Represi¨®n y guerrillas, ¨²nico di¨¢logo en la pol¨ªtica guatemalteca
Tambi¨¦n sobre la Sexta Avenida, pero en otro extremo de la ciudad, est¨¢ el palacio Presidencial, que mezcla en su estilo la arquitectura maya y espa?ola. El palacio es el bunker del r¨¦gimen militar; concentra los ministerios, el Estado Mayor General y los servicios de Informaci¨®n. Las nobles puertas de madera labrada, todas iguales, que dan a las galer¨ªas artesonadas, son en apariencia el ¨²nico rasgo democr¨¢tico del Gobierno: en el segundo piso, por ejemplo, la puerta 14, de la Secretar¨ªa de Relaciones P¨²blicas de la Presidencia, es id¨¦ntica a la puerta nueve, que dice ?Servicio sanitario caballeros?.El subsecretario de Relaciones P¨²blicas, es el mayor Rolando Arch¨ªla, tambi¨¦n especialista en contrainsurgencia y de quien se comenta que la CIA impulsa su larga carreraen el cargo. El secretario del ramo es el civil Toledo Vielman, pero cuando se trata de gestionar entrevistas con gobernantes, hay, que pasar por Archila.
Como toda dictadura exacerbada, el militarismo de Guatemala practica el m¨¦todo de eludir la realidad circundante y crear otra, propia. Algunos, como el general Angel An¨ªbal Guevara, ministro de Defensa, se exceden: ?Uno de los pocos pa¨ªses donde se respira dentro de un contexto de libertad?, dice, ?es Guatemala, territorio que ha merecido elogios internacionales?. El mayor Archila -corpulento y de modales suaves- trata de ser m¨¢s discreto, pero a veces se le escapa el estilo paranoide del r¨¦gimen. Por ejemplo, cuando da su versi¨®n del caso de la Embajada espa?ola, ocupada en febrero ¨²ltimo por campesinos, invadida e incendiada despu¨¦s por la polic¨ªa. (Todos los que estaban all¨ª murieron, salvo el embajador, M¨¢ximo Cajal, y entre las v¨ªctimas hubo un ex vicepresidente y un ex canciller guatemaltecos, que hab¨ªan ido de visita). ?El embajador Cajal?, afirma Archila sin pesta?ear, ?prepar¨® el incidente. Cit¨® a los visitantes a la misma hora en que los extremistas deb¨ªan ocupar la Embajada. El lo sab¨ªa. Hemos averiguado todo?. ?Pero qu¨¦ embajador en su sano juicio planea el incendio de, su Embajada? El mayor Archila sonr¨ªe: ?Es muy claro: el se?or Cajal ten¨ªa conexiones con la guerrilla. Parece que es comunista?. El ministro de Gobernaci¨®n, Donaldo Alvarez, explica la muerte de siete estudiantes, el 14 de julio, a manos de las bandas parapoliciales que entraron en el campus: ?Se estar¨ªa dando una purga entre los grupos clandestinos (de izquierda) y de ah¨ª la cantidad de muertos a tiros. Desafortunadamente, la autonom¨ªa universitaria impide que la Polic¨ªa penetre a limpiar el lugar?.
Sindicatos y universidad
Las relaciones laborales se han desequilibrado definitivamente despu¨¦s que el Gobierno del general Romeo Lucas Garc¨ªa ech¨® el peso de la iepresi¨®n contra los sin dicatos y que la guerrilla, en respuesta, acudi¨® en defensa de los trabajadores inermes con golpes selectivos contra el empresariado.
Luis F. Ir¨ªas, presidente de la Asociaci¨®n de Estudiantes Universitarios, buscado para matarlo, pudo escapar a Costa Rica; otro presidente de la AEU, Oliverio Casta?edo, fue cazado y muerto a tiros frente al palacio presidencial. En lo que va de a?o cayeron asesinados por el Ej¨¦rcito Secreto Anticomunista una decena de profesores y t¨¦cnicos de la Universidad de San Carlos; los ¨²ltimos, Rita Navarro, Luis Mendiz¨¢bal, Roberto Ortiz y Francisco Monroy. En abril, el rector Sa¨²l Osorio debi¨® irse ante la inminencia de un atentado, y su reemplazante, Leonel Carrillo Reeves, renuncib en julio. El tercer rector sustituto es Ra¨²l Molina, un ingeniero de 37 a?os, tambi¨¦n condenado amuerte. En las estrel¨ªneas de su lenguaje cuidadoso aparecen la inseguridad y la desesperanza que acosan a los civiles:
Pregunta: ?La represi¨®n y las listas de universitarios condenados a muerte han provocado disminuci¨®n de las inscripciones?
Respuesta. Este a?o tuvimos, al principio, una inscripci¨®n m¨¢s baja de lo esperado. El ¨ªndice de deserci¨®n en el segundo trimestre ser¨¢ del orden del 10%.
P. ?Los ataques a la u - niversidad son ahora m¨¢s frecuentes?
R. La muerte de los siete estudiantes es una etapa dentro del proceso contra la universidad. Primero, los muertos fueron personas del equipo de trabajo deL rectorado. Despu¨¦s, los asesinatos se extendieron a quienes ten¨ªan participaci¨®n en la pol¨ªtica universitaria. La tercera etapa abarc¨® a profesionales vinculados desde un punto de vista puramente t¨¦cnico, sin definici¨®n pol¨ªtica, como los licenciados Mendiz¨¢baly Navarro o el doctor Ortiz. El ataque del 14 de julio ha rebasado esos l¨ªmites: ahora cualquiera, por el simple hecho de estar dentro de la Ciudad Universitaria, puede ser asesinado.
P.?Qu¨¦ se sabe de la complicidad del Gobierno con las bandas de extrema derecha?
R. Si cont¨¢ramos con una sola prueba firme, tendr¨ªamos el compromiso de presentarnos ante la Comisi¨®n de Derechos Humanos de la ONU. Pero el pueblo afirma que la polic¨ªa, parte del Ej¨¦rcito y las bandas asesinas constituyen un solo cuerpo. Esa es la voz popular. En el asesinato de Casta?edo participaron veh¨ªculos con ciertas series de matr¨ªcula que pertenecen a la polic¨ªa.
P. ?C¨®mo ve el futuro inmediato?
R. El futuro inmediato es definitivamente negro. En estos momentos parecer¨ªa firme la actuaci¨®n del sector represivo, que podr¨ªa consolidar un r¨¦gimen de much¨ªsimos a?os de poder. Toda la sociedad est¨¢ en crisis; pero una crisis explota siempre de alguna manera, y hay que reconocer que en Guatemala hay un movimiento subversivo; no est¨¢ en la Universidad, sino en zonas rurales y urbanas, y parece bastante organizado.
Reagan, la esperanza
La guerrilla, declinante a principios de los a?os setenta, ha recobrado vigor, superado el proceso de divisiones y antagonismos, que ocasionaron en su seno el conflicto chino-sovi¨¦tico, la influencia trotskista y el reformismo de una antigua dirigencia del Partido Comunista guatemalteco. Han surgido otros dos grupos: el Ej¨¦rcito Guerrillero de los Pobres y la Organizaci¨®n Revolucionaria del Pueblo Armado. En mayo, ambos se unificaron militarmente con el nuevo PGT, decidido ahora a la lucha armada, y las Fuerzas Armadas Revolucionarias. Las acciones guerrilleras son constantes y obligan al Ej¨¦rcito a un esfuerzo desgastador; implantadas en frentes rurales, llegan tambi¨¦n a la ciudad en forma de atentados espectaculares, como la ejecuci¨®n, en julio, del jefe de Polic¨ªa, Miguel Nazareno.
Con menos posibilidades que en El Salvador, la izquierda guatemalteca ha intentado, por otra parte, la movilizaci¨®n c¨ªvica y de masas, cuya iniciativa est¨¢ en un movimiento sindical tradicionalmente aguerrido. En 1978 se cre¨® el Comit¨¦ de Unidad Sindical, y ese mismo a?o, radicalizada por la represi¨®n, sindicatos y centrales rompieron con el sindicalismo continental controlado por Estados Unidos: la Confederaci¨®n Nacional del Trabajo (CNT) se retir¨® de la Confederaci¨®n Latinoamericana de Traba)adores, y surgi¨® tambi¨¦n el Comit¨¦ de Unidad Campesina, para atraer a un campesinaldo organizado hasta entonces en una federaci¨®n afiliada a la CLAT. El CNUS fue en 1979 factor principal en la creaci¨®n del Frente Democr¨¢tico contra la Represi¨®n, que re¨²ne a un centenar de organizaciones populares, m¨¢s el Partido Social Democr¨¢tico y el Frente Unido de la Revoluci¨®n (FUR).
Tambi¨¦n a diferencia de El Salvador, esta oposici¨®n civil extraparlamentaria debe desarrollarse en condiciones de una represi¨®n tan implacable y antigua que le impide obtener un poder de convocatoria. Ese efecto del terror gubernamental est¨¢ bien representado por un peque?o aviso period¨ªstico inserto en julio en un diario de la capital: ?Los familiares de la se?orita Aura Oliva Chac¨®n queremos que quede claro que nuestra pariente en ning¨²n momento ha pertenecido ni pertenece a ning¨²n sindicato y, por el resguardo de su integridad f¨ªsica, solicitamos que por este medio se haga la correspondiente aclaraci¨®n?.
La ¨²ltima posibilidad
Para la oligarqu¨ªa guatemalteca se trata simplemente de resistir a la espera de que el desenlace electoral estadounidense la favorezca. Si resulta electo presidente Reagan apoyar¨¢ a Lucas, titula el peri¨®dico Prensa Libre. La ¨ªndole del sistema cerrado veda en Guatemala todo tipo de apertura; por all¨ª se colar¨ªa un torrente pol¨ªtico que puede liquidarlo. Mientras aguarda por el hipot¨¦tico triunfo de Reagan, el r¨¦gimen procura un reagrupamiento regional que le sirva de escudo, y gestiona activamente la reconciliaci¨®n de Honduras y El Salvador (sin relaciones desde 1969). La extrema derecha militar de la regi¨®n considera una futura alianza de los tres reg¨ªmenes como un alivio provisorio frente al inquietante ejemplo de Nicaragua.
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