Irlanda del Norte, una soluci¨®n pol¨ªtica casi imposible
Irlanda del Norte es uno de los puntos permanentemente conflictivos de Europa. Los enfrentamientos entre la mayor¨ªa protestante y la poderosa minor¨ªa cat¨®lica se han cobrado, desde 1969, 2.000 muertos, y la violencia, con altibajos, no ha remitido desde que Eire adquiriera su condici¨®n de Estado libre, en 1921. La radicalizaci¨®n entre ambos bandos, los protestantes desean permanecer unidos a Gran Breta?a y los cat¨®licos se orientan hacia la fusi¨®n con la Rep¨²blica de Irlanda, dificulta enormemente la consecuci¨®n de una salida pol¨ªtica a este contencioso hist¨®rico. Un enviado especial de EL PAIS cuenta, desde Belfast, la situaci¨®n actual en Ulster.
El tren, perteneciente a los Northern Railways, atraviesa, raudo y veloz, los verdes campos de Eire en direcci¨®n a Belfast. Atr¨¢s queda la bulliciosa Dubl¨ªn, capital de una Rep¨²blica en pleno desarrollo, un pa¨ªs en paz y una poblaci¨®n alegre y despreocupada que, recesi¨®n aparte, est¨¢ orgullosa de lo que ha conseguido en una d¨¦cada, principalmente como consecuencia del ingreso de Irlanda en el Mercado Com¨²n.Dos horas y media despu¨¦s, once libras y setenta peniques en dinero, el viajero llega a la capital de Ulster tras una breve parada en Drogheda, donde todav¨ªa son visibles las inscripciones de bienvenida al Papa, que tuvo en la peque?a ciudad una de las recepciones m¨¢s tumultuosas de su periplo irland¨¦s.
A pesar de no haber abandonado la isla, el viajero se da cuenta de que ha llegado a otro mundo. La tensi¨®n es visible por doquier. Antes de llegar a la estaci¨®n central de Belfast, las pintadas se suceden en los muros. ?El poder a los provos?. ?Libertad para Meehan?. ?IRA?.
En las calles de la ciudad, el ambiente es aparentemente de normalidad... Los chicos vocean los peri¨®dicos, las mujeres compran y los hombres, cartera de ejecutivo en mano, entran y salen de los edificios de oficinas. Sin embargo, el ambiente no enga?a a nadie. En las zonas peatonales, los ciudadanos son registrados a la entrada y salida de la calle mientras que muros de cemento, coronados por setos de espino, cortan la v¨ªa p¨²blica. Peri¨®dicamente, el peat¨®n se cruza con carros blindados del Ej¨¦rcito desde donde los fusiles autom¨¢ticos y las metralletas apuntan amenazadoramente.
2.000 muertos desde 1969
En el Ulster, o Irlanda del Norte, se han producido, desde el comienzo de los disturbios y la llegada de las tropas brit¨¢nicas, en 1969, unos 2.000 muertos, aunque la situaci¨®n de seguridad, en lo que va de a?o, ha mejorado sensiblemente en comparaci¨®n con el a?o anterior, lo que ha permitido a las autoridades brit¨¢nicas la retirada de 1.500 soldados de la provincia.Sin embargo, esta retirada de tropas ha estado compensada por un incremento en el aumento de las fuerzas de polici¨¢ locales, el Royal Ulster Constabulary, que en estos momentos tiene unos efectivos de 7.500 personas, entre hombres y mujeres. El prop¨®sito de las autoridades brit¨¢nicas es ir traspasando paulatinamente las funciones de seguridad (Law and Order) a la polic¨ªa manteniendo al Ej¨¦rcito en reserva para operaciones, puramente militares antiterroristas en las zonas negras del territorio, South Armag y Crossmaglen, en la frontera con la Rep¨²blica y ?territorio franco? de los provisionales del IRA (Ej¨¦rcito Republicano Irland¨¦s).
Los prop¨®sitos est¨¢n todav¨ªa muy lejos de ser alcanzados, principalmente ante el recelo que la poblaci¨®n cat¨®lica siente hacia los miembros de la polic¨ªa, que, a pesar de una intensa campa?a de reclutamiento realizada por las autoridades, est¨¢ compuesta principalmente por protestantes.
La retirada de las tropas es, por el momento, un objetivo absolutamente impracticable. Si hay algo en lo que todos los habitantes de Irlanda del Norte est¨¢n de acuerdo es que la retirada de las fuerzas militares conducir¨ªa a un enfrentamiento de imprevisibles consecuencias entre las dos comunidades, que terminar¨ªa en un blood bath (un ba?o de sangre). Incluso los pol¨ªticos de ambos bandos de la provincia, que no est¨¢n particularmente contentos con ser administrados directamente desde Londres, insisten, cuando piden, cada uno desde su prisma particular, una vuelta al autogobierno, en un control sobre las fuerzas de seguridad.
Con los planteamientos actuales, intentar resolver la actual situaci¨®n en Ulster equivale a resolver la cuadratura del c¨ªrculo. Mientras Londres insista en aplicar el derecho de autodeterminaci¨®n a Ulster, olvidando los derechos de las minor¨ªas y el principio de integridad territorial de los pa¨ªses, la situaci¨®n permanecer¨¢ como hasta ahora con los altibajos que se quiera.
"Somos brit¨¢nicos"
Porque aplicando s¨®lo las urnas, la realidad es que, de 1.500.000 habitantes que pueblan los 70.282 kil¨®metros cuadrados de la provincia, un mill¨®n son protestantes y no quieren ni o¨ªr hablar de la reunificaci¨®n de Irlanda, ?we are british? (?somos brit¨¢nicos?), y los otros 500.000 son cat¨®licos y su objetivo ¨²ltimo es convertirse en ciudadanos de una Irlanda un¨ªda. ?Londres no puede abandonar a su suerte a un mill¨®n de ciudadanos que quieren seguir siendo ciudadano del Reino Unido y cuyas costumbres y creencias son radicalmente diferentes a las del Sur?, me dec¨ªa un funcionario de la Oficina de Irlanda del Norte.Y en Dubl¨ªn, por su parte, un imporante cargo del Ministerio irland¨¦s de Relaciones Exteriores, declaraba a este corresponsal: ?No podernos abandonar a su suerte a la minor¨ªa cat¨®lica del Norte, cuya determinaci¨®n y coraje, en medio de las circunstancias m¨¢s adversas, merece todo apoyo?.
Llegado a este punto, hay que aclarar que la inmensa mayor¨ªa de la poblaci¨®n cat¨®lica es opuesta a la violencia y que los pol¨ªticos cat¨®licos, entre ellos los dirigentes del partido mayoritario cat¨®lico, el Socialdem¨®crata Laborista (SDLP), de John Hume, son considerados por los provisionales como traidores y colaboracionistas, por estar empe?ados en conseguir una soluci¨®n democr¨¢tica al problema de Ulster que excluya el terrorismo.
El problema de Irlanda del Norte es una consecuencia directa de la pol¨ªtica de particiones, tradicionalmente practicada por Gran Breta?a y que tan tr¨¢gicos resultados ha aportado en la convivencia internacional en el presente siglo. Con Irlanda se inici¨® la pol¨ªtica de particiones que luego ser¨ªa aplicada con tr¨¢gicos resultados en Palestina, el subcontinente indio y Chipre, por citar s¨®lo unos ejemplos.
Irlanda contaba con cuatro provincias tradicionales, Ulster, Conacht, Munster y Leinster. En 1921, y como consecuencia de la guerra anglo-irlandesa, Londres decide la proclamaci¨®n del Estado libre de Irlanda y traza una l¨ªnea arbitraria en Ulster.
La provincia, que ten¨ªa nueve condados, es reducida a seis, naturalmente en los que la poblaci¨®n protestante es mayoritaria. Tras la proclamaci¨®n del Estado libre, el Gobierno brit¨¢nico celebra un refer¨¦ndum, en Ulster, de los seis condados para determinar si los habitantes deseaban continutar en el Reino Unido o unirse al Sur de Irlanda. El resultado estaba cantado de antemano. La mayor¨ªa de Ulster decide seguir dentro del Reino Unido.
La partici¨®n no s¨®lo afecta al Norte, sino que su efecto es total en la pol¨ªtica del Sur. Los dos partidos irlandeses est¨¢n totalmente marcados por ella. As¨ª, mientras el Fine Gael acepta la existencia del Estado libre de Irlanda, y se compromete a conseguir la reunificaci¨®n por medios pac¨ªficos, el Fianna Fail no acepta la divisi¨®n y sigue la lucha. Eamon de Valera ha sido la figura legendaria del segundo.
Con menor intensidad que hace sesenta a?os, las tensiones se dejan sentir entre los dos partidos. El l¨ªder de la oposici¨®n, Garret Fitzgerald, ha ped¨ªdo al actual primer ministro, Charles Haughey, que condene las actividades que desplieban en Estados Unidos. Haughey, partidario de la negociaci¨®n con Gran Breta?a, se encuentra presionado por el ala extrema de su partido para que adopte una pol¨ªtica m¨¢s agresiva con relaci¨®n al Norte, y a medida que la fecha de las elecciones generales se acerca - 1982-, Ulster volver¨¢ a convertirse en el t¨®pico n¨²mero uno de la campa?a electoral.
Londres, entre tanto, ha producido -tras dos meses y medio de conversaciones entre el poder central y los pol¨ªticos de Irlanda del Norte- un libro blanco que, como era de esperar, no ha satisfecho a nadie. Ni a Dubl¨ªn, porque no le d¨¦ vela en el entierro, ni a los cat¨®licos, porque no considera una dimensi¨®n irlandesa del problema, y a los protestantes tampoco, porque cualquier intento de compartir el poder con los cat¨®licos es considerado anatema.
Sin embargo, contra todo pron¨®stico, las conversaciones continuar¨¢n y, como comentan los funcionarios de la Oficina de Irlanda del Norte, ya es un milagro que se sentaran en Londres, en torno a la misma mesa, el dirigente de los unionistas democr¨¢ticos, el reverendo Ian Paisley, y los dirigentes cat¨®licos. El intento aparente del actual secretario de Estado para Irlanda del Norte, Humphrey Atkins, es aislar a los unionistas oficiales, el partido mayoritario protestante que se niega a participar en las reuniones, y esperar que el partido de Paisley, que est¨¢ en alza, se convierta en mayoritario. ?No hace falta convencer a todos los protestantes?, me comentaba un funcionario, ?sino s¨®lo a parte ?.
Aunque energum¨¦nico, Paisley es considerado como habilid¨ªsimo pol¨ªtico tanto por Londres como por Dubl¨ªn, en cuyos c¨ªrculos se cree que en el futuro ser¨ªa posible encontrar un acomodo.
El problema es un verdadero reto para la imaginaci¨®n de los pol¨ªticos y la crisis econ¨®mica que actualmente padece la provincia, en la que, como siempre, la peor parte la llevan los cat¨®licos, no ayuda a encontrar soluciones r¨¢pidas, donde no hay harina. todo es moh¨ªna, y esta misma semana las cifras de desempleo en Irlanda del Norte han batido todos los r¨¦cords, con 85.000 parados, lo que supone un 14,9% de la poblaci¨®n trabajadora.
A pesar de los esfuerzos de las autoridades provinciales por atraer capital extranjero, traducidos en el establecimiento de unas cincuenta compa?¨ªas, 34 de ellas americanas, la industria est¨¢ basada en dos sectores, el textil y el de astilleros, que son, junto al sider¨²rgico, los m¨¢s afectados por la actual recesi¨®n mundial.
No se puede hablar, pues, de un brillante futuro econ¨®mico del Ulster a medio plazo, y esta es una de las causas que algunos pol¨ªticos en Eire creen que producir¨¢ el di¨¢logo final entre las dos Irlandas.
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