Divorcio a la espa?ola
Si hubiera que analizar con cierto rigor este ¨²ltimo filme de Pedro Mas¨® y Azcona, habr¨ªa que empezar aclarando a qu¨¦ clase de p¨²blico apunta. Su historia va dirigida, sobre todo, a los desencantados. Pero no a los desencantados de la posible democracia justamente porque creen en ella, sino a aquellos otros, bien distintos por cierto, que m¨¢s o menos desean su fracaso. Aquellos que por ¨ªnter¨¦s, por miedo al porvenir o simplemente por desconocimiento callaron durante largos a?os, miden ahora cada minuto o a?o como si el tiempo de su historia particular debiera medir las asambleas de los diputados.Burlarse de ¨¦stos, cualquiera que sea su filiaci¨®n, que no se especifica y al mismo tiempo tratar con respeto tradicional a los antiguos tribunales eclesi¨¢sticos es mostrar una verdad a medias compensada con el recurso maniqueo de que la juventud tiene siempre raz¨®n y s¨®lo los mayores viven un mundo anquilosado y sordo.
El divorcio que viene
Gui¨®n: Pedro Mas¨® y Rafael Azcona. Director.- Pedro Mas¨®. Fotograf¨ªa: Alejandro Ulloa. M¨²sica:Juan Carlos Calder¨®n. Int¨¦rpretes: Jos¨¦ Luis L¨®pez V¨¢zquez, Jos¨¦ Sacrist¨¢n, Amparo Soler Leal, M¨®nica Randall, Amparo Bar¨®, Mar¨ªa Kosly, Alberto Closas, Agust¨ªn Gonz¨¢lez, Florinda Chico, Guillermo Mar¨ªn. Espa?a. Humor. 1980. Local de estreno: Capitol
Bien es verdad que los j¨®venes no acuden a esta clase de cine, pero sus padres, s¨ª, y esa tercera edad paga por unos y otros a la hora de la verdad, que no es otra que la de acercarse a la taquilla.
Todo esto deber¨ªa decirse si la pel¨ªcula en cuesti¨®n tuviera la intenci¨®n de tratar el problema del divorcio en Espa?a desde cualquier perspectiva medianamente v¨¢lida, desde el lado humano o con verdadero sentido del humor, pero no es ¨¦ste el caso, aunque, en honor a la verdad, su p¨²blico responde.
A medias entre el disparate y la comedia, Mas¨® ha tenido el acierto en esta ocasi¨®n de olvidarse de aventuras en pa¨ªses m¨¢s o menos lejanos y situar su historia por estas latitudes, bas¨¢ndola, sobre todo, en la labor de un pu?ado de buenos actores. Salvando algunos excesos y reiteraciones, alg¨²n toque burdo en el que la m¨²sica suele ser c¨®mplice, puede decirse que todos est¨¢n bien, en especial L¨®pez V¨¢zquez y Sacrist¨¢n, d¨²o excelente que hace re¨ªr con recursos de buena ley, dando sentido a sus personajes, cuando el gui¨®n se lo permite. Lo mismo puede decirse de Amparo Soler y M¨®nica Randall, Alberto Closas o Guillermo Mar¨ªn, secundados por un nutrido reparto de rostros de la tele.
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