Al fin, un buen Gobierno

El ciudadano medio est¨¢ tan acostumbrado a los espectaculares fracasos de Adolfo Su¨¢rez a la hora de parir Gobiernos, que no va a ser nada f¨¢cil convencerle de que ¨¦ste, alumbrado ayer, todav¨ªa en plena can¨ªcula y con sobresaltos de ¨²ltima hora, se acerca bastante al mejor de los posibles, si manejamos ¨²nicamente los mimbres ucedeos.Existe, sin embargo, un argumento que entiende el hombre de la calle: Su¨¢rez se ha marcado, al fin, un buen Gobierno, porque la opini¨®n p¨²blica y las dem¨¢s fuerzas pol¨ªticas no le han dejado margen para actuar de otro modo.

Su situaci¨®n era tan precaria ante los ojos de la naci¨®n, sus cotas de aceptabilidad, tan raqu¨ªticas, que ha terminado por entender que en esta encrucijada se jugaba, lisa y llanamente, la vida.

Y su instinto de supervivencia ha funcionado, impuls¨¢ndole a prescindir por una vez de su criterio favorito: aupar a los mediocres, marginar a los m¨¢s dotados.

Su¨¢rez se ha dado cuenta que de nada le servir¨ªa continuar alejando de su solio a los posibles competidores intramuros, si en cualquier Pleno de ¨¦stos las endebles empalizadas de su posici¨®n parlamentaria quedaran derribadas por una coalici¨®n m¨¢s o menos coyuntural de fuerzas exteriores.

9 de septiembre