Autonom¨ªa municipal
Estamos inmersos en una gran confusi¨®n ideol¨®gica, terminol¨®gica y conceptual sobre determina dos mejor seria decir sobre muchos temas de nuestra vida. Cada uno empleando el mismo vocablo quiere decir una cosa distinta, seg¨²n su propia definici¨®n pol¨ªtica o la finalidad que pretende lograr. Uno de estos t¨¦rminos es el de la autonom¨ªa municipal. El Diccionario de la Real Academia de la Lengua explica que ?autonom¨ªa es la potestad que dentro del Estado pueden gozar municipios, provincias, regiones u otras entidades de ¨¦l, para regir intereses peculiares de su vida interior?... Su reflejo legal se contiene en varios art¨ªculos, especialmente el 140 y siguientes de la Constituci¨®n Espa?ola.
Pues, partiendo de ¨¦sta noci¨®n, cada d¨ªa o¨ªmos quejas de los responsables municipales de no poder ejercer esa autonom¨ªa, y a la vez la permanente solicitud al Gobierno de una mayor ayuda econ¨®mica para poder ejercerla. Y aqu¨ª existe una clara contradicci¨®n. Si se aspira a una autonom¨ªa de gesti¨®n -l¨ªmite de la autonom¨ªa municipal-, se reh¨²sa la tutela de la Administraci¨®n y se quieren s¨®lo controles de ?¨²ltima instancia? -Tribunale de Justicia y Tribunal de Cuentas del Reino-, ante quien rendir balances de gesti¨®n, no se puede, al mismo tiempo, estar pidiendo ayuda econ¨®mica, porque ¨¦sta implica necesariamente un control. El que da debe saber para qu¨¦ lo da y el buen uso de lo que se entrega.
En el Ayuntamiento de Madrid olmos constantemente un lastimoso quejido acerca de la penuria econ¨®mica a que lo tiene sometido el Gobierno de la naci¨®n, y se llega, con exceso en la expresi¨®n, a hablar de situaci¨®n de bancarrota.
Pues no es verdad. Ni el Ayuntamiento de Madrid est¨¢ en bancarrota, ni su anterior -en arioi- administraci¨®n financiera lo ha puesto en esa tesitura, ni el Gobierno tiene a los municipios -y menos a los grandes- en penuria econ¨®mica.
Jam¨¢s un Gobierno ha ayudado m¨¢s -econ¨®micamente- a los municipios como ocurre ahora, y en especial al Ayuntamiento de Madrid, hoy gobernado por los partidos de izquierda. Y esta no es una ?filosof¨ªa?, sino una realidad traducida en hechos. Presupuetos de liquidaci¨®n de deudas, absorbiendo el Estado parte de la carga financiera (50%) y el resto consignada en los presupuestos ordinarios de varios ejercicios; aumento ostensible de la participaci¨®n en los impuestos del Estado; recargo sobre el consumo de carburantes, aval para acudir a cr¨¦ditos exteriores, etc¨¦teras. ?Que, al mismo tiemPo, la Administraci¨®n ha retrasado el pago de algunas liquidaciones? Cierto tambi¨¦n, pero, por favor, no confundamos a la opini¨®n p¨²blica hablando de bancarrota, cuando, a lo m¨¢s, se trata de iliquidez de tesorer¨ªa.
Y t¨¦ngase en cuenta cue en estos momentos de circunstancias econ¨®micas dif¨ªciles, lo importante es administrar bien y con cautela, pues las dificultades de tesorer¨ªa provienen no s¨®lo del retraso en las liquidaciones de la Administraci¨®n, sino tambi¨¦n de los defectos propios. Se solicita ayuda econ¨®mica y se incluyen en el presupuesto ordinario gasto voluntarios para actividades puramente pol¨ªticas y dejando fuera gastos obligatorios; se solicita ayuda para paliar el d¨¦ficit de la EMT y se incrementa, voluntariamente, el mismo con operaciones tan con trovertidas como la absorci¨®n de las l¨ªneas perif¨¦ricas; en estos momentos de dificultad econ¨®mica, se sigue c¨®ntratando personal y adjudic¨¢ndose obras por concierto directo; se pide una ley de transportes que permita financiar la parte del costo empresarial que no cubre la tarifa, pero se reh¨²ye hablar de la mayor participaci¨®n directa de los municipios a trav¨¦s de sus finanzas que implicar¨ªa una mayor justicia, para evitar que el transporte urbano de las grandes ¨¢reas lo financiaran los ciudadanos de otras entornos.
En definitiva, que son estos momentos los de aut¨¦ntica restricci¨®n en la administraci¨®n propia. Son muchos los objetivos a cumplir y pocos los medios, y hay que hacer una pol¨ªtica selectiva y no querer abordarlos todos, r¨¢pidamente, para presentar una mejor gesti¨®n.
Y aqu¨ª estriba el punto de la autonom¨ªa municipal. Gesti¨®n propia y, a la vez, propia responsabilidad. Que hay demasiados controles, de acuerdo, suprimanse; pero aceptemos sus consecuencias l¨®gicas, que no son otras que valerse por s¨ª mismo. A mi juicio, mientras se est¨¦n solicitando ayudas econ¨®micas -cr¨¦nitos o subvenciones-, hay que aceptar el control del dispensador de la ayuda. Llegar¨¢ un momento en que esto no sea necesario, pero, mientras tanto, en un periodo transitorio, habr¨¢ que recibir ayuda, y aqu¨ª el Gobierno est¨¢ acusando gran sensibilidad y est¨¢ otorgando esa ayuda. No se diga, al menos, lo contrario.
Y dediqu¨¦mosnos los ayuntamientos cuanio antes, a resolver -en aplicaci¨®n de la pol¨ªtica de lo concreto, que es la puramente municipal- los problemas de los vecinos, sin buscar resultados ideol¨®gicos. El desencanto de los vecinos, al vernos en las sesiones municipales esgrimir brillantes argumentos en defensa de tesis partidistas, es, evidentemente, creciente.
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