Tiempo de verano

El tiempo pasa y el cine permanece, aunque usos y modas vayan cambiando con los a?os. Hace no tantos, llegando el verano, algunas salas se cerraban en tanto que otras, precursoras de los modernos sistemas de refrigeraci¨®n, echaban mano de solares y terrazas para no perder a sus espectadores. A veces, una tormenta imprevista interrump¨ªa la pel¨ªcula, cuya historia se reanudaba, tras de la pausa correspondiente, en el recinto normal, enriqueciendo as¨ª la intriga original con suspenses meteorol¨®gicos.M¨¢s tarde, cuando el fr¨ªo artificial se generaliz¨®, este cine estival conoci¨® un auge repentino gracias a aquellos que hu¨ªan del calor del hogar, real y nada metaf¨®rico, para gozar de un repentino bienestar inalcanzable todav¨ªa. Se lleg¨® a programar incluso estrenos anticipados y aquellas temporadas iniciadas en oto?o se adelantaron con dignas novedades.

Veranos hubo en los que estrenos se acumulaban como en busca de un tiempo perdido en invierno. Este a?o, no se sabe por qu¨¦ misterio de distribuci¨®n o exhibici¨®n, llevamos camino de soportar solamente erotismo y reposiciones.

Como no es caso de hablar una vez m¨¢s de Ben Hur, o El graduado, o Lo que el viento se llev¨®, ni de enfrentar al espectador a Inmaculada y Conchita, Calientes diecis¨¦a?os, El placer de Venus o Fruta salvaje del Caribe, henos aqu¨ª ante Contratiempo, que desde el punto de vista cinematogr¨¢fico justifica totalmente su nombre. Milena y sus problemas, un joven actor enamorado y el habitual polic¨ªa, en este caso un tanto pervertido, tratan de encontrar soluci¨®n a un eterno probl¨¦ma: c¨®mo llegar a realizar un filme estimable a partir de un gui¨®n pretencioso, un director sin imaginaci¨®n y un pu?ado de actores mediocres.