El valle alto del Lozoya: las vacaciones tranquilas de la mayor¨ªa silenciosa
El valle alto del Lozoya es tradicionalmente el lugar de veraneo de la clase media madrile?a, sin grandes posibilidades econ¨®micas, pero que en los meses de can¨ªcula no mira demasiado la peseta. Familias preocupadas porque sus hijos no aguanten en el horno de la capital los meses de julio, agosto y septiembre, y que prefiere gastarse los ahorros en el alquiler de una casa por toda la temporada, o todo el a?o, antes que salir huyendo s¨®lo veinte d¨ªas a una de las zonas de lujo de la costa.
En el valle alto del Lozoya, las vacaciones adquieren un agradable sabor modesto, tranquilo, sin ostentaciones superfluas ni esnobistas, y los pocos detalles que se advierten de esta ¨ªndole est¨¢n claramente fuera de lugar. La ¨²nica discoteca de Rascafr¨ªa se llama, muy en plan era espacial, Galaxia 2000, pero su anuncio luminoso dedica el 80% del espacio a recomendarnos que bebamos coca-cola; el edificio tiene toda la pinta de ser un pajar reacondicionado apresuradamente, y las gallinas son las due?as de las inmediaciones en las horas de agobio.Los peque?os comerciantes del pueblo, poco amigos de lujos innecesarios, se limitan a poner sobre las puertas de sus casas-tiendas un r¨®tulo de letras negras sobre fondo blanco, sencillitos y puramente informativos, sin ninguna funci¨®n est¨¦tica, que advierten al veraneante que el n¨²mero tal de la calle tal no s¨®lo alberga a una familia, sino una tienda de alimentaci¨®n, pescader¨ªa, peluquer¨ªa u otra cualquiera. Y dado que los madrile?os van a pasar all¨ª los tres meses y tienen que' dosificar sus ahorros, la pasteler¨ªa del pueblo s¨®lo abre los viernes, s¨¢bados y domingos, seg¨²n anuncio de cart¨®n adherido en ¨¦l cristal.
La vida transcurre pl¨¢cidamente y la gente no busca nada m¨¢s. A Rascafr¨ªa no se va a vestirse el esmoquin para entrar en la sala de fiestas nocturna, ni a exhibir el ¨²ltimo atrevimiento de la moda, imprescindible en Benidorm y de alguna forma tambi¨¦n encajable en el ambientecillo de ca¨ªda de tarde de El Escorial.
Al valle alto del Lozoya se puede entrar por el puerto de Cotos, desde Navacerrada, o el puerto de Morcuera, desde Miraflores de la Sierra, o desde la carretera de Burgos, a la altura del kil¨®metro 69. Por cualquiera de los tres accesos el visitante apreciar¨¢ paisajes de gran belleza, a veces suaves laderas y otras de farallones monta?osos cortados a pico, por lo que se recomienda conducir muy despacio en tramos de hasta seis kil¨®metros. En el centro del valle, a lo largo de la carretera comarcal, se pasa por Lozoya, Pinilla del Valle, Alameda, Oteruelo y finalmente Rascafr¨ªa. M¨¢s all¨¢ est¨¢ el puerto de Cotos, las estaciones invernales de Valcotos y Valdesqu¨ª, el parador -hoy hotel de cuatro estrellas de El Paular, anexo al monasterio del mismo nombre-, la laguna de Pe?alara y la Bola del Mundo, entre otros puntos de atracci¨®n para excursionistas de fin de semana y residentes veraniegos.
Ha sido precisamente el fomento del turismo interior el que ha cortado uno de los grandes problemas de Rascafr¨ªa. En las estaciones invernales y El Paular trabajan unas cien personas deI pueblo, y eso ha asentado a la gente joven, que ya no necesita marcharse a Madrid a ganarse la vida. Sin embargo, todo tiene un I¨ªmite, y el ayuntamiento no est¨¢ dispuesto a que Rascafr¨ªa pase a ser un n¨²cleo de poblaci¨®n depreciado y desvalorizado respecto a un incremento de nuevas urbanizaciones exagerado.
En Rascafr¨ªa, como en el resto de los pueblos del valle, las familias de veraneantes son en su mayor¨ªa viejos conocidos de los lugare?os, porque pasar tres meses all¨ª durante muchos anos, y a menudo tambi¨¦n los fines de semana menos duros del invierno o las vacaciones de Semana Santa, fomentan ciertos lazos de amistad, aunque su ejercicio sea temporero. De ah¨ª que los madrile?os no recorren las calles del pueblo como territorio conquistado, y que las viejas sigan haciendo sus labores de ganchillo en la puerta de sus casas a la ca¨ªda de la tarde y sin sentirse apabulladas. Es distinto aguantar turistas que convivir con veraneantes.
30.000 pesetas el metro cuadrado de chal¨¦
Sin embargo, los precios en verano suben demasiado, y esta especulaci¨®n de bajos vuelos preocupa al alcalde, Manuel Canencia, electricista, de ideolog¨ªa socialdem¨®crata, candidato en las listas del PSOE, que no sabe muy bien c¨®mo cortarla, porque en el pueblo no hay fuerzas vivas suficientes para constituir una comisi¨®n de precios que deje las cosas en su justo lugar.Tambi¨¦n los robos a los pisos de las urbanizaciones de los alrededores, s¨®lo cuatro y una m¨¢s grande, la de Los Grifos, comienza a ser un problema inquietante. Los asaltantes no pueden llevarse mucho, tal vez un televisor o algo as¨ª, pero es suficiente para agriar el verano a una familia que ha pagado 100.000 pesetas por el alquiler de una casa por todo el a?o. o que ha firmado letras para pagar los tres o cuatro millones de pesetas (a una media de 30.000 pesetas el metro cuadrado) que puede costar un chalecito adosado.
Dentro de esa t¨®nica de sociolog¨ªa de clase media, la droga ha hecho su aparici¨®n en Rascafr¨ªa, tambi¨¦n sin originar conflictos preocupantes. Los j¨®venes le dan como mucho al chocolate, y m¨¢s o menos todos saben qui¨¦nes fuman y tal vez qui¨¦n pasa, pero a¨²n no ha hecho falta ordenar a la Guardia Civil que tome medidas de vigilancia especial. No existen problemas de orden p¨²blico, propios de las grandes aglomeraciones, sean asentamientos continuos o de temporada. La tranquilidad s¨®lo se ve perturbada, y de forma muy molesta, por cierto, por los j¨®venes que atraviesan la carretera con sus motos a todo gas, que tampoco corren mucho, pero hacen un ruido infernal y pueden atropellar a los cr¨ªos que juegan en la plaza.
A las siete de la tarde de un lunes, seis personas hacen cola ante la puerta del practicante. El local es el mismo del m¨¦dico y est¨¢ situado en la planta baja del edificio consistorial, un tanto coquet¨®n, con su fachada blanca y roja y sus ventanas altas. Concebido para gestionar los intereses de una localidad peque?a, el despacho del alcalde no tiene silla que ofrecer a los visitantes porque no hay espacio suficiente, y la mesa de traba o de aqu¨¦l apenas sobrepasa las dimensiones de un pupitre escolar.
A las ocho, el practicante ha satisfecho los requerimientos de las seis personas. Por la ma?ana de los lunes, mi¨¦rcoles y viernes, un solo m¨¦dico atiende a las necesidades de la poblaci¨®n, que se acerca a las 5.000 personas en verano -unas 1.300 el resto del a?o, contando con los habitantes de Oteruelo del Valle, que a efectos administrativos depende de Rascafr¨ªa-. Por las tardes se puede pedir tambi¨¦n los servicios de un facultativo, privado, previo pago de la consulta. Las aguas del Lozoya y de un afluente que atraviesa el pueblo son limpias y frescas, pero su pureza est¨¢ seriamente amenazada por los trabajos del Icona, que abre veredas o taludes sin respetar el hecho de que la tierra, falta de la contenci¨®n natural de la vegetaci¨®n, se diluya en la corriente de los riachuelos. El ayuntamiento, sin embargo, prescindi¨® de los servicios de un m¨¦dico que recomendaba medidas higi¨¦nicas tan severas y fuera de lugar que alarmaban innecesariamente a los veraneantes. Lo que se viene haciendo ahora es clorar el agua y a?adirle sales minerales. El sabor se estandariza, pero ¨¦stas son las exigencias higi¨¦nicas actuales.
Tambi¨¦n tranquilidad pol¨ªtica
Tampoco la pol¨ªtica altera la vida cotidiana, ni el alcalde est¨¢ dispuesto a que lo haga. En los ¨²ltimos d¨ªas tuvo que dar orden a la Guardia Civil de que retirara una serie de carteles que aparecieron por todo el pueblo, firmados por Fuerza Nueva, convocando a los actos conmemorativos del 18 de julio. La orden se refer¨ªa s¨®lo a los carteles pegados en la fachada de la casa consistorial, que no pueden servir de soporte para la propaganda de ning¨²n grupo pol¨ªtico sin permiso municipal. El resto sigue donde se pusieron y nadie se ha molestado en arrancarlos, tacharlos o neutra lizarlos con frases de ideolog¨ªa opuesta. El valle sirve de segunda vivienda a personalidades de reconocida tendencia derechista, como Antonio Gibello, ex director de El Alc¨¢zar (as¨ª se llama su chal¨¦. El se?or Gibello tuvo la osad¨ªa de colocar en la fachada de ¨¦ste un r¨®tulo con la inscripci¨®n calle de Antonio Gibello, y el alcalde lo mand¨® quitar), o el general Iniesta Cano.As¨ª que, aparte de incidentes anecd¨®ticos, se puede decir que en Lozoya, Rascafr¨ªa y los demas pueblos, las vacaciones transcurren muy sosegadamente. Los atractivos tur¨ªsticos son puramente los naturales, la sierra, el aire fresco, los paseos al atardecer, y los artificiales, un cine, unadiscoteca, un pub quedan limitados a los fines de semana y al mes de agosto, que es cuando viene el cabeza de familia, que durante el resto de la semana y del a?o trabaja en Madrid.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.