Elogio estival de la filosof¨ªa
Se escucha frecuentemente que la filosof¨ªa es una disciplina alejada de la realidad pol¨ªtica, y que sus adeptos viven en lo que se ha dado en llamar ?torre de marfil? o ?casa de cristal?, algo as¨ª como un lugar para la tranquilidad y el ocio desde donde se contempla, sin pasi¨®n y con indiferencia, al resto del pa¨ªs. Quienes piensan realmente, saben que esto no es as¨ª.Es posible que jam¨¢s en la histeria de Espa?a se haya promovido el desarrollo de la filosof¨ªa -de manera totalmente incosciente, por supuesto- como en la actual Administraci¨®n. Se trata de un logro positivo que de ninguna manera puede discutirse, y cuyo m¨¦rito corresponde al Gobierno en exclusiva, sobre todo si se acepta que el fundamento de la actitud filos¨®fica, su punto de arranque, es el asombro.
Sin duda es esa saludable preocupaci¨®n oficialista por promover los estudios filos¨®ficos en los ciudadanos a trav¨¦s de un constante enfrentamiento de los espa?oles con el asombro, lo que impulsa a algunos doctrinarios gubernamentales a manifestar p¨²blicamente que la subversi¨®n est¨¢ desarticulada, el terrorismo erradicado y la situaci¨®n controlada. Para entendernos, nos insin¨²an que, con respecto a otros pa¨ªses, vivimos de manera envidiable, casi sin problemas; tenemos la suerte de ser espa?oles ?y ol¨¦!
Seg¨²n esos doctrinarios, por extra?as circunstancias debidas al azar, ciertos inadaptados sociales, unos cuantos marginados enloquecidos y alguna que otra personalidad diab¨®lica, han resuelto perturbar la inmensa felicidad de los espa?oles. Y es as¨ª como, arrastrados por artilugios de brujer¨ªa, ciertos alegres, satisfechos y felices ciudadanos se dedican, sin motivo alguno y pese a su alegr¨ªa, satisfacci¨®n y felicidad, a violar mujeres, a asaltar bancos, a dinamitar playas y a asesinara servidores de la ley.
El oficialismo, siguiendo este camino, va a transformar en profundidad toda la ciencia pol¨ªtica contempor¨¢nea, y llegar a la conclusi¨®n de que la agitaci¨®n y la inseguridad social pueden encontrar terreno propicio aun en una situaci¨®n paradis¨ªaca, pese a la ineficacia de los responsables. Ello se debe, seg¨²n otros fil¨®sofos gubernamentales dedicados al estudio y an¨¢lisis de la metaf¨ªsica espa?ola, a que, justamente al igual que en el para¨ªso terrenal, en esta tierra mediterr¨¢nea nuestra ha anidado una serpiente venenosa que, como en el G¨¦nesis, no puede ser sino un Lucifer que se ha dedicado a predicar el mal.
Es posible que esas declaraciones ministeriales tengan por objeto aliviar tensiones en un clima de murmuraciones y malestares incontrolados. Pero el sector ciudadano no abandona su intranquilidad por esas expresiones oficialistas, ya que considera razonable que los problemas se resuelvan con aut¨¦nticas medidas de autoridad y no con extensas carpetas con pautas referidas a planes voluntaristas (que s¨®lo son eso, voluntaristas). No se trata de morir aplastados por aluviones de cifras y proyectos, sino de crear el clima que posibilite soluciones eficaces y urgentes. No se trata de saber de qu¨¦ calibre y nacionalidad son las balas, sino de apresar a quien las dispara o, mejor a¨²n, de hacer que cesen los disparos.
Desde algunos medios y tribunas se ha pedido la renuncia a algunos de los m¨¢s encopetados ministros, lo que constituir¨ªa, sin duda, una crisis de Gabinete, pues de esta manera podr¨ªa quedar planteada la l¨ªnea general que seguir¨ªa en adelante el Gobierno. Los fil¨®sofos saben muy bien que los diccionarios griegos ofrecen significativos aportes a la pol¨ªtica: kritik¨¦ es el arte de juzgar; kritik¨®n, la facultad de pensar o discernir; kritik¨®s es algo que est¨¢ en estado de crisis; krisis, por fin, es la ?acci¨®n o facultad de distinguir; la acci¨®n de elegir o elecci¨®n; la acci¨®n de separar; la acci¨®n de decidir; el desenlace, resultado o terminaci¨®n de algo; la fase decisiva de una enfermedad?. Pero curiosamente -siempre seg¨²n el diccionario gr¨ªego-espa?ol de Florencio Sebast¨ª¨¢n Yarza- existe otra acepci¨®n de krisis. Es ?interpretaci¨®n de un sue?o?.
En junio de 1977 se distingui¨®, se eligi¨®, se separ¨®, se decidi¨®, se lleg¨® a un desenlace, se juzg¨® y se acept¨® una decisi¨®n: gobernar. No hubo un cambio de nombres solamente, s?no que los electores colocaron al Gobierno ensituaci¨®n de pensarse a s¨ª mismo de nuevo, quiero decir en estado de crisis permanente. Lo ¨²nico que no se hizo fue interpretar un sue?o, el de casi todos los espa?oles. Un detalle, si se quiere discutible, pero que merece consideraci¨®n.
Y es que el t¨¦rmino krisis est¨¢ lejos de ser una exageraci¨®n. Lo ¨²nico que hay que hacer es replantearlo. Sin dramatismos, pero de acuerdo con la realidad.
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