Ottawa, primera ciudad del mundo con servicio de taxi automatizado con ordenador
Aunque Ottawa no es la primera ciudad del mundo, ni en tama?o ni en actividad, s¨ª que va a ser la primera ciudad del planeta que disponga de un servicio de taxi totalmente automatizado, seg¨²n informa la agencia France Presse.Cada uno de los cuatrocientos taxistas afiliados a la compa?¨ªa Blue Line dispone ya, o va a disponer, de una peque?a pantalla terminal y de un microordenador, conectados por radio al ordenador central. Esto le facilitar¨¢ el contacto con su pr¨®ximo cliente, aunque tambi¨¦n puede ser empleado para transmitir mensajes personales, y todo ello sin esfuerzo de comprensi¨®n o de memoria, puesto que el mensaje es visual y permanece.
La idea surgi¨® hace cuatro a?os en la mente de Don Montgomery, presidente de la compa?¨ªa, para quien las deficiencias del servicio de radio constitu¨ªan el pan de cada d¨ªa. Los clientes, descontentos por los retrasos, insuficiencias, errores, etc¨¦tera, se orientaban hacia otras compa?¨ªas para encontrar en ellas, por otra parte, los mismos problemas, caracter¨ªsticos de todos los servicios de taxi del mundo.
Ante la b¨²squeda, por parte de los conductores, para quienes la rapidez con la cual se encuentra un cliente es sin¨®nimo de rentabilidad, de nuevas v¨ªas, se empez¨® a desarrollar, hace aproximadamente dos a?os, un sistema experimental que llevaba la inform¨¢tica al servicio del taxi.
La ciudad est¨¢ ahora, a efecto del transporte por medio de taxi, dividida en sectores. En cada sector, los taxis son puestos en una secuencia de espera. La primera llamada telef¨®nica que solicita un taxi es trasladada al cerebro central del sistema por la operadora telef¨®nica, gracias a una consola, y el mensaje llega al primer coche que est¨¢ en esa lista de espera. Para la operadora, el cuestionario que aparece sobre la pantalla es siempre el mismo. Ella no tiene que llenar nada m¨¢s que blancos. De esta forma, el riesgo de olvidar el n¨²mero de la calle o de confundirse de nombre desaparece. El cerebro, cuya memoria contiene todos los nombres de calles, se?ala inmediatamente su error.
El taxista, desde su asiento, sin molestia sonora alguna, como la que existe en los radio-taxi, puede, mientras oye m¨²sica, leer en su pantalla la direcci¨®n del cliente que se le ofrece. Puede aceptar la oferta o rechazarla en treinta segundos. Si lo hace, baja la bandera, pone su contador en marcha y pregunta al ordenador todos los datos necesarios: direcci¨®n u otros. Gracias al cerebro electr¨®nico del servicio de taxis de Ottasva ser¨¢ posible tambi¨¦n el servicio de recogida a clientes a hora fija de la ma?ana, salvo ?s¨¢bados y domingos?, por ejemplo, o modificaciones en el horario de los clientes, as¨ª como citas en aeropuertos o estaciones en d¨ªas previstos, a una hora exacta.
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