naturalmente, la eliminaci¨®n de cualquier tipo de intereses esp¨²reos, la renuncia al uso del puesto universitario como forma de poder, prescindir de ese infernal esp¨ªritu de cuerpo que en toda instituci¨®n, y por supuesto tambi¨¦n en la universidad, bloquea la funci¨®n propia que la caracteriza y la achabacana..
Queridos amigos: todos los que estamos aqu¨ª reunidos esta noche tenemos de com¨²n, cualquiera,sea la diferencia de matiz que en cada formulaci¨®n personal se haga, el ideal gen¨¦rico de lo que la universidad espa?ola debe ser. Entre la que debiera ser y la que es hay, como sabemos todos, un abismo. Si no existiera este abismo, ?tendr¨ªa sentido esta reuni¨®n de hoy? Pero mi gratitud hacia ustedes no se basa tan s¨®lo en lo que este acto representa de adhesi¨®n a mi persona, que es de suyo importante, sino, sobre todo, y lo digo con la rnayor sinceridad, por lo que significa de aspiraci¨®n colectiva de una universidad espa?ola recuperada en su dignidad.
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