Scott Fitzgerald se consolida como un cl¨¢sico de la literatura americana
Cuarenta a?os despu¨¦s de su muerte se publican "narraciones desahuciadas" por el escritor
Aparte de cuatro novelas que le han asegurado un puesto indiscutible en la literatura del siglo XX, F. Scott Fitzgerald escribi¨® en los veinte a?os de su breve y fulgurante carrera literaria nada menos que 1,54 narraciones cortas. Las novelas, exceptuando la primera, This side of paradise (Este lado del para¨ªso) (1920), que tuvo gran ¨¦xito popular, fueron apreciadas casi exclusivamente por la vanguardia de la ¨¦poca. Las narraciones cortas, por el contrario, llegaron a trav¨¦s de las p¨¢ginas de los magazines de gran tirada, como The Saturday Evening Post y otros, al gran p¨²blico americano. Este convirti¨® a Fitzgerald, de la noche a la ma?ana, en ?cronista de la edad del jazz?, en uno de los autores m¨¢s cotizados de la d¨¦cada de los veinte y en un personaje enormemente popular.
La cr¨ªtica, ya en los comienzos del autor, reaccion¨® mal a esta popularidad, que influy¨® negativamente en el enjuiciamiento de su obra. Los cr¨ªticos, hoy, parecen estar de acuerdo sobre la calidad de sus novelas, pero sobre el valor literario de las narraciones cortas difieren muy considerablemente las opiniones. Hay incluso cr¨ªticos extremistas para los que s¨®lo tienen valor media docena de short stories (relatos breves) -entre ellos, May day, The rich boy y la famosa Babylon revisited. En el fondo, lo que se le reproch¨® -y a¨²n reprocha- a Fitzgerald es que sus narraciones breves fueran comerciales y populares. Olvidando que para enjuiciar literariamente una historia corta nada importa, aunque sea un dato interesante, que una revista pagara por ella hasta 4.000 d¨®lares (240.000 pesetas) o que Hollywood la comprara por 20.000 d¨®lares (1.200.000 pesetas).
Fitzgerald mismo fue, por otras razones, muy consciente de los peligros que la comercialidad y la popularidad pod¨ªan suponer para su integridad creadora. Siendo, como era, un narrador nato, nunca hizo una distinci¨®n de categor¨ªa entre una novela larga y una novela corta. Pero s¨ª distingui¨® claramente entre ?trabajo serio? y ?trabajo comercial?. Las novelas fueron, todas ellas, ?trabajo serio? y -habr¨ªa que a?adir- no demasiado comercial. Las novelas cortas s¨ª fueron muy comerciales y su autor fue extremadamente severo con ellas. S¨®lo 46 fueron consideradas por ¨¦l como dignas de ser publicadas en forma de libro. Reunidas en cuatro tomos, fueron saliendo entre 1920 y 1935. Al morir Fiztgerald, en 1940, sus editores y amigos no se atuvieron, afortunadamente, a los criterios tajantes del autor y publicaron 61 short stories m¨¢s, entre ellas las c¨¢usticas vi?etas de Pat Hobby, guionista fracasado de Hollywood, y las encantadoras historias de Basil y Josephine, con sus po¨¦ticos retratos del artista adolescente. A pesar de todo, quedaban olvidadas en las p¨¢ginas amarillentas de los magazines de los a?os veinte y treinta m¨¢s de cincuenta narraciones breves de Fitzgerald, que, por unas razones u otras, nadie consideraba dignas de ser rescatadas. Ya se sabe: eran demasiado ?comerciales? y ?populares?.
Historias cortas
Ahora Matthew J. Bruccoli, experto en temas fitzgeraldianos, acaba de publicar, para deleite de los incondicionales del autor de The great Gatsby (El gran Gatsby) y para los aficionados a la literatura, estas cincuenta narraciones desahuciadas, bajo el titulo The price was higt. The last uncollected stories of Scott Fitzgerald (Quartet Books, Londres). En este tomo se re¨²nen historias cortas de todas las fases creativas del autor, publicadas entre 1920 y 1940, principalmente en The Saturday Evening Post, y luego en Esquire, que en la ¨²ltima etapa de la vida del gran novelista fue el ¨²nico magazine que le mantuvo abiertas sus p¨¢ginas.Puede que entre ellas no haya ninguna ?obra maestra?, como opina Bruceoli, pero indudablemente, el material literario es sufic¨ªente como para fascinar al lector. Aun en sus momentos m¨¢s temerarios de improvisaci¨®n creativa, t¨ªpicos de su primera etapa creativa y materializados en extra?as narraciones, como Myra meets his family o The unspeakable egg, Fitzgerald posee tal potencia literaria que, aunque no domine la estructura total de la narraci¨®n, impregna la mism¨ªsima textura de la prosa con luminosidad caracter¨ªstica. Las mejores historias cortas de este tomo -con excepci¨®n de The bowl, una extraordinaria pieza de 1928- pertenecen a la d¨¦cada de los treinta, la ¨¦poca m¨¢s dif¨ªcil en la vida del autor, cuando la enfermedad de Zelda, su mujer; la p¨¦rdida de cotizaci¨®n en los magazines, que coincidi¨® con la depresi¨®n econ¨®mica, y otros problemas personales pon¨ªan a dura prueba su capacidad creadora. Varias de entre ellas, como Her last case, On schedule, More than just a house, At your age o Too cute for words (ninguna de ellas traducida a¨²n al castellano), con toda su carga biogr¨¢fica, podr¨ªan incluirse en cualquiera de los tomos serios de Fitzgerald. Otras reflejan procesos creativos muy interesantes que demuestran que, en el fondo, Fitzgerald era constitutivamente incapaz de escribir sin seriedad, es decir, con esas intenciones exclusivamente comerciales que tanto gusta reproch¨¢rsele. Aunque esto no quite que ¨¦l mismo viera muy claros los defectos caracter¨ªsticos de estas narraciones imperfectas. En una carta a su editor Max Perkins, los defini¨® as¨ª: ?Cada narraci¨®n contiene un defecto especial -sentimentalidad, construcci¨®n defectuosa, cambio de ritmo desorientador- o fue hecha demasiado evidentemente para el mercado?.
Quiz¨¢ uno de los aspectos m¨¢s atractivos de esta colecci¨®n de obras imperfectas es que ¨¦stas permiten al lector en mayor medida que las obras maestras adentrarse en los complejos campos de fuerzas del proceso creativo fitzgeraldiano. En un ensayo de 1932, Fitzgerald escribi¨®: ?Yo tengo que empezar por una emoci¨®n -una emoci¨®n que yo sienta cerca y que pueda comprender?. Este punto de partida narrativo, sorprendentemente afin al principio creativo po¨¦tico, es, en efecto, caracteristico no s¨®lo de la mejor prosa de Fitzgerald, sino tambi¨¦n de la menos lograda. El punto de partida casi po¨¦tico es el que configura el estilo fitzgeraldiano y el que le da a su prosa, en cualquier momento y en cualquier circunstancia, esa vertiginosa densidad, esa concisi¨®n cristalina. Hay otra caracter¨ªstica de su prosa que en estas short stories se manifiesta con impresionante nitidez: la recurrencia de temas. Los temas de las narraciones cortas forman en torno a las novelas verdaderas galaxias y se pueden distinguir perfectamente los ciclos tem¨¢ticos de This side of paradise, de The great Gatsby, de Tender is the night, de The last tycoon. Fitzgerald es un autor de temas recurrentes.
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