John TravoIta: de la fiebre discotequera al toro mec¨¢nico
Como un chiquito bueno y provinciano, vestido con la impecable ropa del domingo, descansa en su hotel John Travolta. El h¨¦roe discotequero de aquella Fiebre del s¨¢bado noche que tanto gust¨® a las chicas, y de ese episodio colegial llamado Grease que tant¨ªsimo dinero ha producido, ha venido a Madrid, procedente de la Rep¨²blica Federal de Alemania, para promocionar su ¨²ltima travolta-pel¨ªcula: Cowboy de ciudad. A su llegada a Barajas dio esquinazo a la corte de admiradoras habitual en estos casos-, pero declar¨® r¨¢pidamente a la Prensa, ignorando el problema de las distancias: ?Estoy feliz de estar aqu¨ª... Quisiera almorzar en Sevilla?, Nunca nos hab¨ªa visitado de forma tan seguida tanta variedad de actores americanos. Mucha gente se lo agradecer¨¢ a los huelguistas de la Uni¨®n de Actores.
??Guapo, m¨¢s que guapo! ?, le gritaron a Travolta las afortunadas j¨®venes ante cuyos ojos pas¨® en el aeropuerto. Pero la cosa no lleg¨® a m¨¢s. El joven ¨ªdolo norteamericano -nacido en Nueva Jersey hace menos de treinta a?os- pudo dormir y despertarse sin sobresaltos en su confortable suite de un hotel madrile?o. ? ?Qu¨¦ vista m¨¢s bonita! ?, exclam¨® mirando por el ventanal, orientado al paseo de la Castellana, antes de sentarse y responder tranquila y pausadamente a las preguntas de rigor.John est¨¢ muy contento de la sensaci¨®n mundial que ha causado el travoltismo, algo as¨ª como un fen¨®meno sociol¨®gico personificado en un muchacho con el pelo brillante de fijador, muy trajeado y con zapatos de tac¨®n, que expulsa su frustraci¨®n diaria a golpe de baile de discoteca. ?He ido a veces de inc¨®gnito a un cine y he disfrutado viendo la reacci¨®n de la gente. Me siento orgulloso de que los j¨®venes me hayan imitado?, dice, aunque, se disculpa, su divismo no es tan excesivo como creen. Y es que, claro, siendo famoso, ? pueden inventarse sobre uno lo que quieran?.
De Travolta, dice, se han inventado que es orgulloso y solitario, que vive recluido en su finca de Santa B¨¢rbara, que rompe muchos corazones y ha repartido muchos ni?os entre las j¨®venes americanas, y... ?Tengo dos amigas, pero no hemos llegado a nada serio?, puntualiza. ?Me gusta la compa?¨ªa de la gente, y disfruto enormemente viajando, pilotando mi avi¨®n?.
En su filme Cowboy de ciudad, que se estrena en Espa?a dentro de unos d¨ªas, lo que tiene que pilotar es un toro mec¨¢nico, situado en el centro de un inmenso bar de Tejas. ?Un recinto?, seg¨²n James Bridges, director de esta pel¨ªcula y tambi¨¦n de El s¨ªndrome de China, ?donde van por las noches los hombres del Oeste mecanizado, que ya no trabajan en el rancho, sino en la refiner¨ªa de petr¨®leo, y que reviven cada d¨ªa el mito del cowboy?.
No pod¨ªa faltar en esta pel¨ªcula de Travolta -la quinta- una historia de amor. Con final feliz, faltar¨ªa m¨¢s. Sin embargo, esto no es lo m¨¢s importante de su trabajo, afirma. Lo que m¨¢s le ha satisfecho es haber trabajado con el director -?sabe dirigir muy bien a los actores?- y con el equipo, y haber conocido personalmente la realidad de la vida en el Oeste. ?No es especialmente dura o violenta?, dice. ? La violencia es universal, y siempre se produce cuando hay muchos hombres juntos que viven una tensi¨®n?.
Travolta, el menor de seis hermanos, confiesa que ha vivido en un suburbio, pero que no ha sido un pandillero agresivo. Lo que a ¨¦l le gustaba era imitar a viejos actores americanos, bajo la direcci¨®n y la sonrisa de su madre, actriz. A los diecis¨¦is a?os dej¨® la escuela y la cambi¨® por los escenarios del off-Broadway. Hizo muchos musicales, entre ellos Grease, que luego har¨ªa en cine; tambi¨¦n televisi¨®n, y gracias a su peque?a intervenci¨®n en Carrie, de Brian de Palma, vino la Fiebre, los discos, la fama, las nominaciones para el Oscar, los d¨®lares y todo lo dem¨¢s.
A pesar de que ?el todo lo dem¨¢s? que rodea al espect¨¢culo -coincide con su paisano Roy Scheider-, a veces llega a resultar molesto. Pero pocas veces. Su dorada cumbre de protagonista no le ha dado m¨¢s que satisfacciones, proclama.
Como esperaba, le han ofrecido m¨¢s papeles de intr¨¦pido vaquero, y, de momento, los ha rechazado. Lo que har¨¢ cuando termine su internacional viaje de promoci¨®n -en Australia, al parecer, les ha gustado mucho su actuaci¨®n- es una obra de teatro, y, si la ya mentada huelga de actores no lo impide, realizar¨¢ un programa especial John Travolta, candidato al Oscar en 1978, votado al a?o siguiente como hombre favorito en el mundo del cine por la agencia de noticias Reuter, y escogido por los directores para representar al joven insatisfecho y luchador que llega a la meta porque es el m¨¢s fuerte, el m¨¢s alto y el m¨¢s guapo, ha estado en Madrid. Tiene mirada de ¨ªdolo. Pero no es para tanto.
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