Una crisis econ¨®mica en busca de una teor¨ªa
Estamos ante una crisis sin teor¨ªa de la pol¨ªtica econ¨®mica adecuada para hacerla frente, ante una crisis profunda, la crisis de los setenta; mejor dicho, las crisis de 1973-1974 y de 1979-1980, una crisis mal diagnosticada para la cual los tratamientos ortodoxos no parecen ser eficaces. Porque ?qu¨¦ tipo de crisis tenemos?La crisis de los a?os treinta fue una crisis de demanda. Las f¨®rmulas de Roosevelt de ?cebar la bomba? tirando del gasto p¨²blico, aun sin total rigor cient¨ªfico, fueron mucho m¨¢s eficaces que el liberalismo prekeynesiano. Ese ?salvaje? tir¨®n de la demanda que es una guerra mundial termin¨® con la depresi¨®n y desde entonces la ortodoxia admite una pol¨ªtica de direcci¨®n de la demanda como instrumento fundamental de la econom¨ªa de mercado, que se convierte progresivamente en econom¨ªa mixta, con el crecimiento del sector p¨²blico. El mundo pasar¨¢ por la fase 1945-1973, en cierto grado irrepetible, donde el crecimiento de la renta per c¨¢pita mundial es excepcional. La econom¨ªa parece ?domada?: se conocen los ?trucos? para ?hacerla pasar por el aro? ante sus diversas amenazas: inflaci¨®n, paro, d¨¦ficit de la balanza de pagos y crecimiento menor.
A principios de los setenta aparece la llamada ?stagflation? (estancamiento con inflaci¨®n), debida a empujones de precios desde la oferta por escaseces de alimentos y otras materias, primas, ante los cuales la ortodoxia de actuar sobre la demanda resultaba poco efectiva. Fue un ?primer aviso? antes del gran ?terremoto?: la crisis del petr¨®leo de fines de 1973-principios de 1974, seguida, cuando empezaba a asimilarse parcialmente, por la nueva crisis de 1979-1980. El ?paradigma? encaja mal el golpe. Pero tengamos cuidado: lo que empieza a fallar, aparte de la eficacia de la macro keynesiana, ha sido el enfoque seguido en la asignaci¨®n de recursos. El mercado asigna recursos con eficacia ante peque?as modificaciones en los precios relativos, pero no ante aut¨¦nticos ?cataclismos? en los cambios de nivel de algunos precios b¨¢sicos, como ocurre con la elevaci¨®n de los crudos.
Con el keynesianismo, si se tiraba desde los elementos m¨¢s aut¨®nomos de la demanda (inversi¨®n p¨²blica, exportaci¨®n, inversi¨®n privada), se pod¨ªa seguir produciendo de los mismos sectores y con t¨¦cnicas parecidas. Al contrario, ahora estamos ante una crisis -o un desajuste extraordinariamente profundo- desde la oferta, con factores y elementos productivos muy escasos -petr¨®leo, por ejemplo- y otros sobrantes -trabajo, por ejemplo- y con capacidad de incrementar los surtidos de otros -entre ellos, capital humano.
Pol¨ªtica selectiva de conducci¨®n de la demanda
Un simple ?tir¨®n? de la demanda causa estrangulamientos e inflaci¨®n m¨¢s que incrementos de producci¨®n. Hay que realizar una pol¨ªtica selectiva de conducci¨®n de la demanda, seg¨²n la intensidad de cada sector en factores o productos escasos o abundantes o en la creaci¨®n de sustitutos de los que m¨¢s faltan.
Ahora bien, lo fundamental es una pol¨ªtica de oferta, que podr¨ªamos llamarla factorial-sectorial o microecon¨®mica, de ajustes desde la oferta de todo el proceso productivo a los nuevos precios relativos, que han sufrido cambios ?terrem¨®ticos?, porque al cambiar el precio del petr¨®leo en un 1.800%, los dem¨¢s han variado en distinta cuant¨ªa, seg¨²n el impacto directo o indirecto y sobre todo seg¨²n su capacidad de negociaci¨®n. Para este enfoque nos sirve una parte de la teor¨ªa neocl¨¢sica, pero no sus planteamientos m¨¢s t¨ªpicos, porque se basan en el marginalismo, en peque?os cambios en el margen, y aqu¨ª estamos hablando de aut¨¦nticos ?cataclismos? en los precios relativos.
El cambio cuantitativo -de peque?as a grandes modificaciones de los precios relativos- implica no s¨®lo una profunda variaci¨®n cualitativa, sino la ruptura del ?paradigma? te¨®rico com¨²nmente admitido. De pronto nos encontramos con una crisis... sin teor¨ªa de la pol¨ªtica econ¨®mica adecuada para hacerla frente.
Ante ello, la primera reacci¨®n se la podr¨ªa quiz¨¢ calificar de ?revanchista?. Los que ?hab¨ªan perdido? en la pol¨¦mica de los a?os treinta quieren argumentar que todo el per¨ªodo 1945-1973 fue ?un error?. (Indudablemente, un ?inmenso error?, porque implic¨® los treinta a?os de crecimiento mayor que conoce la historia econ¨®mica, con gran diferencia.) En vez de una vuelta atr¨¢s a lo Von Hayek, la alternativa m¨¢s adecuada -en opini¨®n del autor de este art¨ªculo- es una pol¨ªtica microecon¨®mica que ayude al ajuste desde la oferta al mismo tiempo que se sigue manteniendo una pol¨ªtica econ¨®mica macro, aunque selectiva, desde la demanda, y todo ello en el marco y sin olvidar lo extraordinariamente ¨²til que resulta el mercado para ajustar oferta y demanda. En otras palabras, se trata de ?ayudar al mercado a ayudarse a s¨ª mismo? ante el excepcional cambio en los precios relativos.
Lo peor de la crisis ha pasado ya
La diferencia fundamental entre el intervencionismo cl¨¢sico y este enfoque de pol¨ªtica micro o factorial-sectorial es que en el primero el funcionario sustituye con su decisi¨®n al mercado, mientras que en el segundo lo potencia.
En resumen: el petr¨®leo no es la ¨²nica causa de la crisis en un sentido determinista-mecanista. La misma causa ha tenido efectos distintos sobre estructuras econ¨®micas y sociopol¨ªticas diversas, aun en el mercado europeo y especialmente ante pol¨ªticas econ¨®micas diferentes. Esto es positivo porque muestra que, si bien un determinado grado de crisis es inevitable, la banda en la que se puede oscilar es amplia. Lo que se propone aqu¨ª -que se desarrolla con cierta extensi¨®n en el libro Pol¨ªtica econ¨®mica de Espa?a- es una pol¨ªtica activa, especialmente de reorientaci¨®n y reestructuraci¨®n de la oferta, al doble nivel sectorial y de empleo de t¨¦cnicas de producci¨®n m¨¢s o menos intensivas en cada factor o materia prima productiva, seg¨²n su precio relativo y su escasez o abundancia actual y potencial. El protagonismo de la pol¨ªtica de oferta -de origen m¨¢s neocl¨¢sico- debe ir acompa?ado de una pol¨ªtica de demanda, de fondo poskeynesiano, aunque m¨¢s selectiva que la tradicional.
Dec¨ªa Edgar Morin que las grandes victorias han sido las victorias contra lo improbable. Nuestra sociedad empieza a considerar como improbable no ya s¨®lo una salida, sino una atenuaci¨®n marcada de los efectos de la crisis. En opini¨®n del autor de este art¨ªculo, lo peor de la crisis 1979-1980 posiblemente ha pasado ya -a no ser que se complicara excepcionalmente el problema Irak-Ir¨¢n- Si adem¨¢s se utiliza una teor¨ªa de la pol¨ªtica econ¨®mica m¨¢s ajustada a esta crisis en concreto, los resultados pueden ser mejores. Si la universidad tiene la obligaci¨®n de ?comprometerse? -en el sentido sartriano de la expresi¨®n- con la sociedad con la que convive, la c¨¢tedra a la que se tiene que exigir un esfuerzo especial en plantear alternativas de terap¨¦utica, y no s¨®lo diagn¨®sticos, es la de pol¨ªtica econ¨®mica. Desde este planteamiento de ?¨¦tica profesional?, de analizar si ?lo improbable pudiera llegar a ser posible ?, est¨¢ planteado este enfoque.
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