?Inglaterra fuera del Mercado Com¨²n?
En el ambiente multitudinario y acalorado de un palacio de congresos de arquitectura victoriana, en la ciudad-balneario de Blackpool, de antigua raigambre entre el proletariado brit¨¢nico, se celebr¨®, entre el 29 de septiembre y el 3 de octubre, la conferencia anual del Partido Laborista. A este congreso tuve ocasi¨®n de asistir en representaci¨®n del PCE, en la l¨ªnea de las cada vez mejores relaciones que los comunistas espa?oles vamos teniendo con los socialistas de casi toda Europa. Hay en formaci¨®n toda una corriente de confluencia de ideas para el futuro, en lo que se ha dado en llamar la ?euroizquierda?, es decir, el prop¨®sito de aunar las fuerzas del progreso para as¨ª poder hacer frente a la crisis y para plantear, sin ambages, la transformaci¨®n de la sociedad capitalista, descaradamente ineficaz y de derroche, en una sociedad democr¨¢tica avanzada.La conferencia de Blackpool ha sido uno de los temas centrales de la Prensa inglesa en estos d¨ªas. Sobre todo porque hay en marcha un indudable ejercicio de reflexi¨®n acerca de lo que han representado los dos primeros a?os de Gobierno de la se?ora Thatcher. Por eso mismo interesaba mucho conocer los puntos de vista del laborismo sobre los principales problemas, como adelanto de lo que podr¨ªan ser sus posiciones electorales en la pr¨®xima confrontaci¨®n electoral, que habr¨¢ de celebrarse antes de 1984, el c¨¦lebre ?a?o siniestro? de la premonitoria novela de Georges Orwell, que precisamente para dentro de menos de un lustro pintaba una sociedad agobiada por las escaseces, estancada por las restricciones de todo tipo y aterrorizada por el permanente control autoritario del Gran Hermano (Big Brother is watching you). Parece como si al acercarse 1984 los dos partidos mayoritarios de Albion, el laborista de un lado, y el conservador del otro, se aprestaran a imputar al contrario el estado nada consolador en que se encuentra la econom¨ªa brit¨¢nica, y las incertidumbres que se ciernen sobre 55 millones de insulares que no acaban de estar muy seguros de ser europeos.
Casi dos millones de parados
Ese era en realidad el trasfondo general de la conferencia de Blackpool, la crisis econ¨®mica que est¨¢ afectando muy duramente a la econom¨ªa y a la sociedad brit¨¢nicas. El paro ronda los dos millones de trabajadores, acerc¨¢ndose al 8% de la poblaci¨®n activa, en tanto que, a pesar del liberalismo thatcheriano -o precisamente por el mismo, la inflaci¨®n se mantiene en niveles elevados, sin que pueda ya cumplirse el prometido objetivo de finalizar el a?o 1980 con una inflaci¨®n por debajo de los dos d¨ªgitos. Por otra parte, el sistema financiero sigue desempe?ando un papel hegem¨®nico en la direcci¨®n gpneral de la econom¨ªa. La City, ahora reforzada por los flujos especulativos de los capitales del golfo -que van y vienen como eurod¨®lares en busca del m¨¢s alto tipo de inter¨¦s-, ha impuesto una pol¨ªtica ultraliberal en todo lo referente a los movimientos de capital.
En contra de la posici¨®n que defienden los laboristas en su Manifiesto -la necesidad de controlar los movimientos financieros para garantizar la inversi¨®n en la econom¨ªa brit¨¢nica-, la Premiere de hierro, como parece que le gusta que la llamen a la se?ora Thatcher, decret¨® hace ya m¨¢s de un a?o la plena libertad de circulaci¨®n de capitales. As¨ª, la exportaci¨®n de ahorro al exterior se ha incrementado, pesando de forma ostensible en el proceso general de descapitalizaci¨®n de la econom¨ªa brit¨¢nica. Pero como casi todo en la vida, la descapitalizaci¨®n de la econom¨ªa brit¨¢nica se encuentra tambi¨¦n muy mal repartida; hasta el punto de que se ha llegado a hablar de las dos naciones: una pujante y pr¨®spera, basada en los negocios inmobiliarios y financieros en el Sur, en torno al cosmopolitismo londinense, y la otra, la m¨¢s extensa, deprimida y anticuada, que abarca a todo el Norte, incluyendo Gales y Escocia, con s¨®lo algunos islotes de relativa prosperidad. No es dif¨ªcil imaginar lo que ser¨ªa hoy la Gran Breta?a si no se hubieran producido los espectaculares descubrimientos de gas y de petr¨®leo del mar del Norte.
Todos los temas a debate
En esta depresi¨®n, cuyo fin no es f¨¢cil de prever, los grandes problemas; que el Partido Laborista ha debatido en Blackpool durante su conferencia fueron muchos. Desde la posible supresi¨®n de las escuelas privadas hasta las mejoras en la Sanidad Nacional, y desde los problemas de la cultura hasta el mejor cuidado a dar a los animales para evitar que sufran a manos de s¨¢dicos o en los laboratorios de investigaci¨®n. Pero los debates fundamentales versaron sobre el futuro del Reino Unido en las Comunidades Europeas, la posici¨®n frente a la OTAN, el tema de las nacionalizaciones de determinados sectores econ¨®micos y la supresi¨®n de la C¨¢mara de los Lores. En la discusi¨®n de todos estos temas se advirtieron con claridad dos posiciones extremas: una, de tono m¨¢s bien conservador, la de Callaghan, y, del otro lado, la postura m¨¢s izquierdista de Tony Benn, uno de los aspirantes m¨¢s destacados a ocupar el puesto de l¨ªder del Partido Laborista -pero con menos posibilidades que el menos izquierdista Denis Healey- tras la retirada de Callaghan, que ya es previsible antes de finales de 1980.
Los brit¨¢nicos y Europa
En lo concerniente a las Comunidades Europeas prevaleci¨® la tesis de que, en caso de triunfar los laboristas en las pr¨®ximas elecciones generales, Gran Breta?a deber¨ªa retirarse de ellas. Pueden sintetizarse las principales razones de este abandono del Mercado Com¨²n. El Tratado de Roma -se dice-, con sus prescripciones sobre econom¨ªa de mercado (y no sobre planificaci¨®n), con su exaltaci¨®n de la libre empresa y sus limitaciones a la empresa p¨²blica, bloquea las necesarias reformas de la sociedad brit¨¢nica y de Europa occidental en general. Por otra parte, en vez de ser el motor de un nuevo conjunto de poderosas empresas europeas, la CEE -afirman los laboristas- se ha revelado como el reino de las empresas transnacionales que, en ausencia de planificaci¨®n nacional y de verdadera integraci¨®n de las pol¨ªticas industriales, son quienes deciden la tendencia general del crecimiento o del estancamiento econ¨®mico. Para Stuart Holland y Francis Cripps, los dos economistas m¨¢s destacados del Partido Laborista, frente a esa situaci¨®n de bloqueo es necesario abordar una discusi¨®n a fondo -en la que deben participar los partidos socialistas y comunistas de Europa Occidental- sobre tres temas fundamentales: el militarismo, con la necesidad del desarme empezando por la desnuclearizaci¨®n de Europa occidental; el monetarismo, como forma de pol¨ªtica econ¨®mica que permite el predominio de los intereses olig¨¢rquicos, y el papel de las empresas transnacionales respecto de las cuales es indispensable una estrategia com¨²n de los sindicatos a nivel europeo y de planificaci¨®n a nivel nacional con nuevas formas de cooperaci¨®n europea.
En los otros temas, el grado de acuerdo dentro del Partido Laborista fue muy variable. No aument¨® el n¨²mero de los que favorecen una retirada de la OTAN, pero s¨ª que creci¨® sensiblemente (hasta hacerse mayor¨ªa) el n¨²mero de los partidarios de la desnuclearizaci¨®n de Europa.
La supresi¨®n inmediata de la aristocr¨¢tica C¨¢mara de los Lores se acept¨® como una cuesti¨®n decisiva, y no s¨®lo por su poder actual, sino, sobre todo, porque la actual primera ministra conservadora se propone aumentar los poderes de la C¨¢mara Alta, lo que ser¨ªa lo mismo que disminuir las prerrogativas de la C¨¢mara de los Comunes.
En cuanto a las nacionalizaciones, volvieron a ser el tema eterno, y no por la dial¨¦ctica de laboristas /conservadores, sino casi todav¨ªa m¨¢s dentro del mismo laborismo, en el cual el grado de izquierdismo se mide -las m¨¢s de las veces de forma un tanto simplista- por el n¨²mero mayor o menor de nacionalizaciones que se reclaman y por la forma m¨¢s o menos penalizadora de c¨®mo indemnizar a los expropiados. En este tema, en Blackpool el ambiente fue claramente favorable a nuevas nacionalizaciones: los seguros, los bancos, el transporte de carga por carretera, as¨ª como la renacionalizaci¨®n -sin indemnizaciones- de las empresas que de aqu¨ª a las elecciones generales pudiera privatizar la se?ora Thatcher.
En suma, aparte de otros muchos detalles, se puede decir que en Blackpool se ha confirmado la l¨ªnea m¨¢s izquierdista del laborismo brit¨¢nico, ya apuntada en la conferencia extra ordinaria de Wembley en junio de 1980. Lo cual tampoco significa que la direcci¨®n del partido tenga que asumir una por una todas las decisiones de la conferencia. En el Partido Laborista seguir¨¢ el debate entre los que tienen miedo a perder electores si el partido se convierte -como los m¨¢s conservadores presagian- en una vanguardia alejada de las masas votantes, y los que creen que debe aprovecharse la crisis presente para asestar al capitalismo brit¨¢nico los golpes necesarios para verdaderamente hablar de democracia obrera y de socialismo en el Reino Unido.
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