Las exigencias pol¨ªticas del programa econ¨®mico
Desde tiempo inmemorial, la pol¨ªtica econ¨®mica de este pa¨ªs tiene un ¨²nico y casi solitario compositor. Ni Ullastres, ni L¨®pez Rod¨®, ni Villar Mir, ni Franco, ni la democracia, ni Su¨¢rez y ni siquiera Abril Martorell han posido resistir al encanto mesi¨¢nico y salvador de Enrique Fuentes Quintana. Cada vez que la econom¨ªa espa?ola se torna adversa hay que llamar a Fuentes para que formule el correspondiente diagn¨®stico y elabore la necesaria terap¨¦utica de primeros auxilios al enfermo. Fuentes es como un manantial de programas econ¨®mico inagotable, con la receta precisa para cada s¨ªntoma y el bistur¨ª en ristre para cada operaci¨®n quir¨²rgica. Esta vez, una vez m¨¢s, el economista m¨¢s identificado del pa¨ªs ha acudido puntual a la cita del quir¨®fano acompa?ado por el invisible Rojo Duque, su viejo compa?ero de fatigas, cuya amistad parece haber superado ya con holgura las viejas discrepancias de la era de la poses tabilizaci¨®n, cuando ambos acabaron no muy bien avenidos en aquella c¨¢tedra escrita que se llamaba -y se llama a¨²n- Informaci¨®n Comercial Espa?ola.Fuentes y Rojo, o Rojo y Fuentes, que han trabajado con desigual fortuna como asesores de Su¨¢rez y Abril en los ¨²ltimos tiempos -m¨¢s del primero que del segundo-, le han puesto en bandeja al nuevo equipo econ¨®mico del Gobierno, capitaneado por el ex empresario Calvo Sotelo, una nueva estrategia econ¨®mica, que de nueva quiz¨¢ tenga poco, porque los problemas de este pa¨ªs se repiten con incansable monoton¨ªa. La clave de la nueva situaci¨®n parece residir, una vez m¨¢s, en la acogida que los medios empresariales van a dispensar a la nueva estrategia. Sin el remedio de la inversi¨®n este pa¨ªs tiene una dif¨ªcil salida. Y habr¨¢ que ver qu¨¦ es lo que prima m¨¢s, si la coherencia del nuevo programa o la credibilidad de sus ejecutantes, cosas ambas que en esta ocasi¨®n parecen haber discurrido, en cierta medida, por derroteros distintos. Aunque ya los empresarios se han adelantado a decir que su confianza en la nueva situaci¨®n no reside tanto en las personas como en los programas, lo cierto es que la hostilidad de los patronos parece m¨¢s bien centrada en la persona de Fuentes -autor del programa que en la de Calvo Sotelo, a quien se le concede inicialmente un amplio margen de fiabilidad.
El ¨¦xito de la estrategia
Por suerte o por desgracia, el ¨¦xito de cualquier estrategia econ¨®mica no depende, en este pa¨ªs y ahora, tanto de lo acertado de los diagn¨®sticos -sobre los que reina una profunda unanimidad- como de la voluntad pol¨ªtica para llevarlos a la pr¨¢ctica. La debilidad de la pol¨ªtica econ¨®mica espa?ola quiz¨¢ haya de atribuirse m¨¢s a la fragilidad de los compromisos pol¨ªticos adquiridos por el Ejecutivo en estos ¨²ltimos a?os que a la calidad del dise?o de laestrategia. Y ello a pesarde la inmensa fuerza pol¨ªtica de Abril, el hombre de la duda met¨®dica y permanente hasta el paroxismo de la congelaci¨®n, que no ha podido torear con ¨¦xito la bravura de algunos toros envenenados del ruedo ib¨¦rico: el desmadre del sector p¨²blico, la inconsistencia de la pol¨ªtica industrial, la ineficacia del sistema financiero y tantos otros.
Por todo esto, la clave de la econom¨ªa no est¨¢ ni en los diagn¨®sticos de Fuentes ni en la credibilidad de sus ejecutores. La clave hay que buscarla por elevaci¨®n, porque es un problema pol¨ªtico. En la medida en que el propio Su¨¢rez est¨¦ dispuesto a dejar su burladero y salir a torear, quiz¨¢ no con la muleta, pero, desde luego, s¨ª con la franela y en las suertes de matar, el grave problema econ¨®mico podr¨¢ ser afrontado con eficacia. Esto ya se lo dijo Felipe cuando la moci¨®n de censura, cuando llam¨® a Abril la ?Thatcher espa?ol?, suponemos que en el mejor sentido de la palabra. Esta se?ora sabe utilizar las c¨¢maras de la BBC para enfrentarse a la huelga de los mineros,_ lo mismo que Carter y perd¨®n por esta ¨²ltima comparaci¨®n- lo ha hecho innumerables veces para hablar a sus ciudadanos de austeridad energ¨¦tica, o como lo hacen Smith, en Alemania, y Giscard, en Francia. Esta honestidad y este lenguaje directo de dramatizaci¨®n sobre los problemas econ¨®micos causan sus efectos, proporciorian buenos dividendos pol¨ªticos e infunden confianza a los agentes de la econom¨ªa, trabajadores empresarios. O, al menos, siembran la sana preocupaci¨®n por lo problemas que nos aquejan.
Su¨¢rez, adem¨¢s, tiene que ser consciente, como lo empieza a ser el pa¨ªs de forma no muy expl¨ªcita, de que el ciclo -de la capacidad de comprensi¨®n de los espa?oles se acaba y que cada nuevo progra ma cuenta con un margen de pa ciencia inferior. Y que la situa ci¨®n se deteriora a cada nuevo programa que llega y que no resuelve las cosas. A Fuentes le cre¨ªrnos cuando los pactos de la Moncloa. A Calvo Sotelo se le dar¨¢ un margen de tiempo bastante menor que a Fuentes, y, desde luego, no podemos olvidar que en este caso la confianza es bastante m¨¢s dif¨ªcil de sembrar porque hay en este pa¨ªs el doble de parados que entonces. Si el presidente sigue jugando a ser ?la reina madre? acabaremos pas¨¢ndolo muy mal. La desaparici¨®n de Fernando Abril como. parachoques es todo un desaf¨ªo para Su¨¢rez, y ser¨ªa una l¨¢stima que esta lecci¨®n no sirviera para admitir que, de ahora en adelante, el propio Su¨¢rez est¨¢ en el epicentiro del desgaste pol¨ªtico, debido a la aesti¨®n de la econom¨ªa.
M¨¢s que voluntad pol¨ªtica
?C¨®mo no decir, finalmente, que la ineptitud de Su¨¢rez para resolver los problemas econ¨®micos y ni siquiera para enfrentarse a ellos con honestidad le puede costar a este pa¨ªs la confianza en la democracia y, desde luego, en las ideas de desburocratizaci¨®n y liberalismo econ¨®mico, que parecen ser la ¨²nica receta eficaz en todo el mundo para afrontar esta crisis? Para salir de este bache, el pa¨ªs necesita algo m¨¢s que la voluntad pol¨ªtica para resolver el problema. Necesita tambi¨¦n recibir seguridades serias de que vamos a poder salir de esta sinuosa curva acelerando no m¨¢s tarde del a?o 1981, marcando unos objetivos razonables, pero exactos..., aunque no se cumplan. Porque este pa¨ªs necesita algo m¨¢s de seriedad, de esperanza y de ilusiones, algo a lo que Su¨¢rez parece haber dado sistem¨¢ticamente la espalda.
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