Exposici¨®n antol¨®gica de Manuel Angeles Ortiz
Cerca de doscientos cuadros se exhiben en Granada
?Yo siempre he huido de la tem¨¢tica de lo folkl¨®rico?, dijo ayer a EL PAIS el pintor octogenario Manuel Angeles Ortiz, con motivo de la inauguraci¨®n, en Granada, de una exposici¨®n antol¨®gica de su obra, organizada en su homenaje por la Direcci¨®n General del Patrimonio Art¨ªstico, del Ministerio de Cultura, en colaboraci¨®n con la Fundaci¨®n Rodr¨ªguez Acosta y el ayuntamiento de la ciudad.
El acto inaugural coincidi¨® con la ¨²ltima sesi¨®n del Festival Internacional de M¨²sica de Granada, y estuvo presidido por el ministro de Cultura, Ricardo de la Cierva, y el director general del Patrimonio Art¨ªstico, Javier Tusell.A sus 85 a?os de edad, se trata de la exposici¨®n individual m¨¢s numerosa e importante de Manuel Angeles Ortiz, con casi doscientas obras colgadas, entre ¨®leos, dibujos, grabados, lin¨®leos, cer¨¢micas, recortables, retratos a l¨¢piz de los cuatro hermanos Garc¨ªa Lorca (Federico, Francisco, Concha e Isabel), el boceto de un proyecto para un monumento a Federico y las maquetas que hizo para El retablo de maese Pedro, de Manuel de Falla.
La amplia muestra se encuentra repartida entre las salas del auditorio Falla, con un total de 106 obras, y el Carmen de la Fundaci¨®n Rodr¨ªguez Acosta, con 114. Otros 80 cuadros, llegados a Granada para la exposici¨®n, tuvieron que ser devueltos por no haber encontrado hueco en otras salas de la ciudad.
La mayor¨ªa de estas obras provienen de colecciones particulares, diferentes museos y entidades de todo el mundo, expresamente prestadas (?gracias al tes¨®n y las gestiones personales de Mar¨ªa Fortunata Prieto?) para este homenaje a su autor, de Granada. El cat¨¢logo editado de la muestra lleva un pr¨®logo de Jos¨¦ Bergam¨ªn, un estudio critico de Antonio Bonet y otro biogr¨¢fico de Antonina Rodrigo. Incluye, asimismo, fichas t¨¦cnicas de las obras expuestas, con reproducci¨®n de todas ellas. algunas en color y a gran tama?o.
Aunque jiennense de nacimiento, Manuel Angeles Ortiz lleg¨® muy peque?o a Granada con su familia y vivi¨® su infancia y juventud en la ciudad de la Alhambra, formando parte del grupo de intelectuales y artistas que se cre¨® alrededor de Manuel de Falla y Federico Garc¨ªa Lorca, en la tertulia del Rinconcillo, el caf¨¦ Alameda, en el barrio del Realejo, se puede considerar, pues, como pintor de la generaci¨®n del 27.
?Yo empec¨¦ a pintar desde muy ni?o, en el estudio que Jos¨¦ Larrocha ten¨ªa en Granada?, declara el pintor. ?Entonces, para que no tom¨¢ramos amaneramientos, nuestro profesor nos hac¨ªa cambiar siempre las cosas de postura o cambiar nosotros el ¨¢ngulo de mirarlas. Precisamente, a mis recuerdos de Larrocha y su estudio responder¨ªan a?os m¨¢s tarde mis cuadros de la serie de cabezas, que un cr¨ªtico madrile?o lleg¨® a confundir no hace mucho con granadas?.
?Naturalmente, cualquier interpretaci¨®n del arte tiene que ser siempre subjetiva. Por eso, yo, cuando alguien me dice que no entiende un cuadro, le contesto: "?Y qu¨¦ tiene usted que entender? ?Acaso entiende usted un zapato?". De todas maneras tampoco se entiende el chino si no es a fuerza de estudiarlo. Pues lo mismo pasa con la pintura, creo yo?. Con una carta de presentaci¨®n de Falla para Picasso, Manuel Angeles Ortiz lleg¨® a Par¨ªs en el a?o 1922, acompa?ado del poeta malague?o Emilio Prados y con la intenci¨®n de pasar tres meses en la capital francesa. ?Pero fue tanta la impresi¨®n que me hizo conocer a Picasso y conocer el arte moderno, que hasta entonces yo s¨®lo hab¨ªa podido intuir por mi propia sensibilidad, que al final, en vez de quedarme tres meses, me qued¨¦ nada menos que diez a?os?.
Luego, despu¨¦s de tres a?os de viajes, a partir de 1925, ya no volver¨ªa a Espa?a y a Granada hasta mediados los a?os cincuenta. Y, a pesar de la ausencia f¨ªsica, Granada nunca dej¨®, sin embargo, de estar presente en su obra. ?Todos los recuerdos de mi infancia los tengo vivos, muy vivos, y todos han influido mucho en mi obra: las calles del Realejo, las reatas de mulos, las diligencias y los viajes a la Alpujarra, los paseos por la Bola de Oro y el camino de la Fuente de la Dicha, desde donde todos los d¨ªas Federico y yo ve¨ªamos la puesta del Sol...?
?Yo empec¨¦ a hacer mis primeros albaicines, que luego se han hecho tan famosos v est¨¢n repartidos pr¨¢cticamente por todo el mundo, antes incluso de mi encuentro con el cubismo y con el arte moderno. Y empec¨¦ a hacerlos desde la Alhambra, comparando la vista de las casas y calles albaicineras con los azulejos de los patios del palacio ¨¢rabe. Despu¨¦s, en el curso de los a?os, he hecho m¨¢s de cincuenta albaicines, incluso nocturnos, que son algunos de los m¨¢s conocidos y est¨¢n hechos desde el cielo bajo, como llam¨¢bamos en mis tiempos a la plaza de los Aljibes, de la Alhambra?.
?Estando un d¨ªa en el carmen de Matamoros haciendo unos albaicines, hab¨ªa observ¨¢ndome una se?ora holandesa, que era viuda de un pintor, y que despu¨¦s de un rato se march¨® sin decirme ni p¨ªo. Yo pens¨¦ que le hab¨ªa causado un efecto desastroso, pero resulta que ella se fue a la Alhambra, al sal¨®n de Embajadores, y luego regres¨® a Matamoros a decirme que ya no podr¨ªa nunca mirar el Albaic¨ªn m¨¢s que a trav¨¦s de mis ojos?.
Con su bast¨®n y su gorrilla a cuestas, convaleciente a¨²n de una importante operaci¨®n a que fue sometido el pasado a?o (?mi recuerdo del hospital es verdaderamente espantoso?), Manuel Angeles Ortiz piensa que nada es imposible en arte y todo se puede transformar (?luego, que cada cual lo interprete como le d¨¦ la gana?), y termina recordando determinadas cr¨ªticas que a veces se han hecho contra ¨¦l y sus compa?eros de la escuela de Par¨ªs: ?Nos acusan de que ninguno de la escuela de Par¨ªs hemos podido digerir nunca la pintura de Picasso, pero el caso es que ninguno de la escuela de Par¨ªs ha pretendido nunca, que yo sepa, comerse ning¨²n cuadro de Picasso?.
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