Tom¨¢s Campuzano rompe en Bilbao el cerco de las exclusivas
Con Ruiz Miguel, logr¨® desbancar a las figuras
Hasta la ¨²ltima feria de Bilbao, y durante muchos a?os, las figuras, prefabricadas o no, han permanecido tan tranquilas y a sus anchas en los puestos cimeros. Nadie pod¨ªa hacerles sombra, pues estaban defendidas por los propios intereses de sus exclusivistas. Sin embargo, Tom¨¢s Campuzano y Ruiz Miguel han logrado romper el cerco. Con sus actuaciones en la feria de Bilbao, muy importantes, sobre todo en el caso de Campuzano, han conseguido que empiecen a variar los criterios empresariales a la hora de confeccionar los carteles.Las figuras de siempre no responden en el terreno art¨ªstico ni tampoco llenan las plazas, y las empresas han empezado a pensar en su relevo. Hay datos muy elocuentes. En la feria de Bilbao, Paquirri se cay¨® de los carteles y fue sustituido por Tom¨¢s Campuzano, que hab¨ªa tenido buenas actuaciones en d¨ªas anteriores. La consecuencia fue que el p¨²blico, lejos de devolver sus localidades, a lo que ten¨ªa pleno derecho, acudi¨® a la plaza en mayor n¨²mero que lo habitual.
Precisamente ese d¨ªa tuvo Campuzano una tarde completa, en la que se arrim¨® de verdad y efectu¨® el toreo de mejor escuela que pudo verse en toda la feria. Quiz¨¢ este sea el acontecimiento m¨¢s importante del abono bilba¨ªno. La fama de artistas la llevan otros, pero la realidad es que este torero, cuyas actuaciones en Madrid le enmarcaban en el grupo de los legionarios, tore¨® de capote y muleta con mayor calidad que ninguno, y concretamente en los naturales dej¨® el sabor del toreo de alta escuela, ejecutado dentro de las coordenadas de la m¨¢s pura ortodoxia.
Paralelamente, Ruiz Miguel consegu¨ªa ¨¦xitos aut¨¦nticamente clamorosos, si bien hay que poner reparos art¨ªsticos a su labor, que si fue sobrada en cuanto a valor y entrega, le falt¨® el toque de clase que permit¨ªa exhibir la nobleza de la mayor parte de los toros que le correspondieron. De cualquier forma, el calor popular que refrend¨® sus faenas es muestra del tir¨®n que tiene este diestro, el cual, aunque figura pr¨¢cticamente en todas las ferias importantes, siempre ha ido contratado en l¨ªnea de segund¨®n. A partir de ahora, los empresarios contar¨¢n con Campuzano y Ruiz Miguel como base de sus carteles y recortar¨¢n las exigencias de quienes se han considerado figuras indiscutibles durante muchos anos y no lo justifican en absoluto.
Por otra parte, Bilbao, una vez m¨¢s, no ha sido la feria del toro, porque el p¨²blico de este coso, sencillamente, no lo exige. La fama de que en Bilbao s¨®lo sale el toro de trap¨ªo no se corresponde con los hechos. El p¨²blico admite lo mismo el torazo que el torito; tanto el fuerte como el d¨¦bil. El toro que se lidia en Bilbao ha de ser pr¨¢cticamente inv¨¢lido total -como el Osborne que le correspondi¨® al Ni?o de la Capea- para que la gente lo proteste. Discurre all¨ª la feria en plano de permisividad, y en el tendido un talante triunfalista tan acusado como en la mayor parte de las plazas de segunda categor¨ªa. La afici¨®n, por cierto, muy competente y seria, que hay en Bilbao es tan poco numerosa que se pierde entre la masa y no consigue darle la personalidad debida a la plaza.
Babelia
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