Obreros agr¨ªcolas, gobierno civil y empleo comunitario
Los ¨²ltimos incidentes en Badajoz, que recogi¨® EL PAIS (11-7-1980), vienen a recordarnos otra vez el problema de los obreros agr¨ªcolas y la pol¨ªtica que se sigue con ellos.Los obreros del campo, jornaleros o braceros, todav¨ªa numerosos en el Sur, forman un grupo social que tiende a desaparecer, pero que puede tardar quince a?os en reducirse a la mitad. contando siempre con la vuelta a la prosperidad industrial y a las facilidades de empleo en los otros sectores. Esto significa que debemos considerarles como un fen¨®meno actual para todo lo que queda de siglo en Espa?a, y no como una pieza de museo que que importante en otras ¨¦pocas de nuestra historia, seg¨²n se oye decir a algunos agraristas. El deseo de simplificaci¨®n no nos puede llevar hasta ese extremo, pero como siempre hay que simplificar y m¨¢s a¨²n cuando se escribe con el espacio tan limitado. seleccionar¨¦ puntos que, a mi juicio (desde una observaci¨®n directa), caracterizan el problema en la Espa?a de hoy.
Los obreros agr¨ªcolas son los ¨²ltimos proletarios del pa¨ªs. Como sus contratos laborales tienen una duraci¨®n muy corta, de un d¨ªa o de varios d¨ªas, cada obrero pone a la oferta su trabajo con tanta frecuencia e inelasticidad que el mercado. con escasa demanda (pues se prefieren cultivos que no exigen mano de obra), se acerca a las condiciones te¨®ricas de salario de mera subsistencia. Sin embargo, el salario por jornada eventual dista mucho de ser bajo, ya que la posici¨®n de equilibrio es tal que los jornales pagados en las ¨¦pocas punta deben compensar de alg¨²n modo la falta de ingresos durante los largos per¨ªodos de paro. El jornalero parado vive gracias al cr¨¦dito de una tienda de comestibles, cuyo tope var¨ªa mucho, seg¨²n las expectativas de recobrar el dinero: suele fiarse hasta siete mil pesetas y en algunos casos, hasta diez o quince mil, cobrando m¨¢s caros los alimentos, a manera de inter¨¦s.
Pocas son las fuerzas sociales, adem¨¢s de los sindicatos y partidos de izquierda, que se preocupan por la suerte de los jornaleros, aunque s¨®lo sea para darles confianza en s¨ª mismos y apoyo moral. Electoralmente, su peso no es despreciable, pero tampoco decisivo, lo m¨¢s grave es el distanciamiento entre los obreros del campo y los peque?os agricultores, que se observa tan claramente en el Sur, no en todos los pueblos, por supuesto. sino m¨¢s bien all¨ª donde las familias ?labradoras? ten¨ªan antes una posici¨®n econ¨®mica y un status superior. Estas familias se sienten obligadas por ahora a votar lo contrario que vota el obrero. En cambio, los ?nuevos agricultores? que recibieron tierras del IRYDA son de izquierdas por regla general, como ocurre visiblemente en las Vegas de Badajoz, aunque convivan con los jornaleros y los contraten para trabajos de temporada.
A pesar del cr¨¦dito de la tienda, los obreros del campo dif¨ªcilmente podr¨ªan resistir el paro, si no fuera por la semana que trabajan al mes, como t¨¦rmino medio, en el empleo comunitario. El hecho de que casi todos los fondos de su presupuesto se administren directamente por el gobierno civil, que los distribuye con libertad de criterio entre los ayuntamientos. hace pensar hasta qu¨¦ punto se concibe el empleo comunitario como una medida de orden p¨²blico. Un enfoque tan limitado tiene sus inconvenientes, y no s¨®lo porque pueda redundar injustamente en desprestigio de alcaldes y concejales, al fin y al cabo, el dinero termina llegando con la misma escasez y retraso a todos los pueblos, y no parece que haya grandes variaciones en la distribuci¨®n local. Pero se introduce un espinoso factor de politizaci¨®n en una esfera que deber¨ªa ser puramente administrativa. Los alcaldes tienen que visitar continuamente los gobiernos civiles, y si esto es bueno para progresar en relaciones p¨²blicas y comprensi¨®n general, es malo cuando se obliga al alcalde rural, una y otra vez, a ir como pidiendo un favor. Si adem¨¢s, el gobernador civil no es persona bien elegida, porque su imagen inspira poca confianza a los l¨ªderes sindicales o porque se rodea y se deja influir por el caciquismo provinciano de su propio partido, o porque reacciona con cierto personalismo a las cr¨ªticas y ataques, o porque sencillamente se lleva mal con los partidos de la oposici¨®n, la situaci¨®n suele deteriorarse.
Los obreros agr¨ªcolas no conocen sus derechos laborales en el empleo comunitario, ni nadie, creo yo, los conoce tampoco muy bien. La Magistratura puede inhibirse en estos litigios, declarando una falta esencial de contrato de trabajo, aunque tampoco se entiende
Perfectamente una cosa as¨ª, ya que los jornaleros prestan, sin duda, un trabajo a alguien, sea quien sea.
La soluci¨®n a largo plazo pasa por la industrializaci¨®n y el desarrollo econ¨®mico, pero a corto plazo, habr¨ªa que encontrar unos cauces menos discrecionales y personales, m¨¢s democr¨¢ticos, Para el reparto de un subsidio que, si ya es discriminatorio, no vemos la raz¨®n para que se convierta tambi¨¦n en provocativo y querellante.
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