Un liberal competitivo
Joaqu¨ªn Garrigues Walker, un liberal competitivo. En una entrevista publicada en EL PAIS, el 9 de diciembre de 1979, despu¨¦s de haber superado su primera grave crisis de salud, desde el escepticismo, confesaba: ?Lo que pase despu¨¦s de que uno se muera, la verdad, no me produce un entusiasmo indescriptible. Yo, como digo, ya he hecho mi esquela: Ministro de Obras P¨²blicas, diputado por Madrid; ministro adjunto a la Presidencia y diputado por Murcia. Es una esquela razonablemente presentable; la puedo ver reproducida gr¨¢ficamente?.Un cierto sentido de la superioridad, del humor, del desprendimiento- s¨®lo se aprecia aquello de lo que se ha carecido, s¨®lo hay desprendimiento de aquello que se ha recibido-, han sido caracter¨ªsticas fundamentales de este irrepetible Joaqu¨ªn Garrigues Walker que ahora perdemos. As¨ª lo reconoc¨ªa ¨¦l mismo en las referidas declaraciones a este peri¨®dico: ?No es sentido de superioridad, pero lo que s¨ª me pasa es que, tal vez por mi formaci¨®n o deformaci¨®n, por haber vivido fuera, y por tener un cierto sentido del esplendor y de la tragedia.... pues, en fin. Yo siempre les digo a los hijos cuando sufren -y los hijos sufren mucho cuando les dejan las novias-, pues les digo que la vida en el fondo es una maravilla, en el esplendor y en la tragedia. Y en el dolor tambi¨¦n ?.
Joaqu¨ªn Garrigues Walker, un liberal competitivo pero refractario al fanatismo, al sectarismo, de quienes querr¨ªan instrumentalizar su figura. Transido de la contradicci¨®n que tomar parte en la carrera pol¨ªtica significa. ?El problema es cu¨¢nto grado de contradicci¨®n se puede resistir y c¨®mo se lleva uno con ella. La m¨ªa?, afirmaba, ?no es apabuHante y gigantesca; es una contradicci¨®n soportable. No me lleva a la locura?.
Al contemplar su figura y el contexto en el que se ha desarrollado su carrera pol¨ªtica se cobra la impresi¨®n de que el personaje no actuaba precisamente ante su p¨²blico. Para encarnar el papel de un liberal competitivo es claramente favorecedor que el patio de butacas acoja espectadores-part¨ªcipes familiarizados con las reglas de ese luego. Capaces de sintonizar con un cierto sentido del riesgo. ?Siempre he tenido la sensaci¨®n de que hay que estar en la frontera?, dec¨ªa en su entrevista, ?que siempre hay que arriesgarse, permanentemente, hasta el punto de perderlo todo. Esta ha sido mi filosof¨ªa vital?.
Toda la definici¨®n de un pr¨®cer. En las ant¨ªpodas de los sentimientos y actitudes de sus compatriotas contempor¨¢neos, a quienes las penurias y escaseces experimentadas les han vacunado contra toda veleidad de riesgo o desprendimiento. Joaqu¨ªn Garrigues Walker es una excepci¨®n sublime en su generaci¨®n, tal vez equivocada de pa¨ªs, sin apenas puntos de contacto, salvo para la admiraci¨®n ola envidia, con el grueso de esas nuevas oleadas de espa?oles embarcados en el tr¨¢nsito hacia la democracia.
Su muerte deber¨ªa ser un est¨ªmulo que propiciase una reflexi¨®n colectiva sobre nuestras metas pol¨ªticas y los medios puestos en juego para alcanzarlas. Pero sobre esa muerte, se cierne la amenaza de expropiaci¨®n de valores y significados en favor de un peque?o c¨ªrculo de fieles admiradores que parecen empe?ados en reducir el liberalismo a una cartilla con las soluciones para todo, equiparable al Ripalda o a los catecismos marxistas de hace unos a?os, capaces de explicar lo mismo la guerra de las dos rosas que la subida de alquileres en Palencia.
?Lo que podr¨ªamos hacer si tuvi¨¦ramos detr¨¢s un pa¨ªs como Estados Unidos de Norteam¨¦rica!, se cuenta que coment¨® un d¨ªa presidente Su¨¢rez al l¨ªder de la oposicion socialista, Felipe Gonz¨¢lez. Pues, a la inversa, lo que hubiera podido dar de s¨ª Joaqu¨ªn Garrigues Walker si su lucha competitiva hubiera tenido por delante una sociedad como la americana. Aqu¨ª, en la pen¨ªnsula Ib¨¦rica e islas adyacentes, el climna social no favorece estos intentos. Hay que tener una moral de hierro para predicar la cruzada de la libre empresa en un pa¨ªs donde durante lustros los nego cios se han movido alrededor de las concesiones del Bolet¨ªn Oficial del Estado, los circuitos privilegiados del cr¨¦dito, las subvenciones y, en caso de venir mal da das, la nacionalizaci¨®n.
Entre los probables instrurnentalizadores de la figura impar de Joaqu¨ªn Garrigues Walkler, menudean gentes que carecen de su talla y que han sido briIlantemente descritos por la plurria del ex ministro, ahora desaparecido, en aquellos art¨ªculos inolvidables donde acu?¨®, para s¨ª mismo, el pseud¨®nimo de Jacinto Galinga V¨¢zquez.
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