Los "ingenuos e inofensivos pajarit¨®Iogos", pioneros de las asociaciones ecologistas
Hace unos tres a?os, un departamento de la Administraci¨®n espa?ola envi¨® un cuestionario a todos los grupos ecologistas de los que ten¨ªa noticia, para informar se de cu¨¢ntos eran, c¨®mo funcionaban y qu¨¦ objetivos ten¨ªan. Nuestros funcionarios perd¨ªan el tiempo. Al margen de que muchos grupos se negaron a contestar cuando las cartas llegaron a su destino, es posible que ya hubieran dejado de existir la mitad de las asociaciones que ten¨ªan en su lista y que hubieran surgido otras tantas por lo menos. Una de las principales caracter¨ªsticas de los grupos ecologistas es que dejan de ser activos antes de que nadie pueda controlarlos. No porque jueguen a la clandestinidad, cosa desconocida en el ecologismo, sino porque surgen y desaparecen con una rapidez enorme, lo que constituye el mayor secreto de su permanente vitalidad.
Nadie sabe, ni los propios ecologistas, cu¨¢ntos grupos hay en Espa?a. Posiblemente se hayan fundado desde 1970, a?o cero del ecologismo, alrededor de quinientos grupos
El ecologismo surgi¨® a principios de los a?os setenta en todo el mundo, sin que nadie fuera por ah¨ª predicando la buena nueva. La explicaci¨®n a este fen¨®meno est¨¢ en que en el ecologista primero fue la praxis y luego la ideolog¨ªa. Los grupos surgieron localmente, como reacci¨®n a de terminadas agresiones de la sociedad industrial al medio natural y a la calidad de vida. Las personas se agrupan en asociaciones ecologistas para autodefenderse o resolver alg¨²n problema concreto, y s¨®lo bastante despu¨¦s suelen adquirir lo que se podr¨ªa llamar filosof¨ªa o ideolog¨ªa ecologista. Es notorio que en el origen de numerosas organizaciones ecologistas fueron un elemento clave los llamados pajarit¨®logos, personas aficionadas a la ornitolog¨ªa y a las ciencias naturales, que en un principio s¨®lo luchaban en la defensa del medio natural que soporta la fauna y la flora; es decir, los bosques, las zonas h¨²medas, las sierras y las costas, pero que m¨¢s tarde pasaron a luchar tambi¨¦n contra la agricultura intensiva, las industrias contaminantes y el urbanismo especulativo.
Otros grupos nacieron sumamente especializados para luchar por un tema concreto que les afectaba. As¨ª, se crearon decenas. de comit¨¦s antinueleares en los numerosos pueblos y comarcas cercanos a los emplazamientos de las centrales nucleares, que s¨®lo se dedican a luchar contra la energ¨ªa de origen at¨®mico. Tambi¨¦n existen grupos de lucha contra las minas de uranio, contra las autopistas o de apoyo a la agricultura biol¨®gica, las energ¨ªas blandas, etc¨¦tera.
Esta diversidad ha creado un conglomerado de grupos que se suelen encuadrar bajo el ep¨ªgrafe de ?ecologistas?, pero que tienen tres tendencias muy,definidas. Por un lado, las asociaciones centradas b¨¢sicamente en la defensa de la naturaleza, agrupadas en la Coordinadora para la Defensa de las Aves (Coda), en la que est¨¢n integradas veintinueve entidades conservacionistas; por otro lado, los grupos netamente antinucleares y afines, encuadrados muchos de ellos en la Coordinadora Antinuclear del Estado Espa?ol, y finalmente las asociaciones con un espectro de actividades muy amplio, integradas tanto en la Coda como en la Coordinadora Antinuclear, y uno de cuyos m¨¢ximos exponentes son los veinticuatro grupos ecologistas que engloba la Federaci¨®n de Amigo's de la Tierra (FAT).
Los primeros pasos del ecologismo
La primera asociaci¨®n ecologista fundada en Espa?a fue AEORMA (Asociaci¨®n Espa?ola para la Ordenaci¨®n del Territorio y el Medio Ambiente), creada en el a?o 1970. Esta organizaci¨®n agrup¨® a una serie de personas que posteriormente jugar¨ªan un importante papel en otras asociaciones ecologistas. En AEORMA militaron Josep-Vicent Marqu¨¦s, Mario Gaviria, Luis Bartolom¨¦, Pedro Costa Morata, Jos¨¦ Gimeno, Joaqu¨ªn Ara¨²jo, Ram¨®n Tamames, Juan Ignacio S¨¢enz D¨ªez, etc¨¦tera; sin embargo, el personaje m¨¢s conocido y pol¨¦mico de aquella asociaci¨®n fue su secretario general, Carlos Carrasco Mu?oz de Vera, infatigable propagador de las ideas de AEORMA, pero que fue cesado de su cargo por una asamblea de socios celebrada en Valladolid, en junio de 1976, acusado de utiizar a la asociaci¨®n para satisfacer su af¨¢n de protagonismo. La negativa de Carrasco a abandonar su cargo de secretario general supuso el fin de AEORMA, ya que ¨¦sta fue abandonada por sus m¨¢s destacados militantes.
La ¨¦poca durante la cual AEORMA desarroll¨® su intensa actividad coincidi¨® con los cinco ¨²timos a?os del franquismo. No se puede afirmar que fueron tiempos f¨¢ciles; sin embargo, AEORMA supo mantener la postura m¨¢s radical y cercana al cologismo actual de todos los grupos fundados durante la primera mitad de la d¨¦cada de los setenta. Su documento m¨¢s famoso fue el Manifiesto de Benidorm, una declaraci¨®n de principios, hecha p¨²blica en junio de 1974, que recog¨ªa por primera vez las principales reivindicaciones de los ecologistas.
En 1971 se hab¨ªan constituido ANAN (Asociaci¨®n Navarra de Amigos de la Naturaleza) y Ascan (Asociaci¨®n Canaria para la Defensa de la Naturaleza); en 1972 se fundaron Ana (Asociaci¨®n Asturiana de Amigos de la Naturaleza) y ATAN (Asociaci¨®n Tinerfe?a de Amigos de la Naturaleza), y en 1973, el GOB (Grupo Ornitol¨®gico Balear), Adega (Asociaci¨®n para la Defensa Ecol¨®gica de Galicia), Anse (Asociaci¨®n de Naturalistas del Sureste) y ANAO (Asociaci¨®n de Naturalistas de Andaluc¨ªa Oriental).
Por iniciativa de ANAN, todas estas asociaciones, a las que se unieron otras reci¨¦n fundadas, como Depana (Liga para la Defensa del Patrimonio Natural de Catalu?a), Aexan (Asociaci¨®n Extreme?a de Amigos de la Naturaleza) y Asdeman (Asociaci¨®n Salmantina, para la Defensa del Medio Ambiente), celebraron en septiembre de 1974 la primera convenci¨®n nacional de asociaciones de amigos de la naturaleza, que se celebr¨® en la Universidad de Navarra, y en cuyo acto de apertura intervino hasta el rector de dicha universidad y el alcalde de Navarra en aquellas fechas.ADENA, 35.000 socios y un elevado presupuesto
Eran otros tiempos, en los que la imagen del ecologismo pol¨ªtico no exist¨ªa, y se cre¨ªa que aquello que se estaba gestando era algo parecido a la Asociaci¨®n para la Defensa de la Naturaleza (ADENA), fundada en 1968 por una serie de personalidades, entre las que destacaban F¨¦lix Rodr¨ªguez de la Fuente, el duque de Calabria, el cazador Jaime de Fox¨¢, los profesores Valverde y Bernis y numerosos industriales y personajes de las altas finanzas, que ve¨ªan con agrado la creaci¨®n en Espa?a de una sucursal de la WWF (Fondo Mundial para la Vida Animal), organizaci¨®n a la que pertenecen pa¨ªses de todo el mundo y que financia proyectos de defensa de la naturaleza en todos los puntos del planeta.
ADENA nunca fue demasiado coherente con sus propios, estatu tos, ya que ni funcion¨® como fondo, cuya finalidad es recaudar dinero para realizar acciones proteccionistas, ni como asociaci¨®n comprometida seriamente en la lucha contra las agresiones a la naturaleza. Su postura siempre ha sido moderada, y sus actuaciones no han sido las de una asociaci¨®n que lleg¨® a tener 35.000 socios y a manejar presupuestos anuales de m¨¢s de catorce millones de pesetas, que, seg¨²n algunos ex miembros, eran dilapidados en pagar a ciertos cargos directivos.
Muchos de los grupos reunidos en Navarra, especialmente AEORMA y Ana, estaban lejos de ser asociaciones meramente de ?protecci¨®n de la naturaleza?, y aunque los tiempos y posiblemente el poco rodaje no daban para m¨¢s, en ellas se estaba gestando el embri¨®n del ecologismo. Prueba de ello es que en las conclusiones de Navarra se ped¨ªa ya una moratoria nuclear, se protestaba por la instalaci¨®n de empresas multinacionales contaminantes en Espa?a.
En septiembre de 1975, Ana organiz¨® en Oviedo la segunda convenci¨®n de asociaciones de amigos de la naturaleza. Los naturalistas, como se conoc¨ªa entonces a los ecologistas, comenzaban a molestar demasiado y a perder parte de su encanto para algunos sectores. En las conclusiones de Oviedo se dedicaba un apartado a lamentar ?la falta de facilidades y obstaculizaci¨®n por parte de la Administraci¨®n cuando se denuncian acciones que atentan contra el patrimonio com¨²n, en beneficio de determinados ciudadanos?.
La tercera convenci¨®n, programada para 1976, no lleg¨® a celebrarse, al disolverse aquel a?o AEORMA, la asociaci¨®n encargada de organizarla. AEORMA fue la primera asociaci¨®n ecologista que despareci¨® de la escena p¨²blica, despu¨¦s fueron disolvi¨¦ndose grupos de menor importancia, mientras que otros que llegaron a jugar un papel destacado, como Ana o ANAN, sufrieron un importante baj¨®n en sus actividades. Por lo general, las asociaciones ecologistas que se han sucedido hasta ahora han solido tener un primer a?o de consolidaci¨®n, otro de actividad incesante y otro de decadencia, para luego aletargarse y ceder paso a otros grupos nuevos y llenos de vitalidad. La media de socios que suelen alcanzar se sit¨²a en las quinientas personas, principal fuente de financiaci¨®n, con cuotas entre trescientas y mil pesetas, de las actividades de la asociaci¨®n, que normalmente suelen ser llevadas a cabo por un n¨²cleo nunca muy numeroso, pero tremendamente eficaz. Cuando las cuotas no son suficiente, lo que ocurre con frecuencia, los grupos acuden a la venta de pegatinas cuestaciones, festivales, etc¨¦tera, que les suelen sacar de apuros.
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