Otra zona de crisis para la confrontaci¨®n internacional
Ya se han delineado all¨ª los factores propios de una zona de crisis: la violencia que desquicia el funcionamiento de las sociedades, grupos de poder inicuos que pretenden perpetuarse mediante la opresi¨®n, imposibilidad de salidas meramente pol¨ªticas, apelaci¨®n a la lucha armada como ¨²nica v¨ªa para el relevo del poder, radicalizaci¨®n de los sectores moderados, presencia de una potencia extranjera que pierde paulatinamente su dominio hist¨®rico y trata de conservar sus enclaves.Esa ¨²ltima condici¨®n se aplica a Estados Unidos y abre perspectivas inesperadas: una Centroam¨¦rica que quiebre los lazos de la dependencia, cumpla su democratizaci¨®n y la prolongue hacia el cambio revolucionario (o sea, hacia nuevos modelos socialistas), introducir¨ªa un elemento revulsivo en el coraz¨®n del sistema geopol¨ªtico norteamericano. Significar¨ªa adem¨¢s -y este es un hecho relativamente mal conocido todav¨ªa- una brecha de seguridad en el r¨ªgido programa de preservaci¨®n del sistema econ¨®mico occidental (coordinado en la comisi¨®n trilateral por los empresariados de Estados Unidos, Europa Y Jap¨®n), cuyas tesis de la reserva estrat¨¦gica y del crecimiento cero requieren la congelaci¨®n pol¨ªtica de las zonas productoras de materias primas y su custodia mediante las democracias restringidas, que los ej¨¦rcitos locales ejercer¨¢n en nombre de su nueva doctrina de la seguridad nacional.
La naci¨®n desmembrada
Los cinco pa¨ªses de Centroam¨¦rica (Guatemala, Honduras, El Salvador, Nicaragua y Costa Rica) ubican en sus 432.000 kil¨®metros cuadrados una poblaci¨®n conjunta de 19,5 millones de habitantes, que ser¨¢n 35 millones dentro de veinte a?os. Su situaci¨®n socioecon¨®mica configura la imagen t¨ªpica de las ¨¢reas subdesarrolladas y, en alg¨²n caso, la de los que las Naciones Unidas llaman pa¨ªses m¨¢s pobres.
Para algunos nost¨¢lgicos, adem¨¢s Centroam¨¦rica es una naci¨®n artificialmente desmembrada, y los antecedentes hist¨®ricos apoyan, en cierto modo, esa versi¨®n. Sus actuales pa¨ªses formaban bajo la Corona espa?ola la Capitan¨ªa de Guatemala, que, al independizarse, en 1821, pas¨® en bloque (con excepci¨®n de la Intendencia de San Salvador, independizada un a?o despu¨¦s) a integrar el fugaz imperio mexicano de Agust¨ªn de Iturbide. Pero en 1823, los cinco pa¨ªses eran ya la Rep¨²blica Federar de Centroam¨¦rica, cuyo h¨¦roe militar fue el general Francisco Moraz¨¢n, y su ide¨®logo, el guatemalteco Jos¨¦ Cecilio del Valle. Plagada de 1826 a 1829 por la cl¨¢sica guerra entre liberales y conservadores -como en el pa¨ªs imaginario de Cien a?os de soledad-, la federaci¨®n sucumbi¨® finalmente, en 1838, a las intrigas y presiones de la penetraci¨®n brit¨¢nica, que estimulaba el separatismo de burgues¨ªas criollas, ¨¢vidas de crear gobiernos propios.
Los liberales centroamericanos modernos combaten hoy la idea de la unidad como retr¨®grada. El presidente de Costa Rica, Rodrigo Carazo, afirma, por ejemplo, que ?la unidad existe en lo geogr¨¢fico, pero no en lo social?, porque ?nosotros somos cinco pa¨ªses con diferencias fundamentales?, entre las que menciona -con un punto de orgullo nacional- las mayor¨ªas ind¨ªgenas de Guatemala y la poblaci¨®n blanca, ?casi en su totalidad de origen europeo?, en Costa Rica.
La tesis de que la unidad centroamericana sigue siendo necesaria ha sobrevivido, con sentidos totalmente opuestos, en tres dis¨ªmiles instituciones: el casi ignorado Partido Unionista Centroamericano, con sede principal en San Salvador, que re¨²ne m¨¢s bien a poetas y a ancianos y exc¨¦ntricos generales sobrevivientes de las guerras civiles; el clandestino Partido Revolucionario de los Trabajadores Centroamericanos, un grupo armado marxista
Mejor fuera que dentro
El MCC ha sido de gestaci¨®n laboriosa y su idea pas¨® a los hechos, luego de largas negociaciones, hasta concretarse en el Tratado General de Integraci¨®n Econ¨®mica (diciembre de 1960). La Comisi¨®n Econ¨®mica para Am¨¦rica Latina (CEPAL), que propuso la integraci¨®n, pensaba que el MCC deb¨ªa servir para que el comercio intrazonal, a trav¨¦s de facilidades mutuas, creara o ampliara mercados regionales, como impulsores de un desarrollo industrial que permitir¨ªa a su vez la sustituci¨®n de importaciones y la capitalizaci¨®n a los efectos de modernizar las estructuras productivas agrarias. La industrializaci¨®n experiment¨® un avance indudable: el sector alcanz¨® un promedio regional del 31,6% de la mano de obra, con un 37% en El Salvador y alrededor de un 30% en los dem¨¢s pa¨ªses.
Pero el tratado de 1960 debilitaba las disposiciones proteccionistas y la limitaci¨®n de decisiones unilaterales que previ¨® originariamente la CEPAL. La industrializaci¨®n, por otra parte, fue legislada en varios pa¨ªses, de manera que permiti¨® la intervenci¨®n de las corporaciones transnacionales. En 1969, una breve y absurda guerra entre Honduras y El Salvador hizo que ambos se retiraran del Mercado Com¨²n y que la pr¨¢ctica bilateral fuera restablecida en el comercio centroamericano (aunque el MCC sigue oficialmente en operaci¨®n y su c¨¢mara compensadora se usa para establecer los balances comerciales entre los cinco pa¨ªses). Parte sustancial de la estructura del mercado eran las facilidades de transporte terrestre, a trav¨¦s de la carretera panamericana, cuyos tramos de Guatemala y El Salvador son inciertos ahora, debido a las acciones militares y a bandas de asaltantes que aprovechan la ca¨®tica situaci¨®n rural.
Por esas y otras razones t¨¦cnicas mas complejas, el MCC est¨¢ virtualmente paralizado y es dudoso su restablecimiento, pese a que los ministros de Econom¨ªa regionales se re¨²nen frecuentemente para examinar su remodelaci¨®n.
Comprensiblemente, el secretario general del MCC, Ra¨²l Sierra, no acepta el fracaso, y afirma que el mercado abarca todav¨ªa un intercambio anual equivalente a 70.000 millones de pesetas. ?Los cambios de r¨¦gimen?, dice, ?no afectar¨¢n al proceso de integraci¨®n, que deber¨¢ profundizarse si se quiere expandir el desarrollo econ¨®mico?. Y pone como ejemplo a Nicaragua, que sigue siendo el principal proveedor de materias primas dentro del ¨¢rea, pese a su revoluci¨®n nacionalizadora. Pero no todo el mundo es tan optimista como la tecnocracia del MCC. Los grupos empresariales asociados en cada pa¨ªs con las transnacionales nunca se sintieron c¨®modos dentro de las reglas del tratado.
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