Razones ¨¦ticas del radicalismo
Dentro de la hasta ahora llamada ?nebulosa radical? ha emergido recientemente en el Club Internacional de Prensa de Madrid el autodenominado Grupo Radical. Y en la primera declaraci¨®n se presentan como herederos del ?socialismo ut¨®pico? decimon¨®nico, del ?republicanismo?, en cuanto elemento ¨¦tico del que carece la restauraci¨®n borb¨®nica mientras no sea mayoritariamente aprobada y del ?laicismo? en cuanto a su decisi¨®n de reducir los poderes eclesi¨¢sticos.Dejar¨¦ de lado su posici¨®n referente al socialismo ut¨®pico decimon¨®nico. Por la brevedad de la nota de prensa que conocemos creemos se refieren al socialismo premarxista, al de ra¨ªces proudhomnianas y libertarias. Y para perfilar mejor, al que Fernando de los R¨ªos llamaba ?socialismo humanista?, en contraposici¨®n al socialismo leninista.
Tambi¨¦n dejar¨¦ para otros, m¨¢s competentes y especializados, el an¨¢lisis de la intenci¨®n laicista. Creemos que en una sociedad democr¨¢tica han de convivir y han de conllevarse los confesionales y los laicos. Y que del di¨¢logo civilizado entre ambas familias espirituales se derivar¨¢n bienes en la ideolog¨ªa y la praxis cultural y social.
Lo que s¨ª pretendo comentar, porque est¨¢ en el campo de mi militancia pol¨ªtica, es la pretendida dimensi¨®n republicana del nuevo grupo radical. Al declarar que son republicanos en cuanto elemento ¨¦tico, abordan una dimensi¨®n capital y crucial de la vida pol¨ªtica espa?ola.
En efecto, todos sabemos que esta nueva ?galaxia radical? ha surgido entre las coordenadas pol¨ªticas del post-institucionismo y del post-aza?ismo. Son los herederos y disc¨ªpulos de la obra cultural de la Instituci¨®n Libre de la Ense?anza, como los admiradores y continuadores de la obra pol¨ªtico-social del presidente Aza?a, los que han cre¨ªdo poder contarse entre los adelantados de una nueva formaci¨®n, que aspira a llenar un nuevo espacio pol¨ªtico. Precisamente en este momento en que el juego democr¨¢tico entre el poder y la oposici¨®n est¨¢ casi bloqueado. El partido en el Gobierno parece haber agotado sus posibilidades y el mayor partido de la oposici¨®n no aparece todav¨ªa como credible. Los polit¨®logos se?alan que en estos casos un nuevo partido bisagra, aunque sea minoritario, como los liberales en Alemania Federal o los giscardianos en Francia, puede ser la clave de una nueva din¨¢mica pol¨ªtica.
En teor¨ªa, la planificaci¨®n es perfecta, porque la opini¨®n radical existe en el pa¨ªs profunda y, por otro lado, su configuraci¨®n pol¨ªtica es necesaria en la mec¨¢nica institucional de un r¨¦gimen de democracia parlamentaria. Pero para ser operacional tiene que delimitar su campo de juego pol¨ªtico, contar con instrumentos de acci¨®n -es decir, contar con diputados y senadores- y organizarse como partido pol¨ªtico, con todas sus consecuencias, y no como un mero grupo de presi¨®n m¨¢s o menos testimonial o nost¨¢lgico.
En estos momentos ello s¨®lo es posible con una doble erosi¨®n en las dos bandas, m¨¢s o menos sim¨¦tricas, de los dos grandes partidos. El equipo o grupo parlamentario radical, ?el que de verdad podr¨ªa arrancar parcelas de poder?, podr¨ªa configurarse con el ala izquierda y socialdem¨®crata de UCD y con el ala derecha y tambi¨¦n socialdem¨®crata del PSOE. Para llenar con nombres, este nuevo espacio pol¨ªtico, s¨®lo faltasentido del riesgo y de la oportunidad. El pol¨ªtico de raza sabe siempre en qu¨¦ momento ha de abandonar viejas fidelidades formales para proyectarse en nuevos campos de acci¨®n. Aunque a veces ello le lleve al destierro en el interior o al exilio en el exterior.
Otra f¨®rmula ser¨ªa la creaci¨®n, fuera del espacio parlamentario, de un nuevo movimiento de opini¨®n radical que presionara para obtener pronto nuevas elecciones con la pretensi¨®n de llevar al nuevo Parlamento una minor¨ªa substancial que fuera el ¨¢rbitro o el catalizador de una nueva mayor¨ªa, seg¨²n decidiera aliarse con uno y otro de los partidos hasta hoy mayoritarios. Esta parece ser la intenci¨®n secreta de algunos de los hombres que en forma m¨¢s o menos cr¨ªptica, nos han llegado corno patrocinadores de esta nueva' hip¨®tesis pol¨ªtica que viene fortalecida por el tremendo deterioro del ?est¨ªo negro? que vivimos y en la perspectiva del ?oto?o siniestro? que parece esperarnos. Como escrib¨ªa hace unos d¨ªas Ana Mar¨ªa Romero, comentando la tragedia apocal¨ªptica del Pa¨ªs Vasco, las cosas van llegando a unos l¨ªmites que parecen hacer ya ?insoluble? toda nueva situaci¨®n.
Por todo ello, parece haber sonado la hora de decir, con esp¨ªritu radical que etimol¨®gicamente significa llegar a la ra¨ªz de las cosas- que si este u otro llamado grupo radical afirma su republicanismo, esta posici¨®n es un paso de graves consecuencias en el equilibrio pol¨ªtico actual. Porque si en la Constituci¨®n se ha escrito que ?la soberan¨ªa nacional reside (en el pueblo?, ello significa que el pueblo es el ¨²nico creador de la legitimidad. Y que toda la larga lucha de los constitucionalistas de C¨¢diz, de los liberales y progresistas del siglo pasado, de los reformistas y regionalistas ysocialistas hasta hoy para defender los principios de la soberan¨ªa nacional, nos conducir¨¢n pronto como ¨²nica soluci¨®n al tema del refer¨¦ndum sobre la forma de Estado y de Gobierno ?que cuando sea mayoritariamente aprobada?, como escriben los del nuevo grupo radical, dar¨¢ toda la fuerza de la legitimidad a la forma pol¨ªtica que decida el pueblo.
Porque la legitirnidad es algo que, como dec¨ªa el Ricardo II de Shakespeare, refiri¨¦ndose a la grandeza, ?es algo que s¨®lo se conoce ella misma?. ?Greatness knows itself?, puede decirse igual del sentimien,to de grandeza como del de legitimidad. El general De Gaulle, en Londres, s¨®lo y sin reconocimiento oficial de ning¨²n pa¨ªs, encarnaba la legitimidad. Porque representaba la Francia que el pueblo hab¨ªa votado en las ¨²ltimas elecciones libres y constituyentes. Igual podemos aplicar hoy el caso del Estado espa?ol.
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