"Qu¨¦ buena est¨¢ la presi"
?Qu¨¦ buena est¨¢ la presi, la presi qu¨¦ buena est¨¢?, cantaban los mozos, con m¨²sica de Mar¨ªa. Lo que m¨¢s le gust¨® de la corrida a los mozos fue la presi, y a m¨ª, tambi¨¦n. La presi, en vez del presi, bonita innovaci¨®n. La presidencia de la corrida le correspondi¨® a la concejala Maruja Oyaga de UCD, lleg¨® al y palco muy bien presentada, con trap¨ªo, blusa roja, chaqueta blanca, pelo estirado hacia el mo?o, donde luc¨ªa rojos claveles reventones, ol¨¦ con ol¨¦ la presi. Los duelos de una corrida tost¨®n, con presi guapa son menos. Cuando los diestros te aburren a derechazos, siempre queda el recurso de mirarle los ojos a la presi. Gran hallazgo. Es cosa impensable en Madrid. No imagino a la afici¨®n mir¨¢ndole los ojitos al comisario Corominas. Pero bueno, tampoco es que la corrida de ayer resultara del todo negativa. Por ejemplo, Espartaco, en su primero, ech¨® las dos rodillas al suelo, dio media docena de pases ganando terreno hasta los medios, y all¨ª, otra media docena de derechazos en redondo, y, luego el de pecho, todito todo de rodillas, como lo oyes. Arm¨® el taco, y no era para menos. La ovaci¨®n fue estruendosa. El p¨²blico se puso como loquito. Cualquiera le explicaba al p¨²blico que el toro era santo, un dije, una maravilla para el toreo, de pie, sentado o genuflexo. El efecto de los rodillazos -que tienen m¨¦rito, a ver qui¨¦n lo niega- estaba conseguido.Y al aire de este efecto sigui¨® una largu¨ªsima faena de pie, que val¨ªa bien poco, ning¨²n arte, ninguna inspiraci¨®n, ning¨²n gusto en la espuerta de derechazos que peg¨® el espartaquito cuando ten¨ªa un torillo de az¨²car, para engolosinarse y engolosinar al aficionado m¨¢s estricto y al cr¨ªtico m¨¢s perverso (en realidad, con perd¨®n, s¨®lo hay uno as¨ª, pero le llaman la perversa).
Plaza de Pamplona
S¨¦ptima corrida de sanfermines. Cuatro toros del marqu¨¦s de Domecq, bien presentados, manejables. Primero, sobrero de Maribel Ibarra, sospechoso de pitones. Cuarto, de Salvador Guardiola, serio y noble. Angel Teruel: pinchazo atravesado trasero y bajo (silencio). Otro pinchazo igual (palmas). Ni?o de la Capea: pinchazo, estocada atravesada, que asoma, y dos descabellos (silencio). Pinchazo y bajonazo (silencio). Espartaco: estocada desprendida (dos orejas).Pinchazo y estocada ca¨ªda (vuelta).
La impresi¨®n de los rodillazos, que se perd¨ªa en la marejada de derechazos, volvi¨® a recuperarla el jovenc¨ªsimo, bullicioso y sonriente Espartaco al irse detr¨¢s de la espada y salir rebotado del volapi¨¦, con lo cual gan¨® de sobra las dos orejas, y no cay¨® el rabo a¨²n no nos explicamos por qu¨¦. En el sexto, que ten¨ªa media arrancada, estuvo valent¨®n y redonde¨® con ¨¦l una tarde de triunfo, que subrayaron las pe?as aclam¨¢ndole: ? ?Torero, torero, torero! ?. Pues qu¨¦ bien, como dec¨ªa el inolvidable Curro Meloja.
Teruel, ya se sabe: pulcro, despacioso, desligado, relamido. Ni?o de la Capea, sin sorpresas: violento, destemplado, forzado, zapatillazo aqu¨ª y all¨¢. Los toros no es que fueran un dechado de clase, pero manejables, s¨ª, y les pod¨ªan haber hecho mejores cosas; entre otras muchas, el toreo. Es curioso el contraste de Teruel y Ni?o de la Capea. Fijaros en sus zapatillas. Teruel las mima, anda como de puntillas, es el sigiloso; Ni?o de la Capea las destroza, pega zapatillazos, es el cucarachero.
Hab¨ªa ilusi¨®n por la corrida del marqu¨¦s, que tan buena sali¨® el a?o pasado en esta feria, y la verdad es que defraud¨®. Bien presentada, en cambio no fue ni brava ni fuerte. El primero se parti¨® un pit¨®n contra un burladero, nada m¨¢s saltar al ruedo, y fue sustituido por un ejemplar de Ibarra, que daba la sensaci¨®n de afeitado. El cuarto era un Guardiola largo y serio, de poca fuerza y bastante bondad. En fin, la corrida no tuvo nada de particular. La presi, en cambio, s¨ª.
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