Una universidad rescatada
LA TAREA de restablecer -o de crear- en la vida espa?ola el esp¨ªritu de convivencia, el respeto a las creencias ajenas y la tolerancia para las pautas de conducta que discrepan de las propias no incumbe s¨®lo a los ¨®rganos constitucionales del Estado y los partidos que sirven de cauce de participaci¨®n a los ciudadanos. Es una empresa de largo alcance que requiere la multiplicaci¨®n de los focos de irradiaci¨®n y que s¨®lo llegar¨¢ a su t¨¦rmino cuando esos valores hayan permeado hasta el ¨²ltimo resquicio de nuestra sociedad.El rencor con que los vencedores de la guerra civil persiguieron a los vencidos, hasta el extremo de intentar borrar de la memoria hist¨®rica el renacimiento cultural que llevaron a cabo escritores e intelectuales que hab¨ªan sido leales a la Rep¨²blica o hab¨ªan rechazado el franquismo, no logr¨®, empero, romper la continuidad cultural con el pasado, cuya pluralidad de tradiciones sigue encontrando su correlato en el presente. De otro lado, y salvo lamentables excepciones, de las que no se ha librado ni Cervantes, en el nuevo marco constitucional apenas han prosperado las propuestas de hacer tabla rasa con la cultura del pasado, entre otras razones porque buena parte de los ide¨®logos y alba?iles del nuevo r¨¦gimen colaboraron en mayor o menor medida, y durante mayor o menor tiempo, con el anterior. Las universidades, las instituciones acad¨¦micas y otros centros de pol¨ªtica cultural siguen albergando, por respeto a los derechos adquiridos, a personas que no hicieron m¨¢s m¨¦ritos para obtenerlos que su obediencia al franquismo, y que coexisten con cient¨ªficos, intelectuales y escritores de aut¨¦ntica val¨ªa y talento.
Ahora bien, revelar¨ªa demasiada resignaci¨®n contentarse con una r¨ªgida yuxtaposici¨®n de compartimientos ideol¨®gicos estancos que se limitaran a coexistir en recelosa paz. Una sociedad, y todav¨ªa m¨¢s una comunidad como la espa?ola, sometida a tendencias centr¨ªfugas, enriquecida por la pluralidad idiom¨¢tica y cultural y pendiente todav¨ªa de encontrar una identidad nacional voluntariamente aceptada por todos los ciudadanos, s¨®lo podr¨¢ conseguir su verdadera integraci¨®n mediante la activa intercomunicaci¨®n de sus diferentes segmentos, de forma tal que el resultado final de esos intercambios sea algo cualitativamente diferente a la suma de las partes que participan en ese di¨¢logo o en ese debate. A lo que adem¨¢s se a?ade la inserci¨®n de nuestro pa¨ªs en la comunidad cultural latinoamericana y el desaf¨ªo que representa hacia el futuro el desarrollo de los lazos de idioma y de cultura con esas rep¨²blicas.
En esta perspectiva, el nuevo rumbo que Ra¨²l Morodo ha dado a la Universidad Internacional Men¨¦ndez y Pelayo constituye una de las m¨¢s elogiables iniciativas adoptadas para contribuir a la disminuci¨®n del clima de intolerancia y de posguerra o preguerra civil que en ocasiones amenaza con asfixiar a nuestra vida cultural. Aunque las dificultades presupuestarias y la voluntad gubernamental de recortar los gastos p¨²blicos corrientes pongan en peligro la viabilidad de m¨¢s ambiciosos proyectos, el prop¨®sito de extender los cursos de la universidad internacional, ahora circunscritos a Santander y a la etapa veraniega, a otras regiones, a otros per¨ªodos y a otras actividades merece atenci¨®n y estudio. Porque la idea de afianzar el esp¨ªritu de tolerancia, convivencia y pluralismo que anima la instituci¨®n acad¨¦mica creada en 1933 por iniciativa de Fernando de los R¨ªos y Pedro Salinas, en la mejor tradici¨®n de la Instituci¨®n Libre de Ense?anza y del liberalismo progresista espa?ol, s¨®lo puede ser contemplada con respeto y simpat¨ªa.
Frente al recuerdo del ¨¦strecho sectarismo del nacional-catolicismo de la inmediata posguerra parece necesario crear ¨¢mbitos de discusi¨®n y convivencia de todas las ideolog¨ªas y corrientes de pensamiento que existen en nuestra sociedad. Y frente a las forzosas limitaciones de la especializaci¨®n cient¨ªfica y los muros cada vez m¨¢s altos que separan a las diferentes disciplinas entre s¨ª y a la comunidad universitaria del resto de la sociedad parece tambi¨¦n saludable la organizaci¨®n de espacios de encuentro que faciliten la comunicaci¨®n interdisciplinaria y el establecimiento de nexos entre el campus y el mundo del exterior. En suma: la Universidad Internacional Meri¨¦ndez y Pelayo, que aspira a desarrollar tambi¨¦n una actividad interregional, tiene el deber de consolidarse, para bien de toda la sociedad, como ese ?foro abierto de cultura? que se propone ?conjugar tradici¨®n y modernidad? al que hizo alusi¨®n el Rey en el discurso inaugural de los cursos de este verano en el palacio de La Magdalena.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.