El caso de Navarra, desde Navarra
La obsesi¨®n de Euskadiko Ezkerra por Navarra, donde s¨®lo tiene un parlamentario foral, entre setenta, elegido del brazo de Garaicoechea, es notoria. El art¨ªculo publicado en estas columnas, el pasado d¨ªa 10, por Uriarte Romero, diputado al Parlamento vasco, amontona h¨¢bilmente todos los t¨®picos, latiguillos, sonsonetes, imprecisiones, ignorancias, errores, cuentos y mitos que vienen oy¨¦ndose y escribi¨¦ndose en ciertos sectores sobre Navarra.Para Uriarte, el llamado ?amejoramiento foral?, que ¨¦l califica, de entrada, como ?fantasma? y ?una de las mayores anacron¨ªas pol¨ªticas de la reforma de Su¨¢rez?, no tiene otro fin que ?evitar por todos los medios que Navarra se incorpore al Estatuto vasco?.
Tan mezquina y falsa interpretaci¨®n, propia de quien desconoce abundantemente la historia pol¨ªtica navarra, maniqueiza desde el principio todo el planteamiento de la cuesti¨®n y es in¨²til buscar despu¨¦s elementos objetivos para un an¨¢lisis correcto. As¨ª describe lo que ¨¦l llama ?fuerismo? como una multiplicidad de instituciones, leyes particulares, reglamentos, subdivisi¨®n territorial y corporativismo, todo lo cual esconde privilegios antidemocr¨¢ticos que tradicionalmente han sido disfrutados por ?se?oritos rurales y caciques de la provincia?. Por otro lado, el ?foralismo?, como instituci¨®n legal, arrinconado con la muerte del feudalismo, y reivindicado siempre por la derecha, no esconde, seg¨²n el autor, otra cosa que ?las prebendas legales, la explotaci¨®n m¨¢s brutal y las riquezas fraudulentamente obtenidas?.
Si ello es as¨ª, el amejoramiento foral no puede traer nada bueno y ni siquiera puede contener atribuciones que la legislaci¨®n moderna del Estatuto contiene. En cuanto al procedimiento, adem¨¢s de no tener en cuenta la voluntad del pueblo y de aplastar las relaciones de todo tipo entre Navarra y Vascongadas, es un ?largo y sinuoso camino?, ?retorcido y arcaizante?, del que ?nada democr¨¢tico ni progresista se puede esperar?.
Puesta una falsa premisa, todo es consecuentemente falso. Pero el lector no se entera de que, dejando para otro d¨ªa la historia, el amejoramiento y reintegraci¨®n foral -t¨¦rminos cl¨¢sicos- no tienen ahora otro fin que el de democratizar y ampliar el estado jur¨ªdico-pol¨ªtico de Navarra, nunca del todo interrumpido -caso singular en Espa?a-, manteniendo nuestras competencias tradicionales recuperando las que nos han sido detra¨ªdas, incorporando las que nunca hemos disfrutado y hoy nos asegura la Constituci¨®n, y reforzando, transformando o creando las instituciones forales, a la altura de nuestro tiempo: Diputaci¨®n Foral, Gobierno de Navarra, Parlamento Foral, Tribunal de Justicia, etc¨¦tera.
Las ?bases de reintegraci¨®n foral y amejoramiento del r¨¦gimen foral de Navarra?, aprobadas por el Pleno de nuestro Parlamento el pasado 1 de julio, y que Uriarte parece o quiere desconocer, son bien expl¨ªcitas al respecto. Sin perjuicio de las facultades y competencias actualmente reconocidas a Navarra en virtud de la ley Paccionada de 16 de agosto de 1841 y disposiciones complementarias, se considerar¨¢n inherentes a la unidad constitucional espa?ola, y se reservar¨¢n al Estado, ?las facultades y competencias estrictamente imprescindibles para garantizar la satisfacci¨®n de los intereses generales, la solidaridad y el progreso de los pueblos de Espa?a?. Todas las dem¨¢s corresponden a Navarra, y a ellas se a?adir¨¢n las que el Estado atribuya, transfiera o delegue a las comunidades aut¨®nomas. La actividad financiera y tributar¨ªa de Navarra se regular¨¢ por el sistema tradicional del convenio econ¨®mico.
Esta reintegraci¨®n foral se llevar¨¢ a cabo ?mediante pacto entre la Diputaci¨®n foral y el Gobierno del Estado y, previa ratificaci¨®n del Parlamento Foral y de las Cortes Generales, se incorporar¨¢ al ordenamiento jur¨ªdico a trav¨¦s de una ley de rango adecuado a su contenido y naturaleza?.
El r¨¦gimen foral de Navarra no es igual a caciques y se?ores feudales
Es obvio que el foralismo descrito por Uriarte se identifique con ?los se?ores feudales del pasado? que temen perder su poder pol¨ªtico, etc¨¦tera. Y para ello viene bien cargar las tintas. La derecha navarra aparece ?como una de las m¨¢s radicales y montaraces del Estado?, y no pod¨ªa faltar la referencia a 1936. Por si algo faltara, la Navarra de hoy se describe como ?un Gibraltar opusde¨ªsta? distinto del ?vaticanista? de 1931 y, sin duda, distinto del ?Gibraltar independentista? con que sue?a, probablemente, Uriarte.
Yo no s¨¦ si la derecha navarra es m¨¢s radical y montaraz que la bilba¨ªna, donostiarra, madrile?a o catalana. Tampoco al diputado de Euskadiko Ezkerra le interesa demasiado el tema; lo que le interesa es preparar el terreno para descalificar a los socialistas, ?aliados?, seg¨²n ¨¦l, con esa derecha. Y lo dice quien se ?ali¨®? con el PNV en las ¨²ltimas elecciones, y con PNV, UCD y AP para lograr el Estatuto de Guernica. Se olvida de que algo similar hizo la izquierda en Catalu?a y lo har¨¢ en Galicia o en Andaluc¨ªa, como lo ha hecho en cualquier pa¨ªs democr¨¢tico a la hora de poner en pie ese mismo pa¨ªs. Olvida tambi¨¦n Uriarte que durante algunos meses de los a?os 1931 y 1932, los carlistas, conservadores mon¨¢rquicos y nacionalistas vascos, aliados todos ellos, estuvieron a punto de integrar Navarra en el Estatuto vasco o vasco-navarro y que fueron los socialistas y republicanos quienes se opusieron desde la primera hora al intento, arrastrando despu¨¦s a parte de la derecha.
Por lo dem¨¢s, no hemos sido los socialistas navarros los que hemos hecho y hacemos la ?apolog¨ªa hist¨®rica del requet¨¦?. Son ciertos parlamentarios forales nacionalistas los que p¨²blicamente han cantado a Zumalac¨¢rregui y compa?eros, mientras los socialistas, que reconocemos la parte de herencia carlista que nos toca, hemos sido los ¨²nicos en recordar en el parlamento Foral la fundamental contribuci¨®n de la minor¨ªa liberal navarra en el siglo XIX a la creaci¨®n del estado jur¨ªdico-pol¨ªtico que hoy todav¨ªa conservamos.
El PSOE navarro, objetivo n¨²mero uno
Los socialistas navarros somos el objetivo n¨²mero uno de los ataques pol¨ªticos de Euskadiko Ezkerra. Basta ver sus publicaciones, panfletos, etc¨¦tera. Tal vez, entre otras cosas, porque hemos roto el c¨®modo esquema, propiciado durante el antifranquismo, en el que muchos combatimos, de que defender la no integraci¨®n de Navarra en Euskadi era defender el caciquismo y la reacci¨®n.
Seg¨²n el se?or Uriarte, advenedizos al socialismo, ¨¢vidos de la ?gloria del poder local?, arribistas y poltroneros, preferimos compartir ese poder con ?la cacicada local? y hasta servimos de instrumento de penetraci¨®n de tal ideolog¨ªa en el seno de los trabajadores, cuyos intereses democr¨¢ticos traicionamos.
Son las t¨ªpicas y t¨®picas frases destinadas m¨¢s a insultar que a traducir la realidad.
Si el se?or Uriarte conociera un poco mejor la vida pol¨ªtica navarra, tampoco nos negar¨ªa del todo el papel ?equilibrador y moderador?. En otros campos, pero tambi¨¦n en puntos como la oficialidad del eusquera, la presencia de Garaikoetxea en el Parlamento, las relaciones con la Comunidad Aut¨®noma Vasca, etc¨¦tera, hemos sido equilibradores y moderadores. Fuimos los primeros en poner en circulaci¨®n el escudo hist¨®rico de Navarra y los que decidimos su oficializaci¨®n: s¨®lo que falta todav¨ªa un mes para que ese acuerdo sea ejecutivo. Y no hemos arrancado ikurri?as de los ayuntamientos que las colocaron por su cuenta y riesgo: en Sartaguda, si el alcalde quiso imponer, ?a pecho descubierto?, su sant¨ªsima voluntad minoritaria, la mayor¨ªa, a pecho descubierto tambi¨¦n, coloc¨® democr¨¢ticamente las tres banderas acordadas en el Pleno. Eso es todo.
El estribillo del refer¨¦ndum
Pero el tema capital para los compa?eros de EE es el del refer¨¦ndum en Navarra. (Por cierto, los socialistas navarros no hemos anunciado ning¨²n refer¨¦ndum entre nosotros).
Es harto sabido que UCD, PSOE y PNV se pusieron de acuerdo, en 1978, para redactar la disposici¨®n transitoria cuarta de la Constituci¨®n que, en lugar de lo que establece el art¨ªculo 143, y a efectos de la posible incorporaci¨®n de Navarra al r¨¦gimen auton¨®mico vasco, atribuye la iniciativa al ?¨®rgano foral competente, el cual adoptar¨¢ su decisi¨®n por mayor¨ªa de los miembros que la componen?. Para la validez de dicha iniciativa ser¨¢ preciso, adem¨¢s, que esa decisi¨®n ?sea ratificada por refer¨¦ndum expresamente convocado al efecto, y aprobado por mayor¨ªa de los votos v¨¢lidos emitidos?.
Se trata, como se ve, de un refer¨¦ndum de ratificaci¨®n. No otra cosa dice ni puede decir el Estatuto de G¨²emica, que en el art¨ªculo 47.2 comienza diciendo: ?En el caso de que se produjera la hip¨®tesis prevista en la disposici¨®n transitoria cuarta de la Constituci¨®n ... ?.
No es hora de hacer un juicio sobre esa disposici¨®n constitucional, pero conviene recordar tambi¨¦n, como se hizo en la sesi¨®n de 5 de octubre de 1978 en el Senado, ?el solemne compromiso de las fuerzas pol¨ªticas mayoritarias de no propiciar el refer¨¦ndum en condiciones de violencia terror¨ªsta?.
Cuando, hace unos meses, algunos parlamentarios forales, entre ellos el de EE, presentaron una moci¨®n, en forma poco feliz, pidiendo el refer¨¦ndum, la mayor¨ªa de la Comisi¨®n de R¨¦gimen Foral rechaz¨®, con diversos argumentos, la propuesta.
Nuestro Parlamento ha aprobado posteriormente las bases de reintegraci¨®n foral que van a configurar, una vez aprobado el texto definitivo, la nueva estructura pol¨ªtica de Navarra. Esta no pasa, como hemos visto, por la incorporaci¨®n al r¨¦gimen auton¨®mico vasco, opci¨®n prevista, pero no impuesta, por la Constituci¨®n.
Seg¨²n la base octava, Navarra, ?en ejercicio de su propia personalidad?, podr¨¢ celebrar convenios con la Comunidad Aut¨®noma Vasca ?para la gesti¨®n y prestaci¨®n de servicios propios, correspondientes a las materias de su competencia?. Recogemos as¨ª, haci¨¦ndola nuestra, la posibilidad abierta, pensando en Navarra, por el Estatuto de Guernica en su art¨ªculo 22.2.
El Parlamento foral, no ha ?obstaculizado ?, contra lo que afirm¨® el se?or Bandr¨¦s en el Congreso la sem¨¢na pasada, el refer¨¦ndum. No ha hecho m¨¢s que expresar su voluntad, ampliamente mayoritaria, de trazar el mejor camino de futuro pol¨ªtico para Navarra.
Carecen en absoluto de fundamento las mon¨®tonas acusaciones, hechas especialmente a los socialistas, de ser los causantes de la violencia, de la frustraci¨®n y hasta del ?enfrentamiento civil? existente en nuestro territorio foral. Si eso es algo m¨¢s que una frase pol¨¦mica, puede ser la descarada e intolerable expresi¨®n de un calculado chantaje. Curiosamente, en el art¨ªculo del se?or Uriarte no aparece la ETA, ni la una ni la otra, entre los responsables de la violencia y del enfrentamiento civil en Navarra. ?Nosotros y nuestros ?aliados? de la derecha somos, al parecer, los ¨²nicos responsables!
Los socialistas navarros pensamos que esa llamada tercera v¨ªa, abierta inicialmente por los convenios, puede tender los puentes de la cooperaci¨®n y de la convivencia con nuestros vecinos y amigos de las Vascongadas, con los que nos unen innegables, fundamentales puntos comunes de toda ¨ªndole. Puentes que, adem¨¢s, pueden impedir un aislamiento, si malo para todos, p¨¦simo para quienes, y no son pocos, mantienen su voluntad de que Navarra se incorpore al r¨¦gimen auton¨®mico vasco.
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