El expansionismo mar¨ªtimo: un nuevo mapa de Espa?a
Ciertas situaciones por las que atraviesa ¨²ltimamente Espa?a -alguna de ellas gozando de plena actualidad- tienen en com¨²n su vinculaci¨®n, m¨¢s o menos directa, con el mar. Entre las m¨¢s candentes se encuentran las graves dificultades en materia de pesca y, en un sentido m¨¢s amplio y difuso, nuestra posici¨®n dentro de lo que, usualmente y no sin cierta ambig¨¹edad, se viene denominando atlantismo. Entre ambos extremos se sit¨²an toda una serie de hechos conectados con los usos del oc¨¦ano que, d¨ªa a d¨ªa, adquieren una importancia creciente. En estas l¨ªneas me propongo introducir sucintamente un reducido n¨²mero de cuestiones que estimo ofrecen un especial inter¨¦s.En 1958 la I Conferencia del Mar, celebrada en Ginebra, puso en marcha un proceso de profundos cambios legales (originados, a su vez, por la pol¨ªtica de hechos consumados de varios pa¨ªses americanos) mediante el cual los Estados con litoral ¨ªniciaban la expansi¨®n de su soberan¨ªa sobre ¨¢reas mar¨ªtimas cada vez m¨¢s extensas. En esta din¨¢mica expansionista, calificada por algunos autores como nacionalismo mar¨ªtimo, se han llegado a delimitar una serie de zonas que van desde las doce millas para el mar territorial (aguas sometidas a la plena soberan¨ªa del Estado) a las doscientas millas en la denominada zona econ¨®mica exclusiva (ZEE), que en la pr¨¢ctica se configura como un espacio sujeto a una soberan¨ªa restringida: ?derechos de exploraci¨®n y explotaci¨®n, conservaci¨®n y administraci¨®n de los recursos naturales, tanto vivos como no vivos, del lecho y subsuelo del mar y las aguas suprayacentes ( ... ), jurisdicci¨®n con respecto a instalaciones y estructuras, investigaci¨®n y preservaci¨®n del medio?.
Transformaci¨®n del mapa territorial
Veamos algunas de las consecuencias que para Espa?a se derivan de este proceso de oceanizaci¨®n del planeta. En el gr¨¢fico adjunto se presenta un resultado aproximado una vez establecida la ZEE de doscientas millas en todo el litoral (hasta el momento se han firmado convenios para la delimitaci¨®n de la plataforma continental y mar territorial con Italia y Francia; el firmado con Portugal a¨²n no est¨¢ ratificado, y se ha establecido legalmente el r¨¦gimen de las doscientas millas para las aguas atl¨¢nticas). Con la anexi¨®n de estos espacios queda configurado un nuevo mapa del territorio sometido a soberan¨ªa espa?ola, en el cual quedar¨ªa diluida la secular silueta de la piel de toro. Este nuevo mapa territorial implicar¨ªa que el espacio sujeto a soberan¨ªa se ver¨ªa triplicado: aproximadamente, 1.713.122 kil¨®metros cuadrados, de los que 1.208.160 kil¨®metros cuadrados corresponder¨ªan al ¨¢rea mar¨ªtima, y 504.962 kil¨®metros cuadrados son los que integran el territorio pen¨ªnsular m¨¢s Baleares y Canarias. Esto supone que, a escala internacional, Espa?a se sit¨²e en el decimosexto lugar por la extensi¨®n de su ZEE entre 110 pa¨ªses.
El mapa mar¨ªtimo-terrestre ofrece adem¨¢s una disposici¨®n en la que cabe se?alar, por un lado, el englobamiento del archipi¨¦lago Balear -enclavado ahora en aguas totalmente espa?olas y como una extensi¨®n del territorio peninsular-, mientras que la situaci¨®n de las islas Canarias acentuar¨ªa su aislamiento por la ruptura que supone la intercalaci¨®n de aguas portuguesas y marroqu¨ªes.
El problema de los recursos
A pesar de la apreciable extensi¨®n de las zonas mar¨ªtimas, es necesario efectuar importantes matizaciones en cuando a las posibilidades que entra?an estos nuevos espacios de cara a su explotaci¨®n y aprovechamiento. La escasa amplitud de la plataforma continental -lugar donde se encuentran la mayor¨ªa de los recursos y donde tecnol¨®gicamente son m¨¢s accesibles- supone que Espa?a contin¨²a careciendo de importantes caladeros para la actividad pesquera, y dado que el resto de las aguas oce¨¢nicas a su vez son apropiadas por otros paises, ello significa que seguir¨¢ manteniendo una amplia dependencia para la captura de recursos vivos. Las posibilidades de acceso a nuevos recursos parecen limitadas, por ahora, a los yacimientos, ya conocidos y en curso de exploraci¨®n de gas e hidrocarburos. No obstante, la gama de recursos de procedencia marina se va ampliando apreciablemente.
Un espacio coiiflictivo
La formalizaci¨®n de los l¨ªmites para la ZEE suscita una variedad de situaciones no exentas de conflictividad debido a la concurrencia de intereses con otros Estados. La posici¨®n geogr¨¢fica de la pen¨ªnsula e islas implica que la zona econ¨®mica exclusiva se solape con las de otros pa¨ªses, por lo que para su establecimiento se requiere la negociaci¨®n con Francia, Italia, Portugal, Marruecos, Argelia y la Rep¨²blica Arabe Saharaui Democr¨¢tica; a esto hay que a?adir la cuesti¨®n del paso por el estrecho de Gibraltar de una de las m¨¢s ?mportantes rutas internacionales de navegaci¨®n, y que dada la anchura m¨¢xima del estrecho de veinticuatro millas, sus aguas quedan sujetas a la plena soberan¨ªa de Marruecos y Espa?a.
Por otro lado, la importancia de la extensi¨®n superficial mar¨ªtima lleva a centrar la atenci¨®n en ciertos caracteres posicionales. La duplicidad de fachadas mar¨ªtimas se ve ahora reforzada por la apropiaci¨®n de importantes ¨¢reas del Atl¨¢ntico y el Mediterr¨¢neo; la situaci¨®n de Espa?a sigue caracteriz¨¢ndose por su doble adscripci¨®n al marco atl¨¢ntico y mediterr¨¢neo: ?implica esta circunstancia que la posesi¨®n de una mayor parte de algunos de estos dominios acentuar¨ªa su atlantismo o su mediterraneismo? Me limitar¨¦ a enfatizar que dichos t¨¦rminos han perdido en gran medida su contenido geogr¨¢fico para adquirir connotaciones sutancialmente socioecon¨®micas y psicol¨®gicas. La adscripci¨®n a uno u otro ¨¢mbito -o la doble militancia- viene dada por un acto de voluntarismo politico, de una parte, y de otra es el resultado del lugar asignado en el reparto de los bloques hegem¨®nicos.
En el plano de las relaciones internacionales la extensi¨®n de la soberan¨ªa presenta otro hecho no menos llamativo: nuestro Estado pasa de contar con dos fronteras (Francia y Portugal) a seis con la nueva situaci¨®n (las dos anteriores m¨¢s Italia, Marruecos, Argelia y la Rep¨²blica Arabe Saharaui Democr¨¢tica). Es obvio que, al menos potencialmente, se incrementan las posibilidades de tensiones internacionales, que no quedan circunscritas al ¨¢mbito de la defensa nacional, sino que se hacen extensivas a todo lo relacionado con el control y conservaci¨®n de los recursos naturales, tal como ha quedado patentizado en el conflicto originado por el buque ?Rainbow Warrior?, de la organizaci¨®n ecologista Green Peace.
El inventario de problemas y situaciones que van surgiendo con los usos del oc¨¦ano es amplio y abierto, en su mayor¨ªa de car¨¢cter in¨¦dito, abarcando desde el derecho a la tecnolog¨ªa. Su resoluci¨®n es hoy una carrera por la apropiaci¨®n de los ¨²ltimos espacios libres y el dominio de sus recursos. Lo que Naciones Unidas proclamaba en 1967 como ?patrimonio com¨²n de la humanidad? hace tiempo que ha empezado a ser un espejismo...
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.