?Evitar¨¢n las convenciones los secuestros oficializados de ni?os?
El d¨ªa 20 de mayo de este a?o, la mayor¨ªa de los ministros de Justicia de los pa¨ªses miembros del Consejo de Europa firmaron en Luxemburgo una convenci¨®n sobre ?reconocimiento y ejecuci¨®n de decisiones en materia de custodia de ni?os y restablecimiento de la custodia de ni?os?. En el documento, que consta de treinta art¨ªculos, se establecen las bases de cooperaci¨®n para evitar ?traslados ilegales de ni?os a trav¨¦s de fronteras internacionales?. Por otra parte, y tambi¨¦n en el mes de mayo de este a?o, la Conferencia de Derecho Internacional Priva do de La Haya trat¨® sobre ?aspectos civiles de los secuestros internacionales de ni?os?, present¨¢ndose un anteproyecto de convenci¨®n adoptado por la Comisi¨®n Especial. El tema est¨¢ siendo analizado y debatido, en la actualidad, en las sesiones que la misma conferencia celebra del 6 al 25 de este mes de octubre.Lo m¨¢s probable es que, en este punto, muchos lectores se pregunten: ?Es que est¨¢n secuestrando ni?os en Europa? ?Qu¨¦ ni?os? ?Por qu¨¦ y para qu¨¦? Preguntas que se habr¨ªan evitado si estos secuestros hubieran tenido una difusi¨®n tan amplia y detallada como la tuvieron los de Aldo Moro, Schleyer, Rup¨¦rez, Oriol y Villaescusa, Ybarra, Brenda Domecq y el de la bisnieta del ?rey del petr¨®leo?, entre otros.
Pero como los secuestros motivo de este art¨ªculo se han venido ocultando a la opini¨®n p¨²blica de vanos pa¨ªses, entre ellos Espa?a, es comprensible que muy pocas personas sepan lo que est¨¢ pasando.
Efectivamente, se est¨¢n secuestrando ni?os -y muchos- en las democracias europeas: hijos de madres solteras econ¨®micamente d¨¦biles, hijos de emigrantes o de trabajadores en general, de diversas nacionalidades, que, por diversas causas, son un blanco f¨¢cil de las bajas pasiones y turbios intereses econ¨®micos y pol¨ªticos de algunos individuos que act¨²an impunemente desde el poder.
En estos secuestros, los autores nunca exigen rescate para liberar a las v¨ªctimas, ni en dinero ni como condiciones pol¨ªticas. El rescate es sustituido por un precio acordado previamente entre los secuestradores y terceras personas, a las que los ni?os son entregados: matrimonios sin hijos o con hijos, c¨®nyuges en proceso de separaci¨®n o cualquier otra persona que pague los servicios de la mafia. Los procedimientos empleados son siempre violentos, aunque con formas ?sofisticadas?, lo que, junto con la ausencia de rescate, hace que a primera vista muchas veces no parezcan secuestros. Pero, adem¨¢s de estas caracter¨ªsticas, tienen otra que hace de ellos aut¨¦nticas monstruosidades: el delito se encubre con apariencias legales, se oficializa y se acaba convirtiendo en secuestro y fraude de Estado.
Adem¨¢s de las tragedias que estos hechos producen a nivel individual, sus consecuencias jur¨ªdicas -y, por tanto, sociales- son grav¨ªsimas, raz¨®n por la que muchos profesionales del Derecho han empezado a preocuparse seriamente. De esta preocupaci¨®n han surgido la Convenci¨®n Europea antes mencionada y el anteproyecto de convenci¨®n de la Conferencia de La Haya.
Alternativas de los juristas
Es completamente l¨®gico que estos secuestros preocupen a los juristas porque, ?c¨®mo van a ejercer dignamente su profesi¨®n si lo que han aprendido que son delitos -secuestro y fraude- resulta que se realizan y mantienen indefinidamente en nombre de la ley? ?Con qu¨¦ moral pueden invocar la justicia, los principios del Derecho y el respeto a la ley cuando saben que injusticias, disparates y delitos son oficializados? ?Pueden hablar de garant¨ªas jur¨ªdicas y de estados de Derecho existiendo una indefensi¨®n propia de los estados de fuerza? Indudablemente, ante esa realidad, los juristas s¨®lo tienen tres alternativas: o luchan por los principios que preconizan, dignificando su profesi¨®n y dignific¨¢ndose a s¨ª mismos, o se callan y envilecen, o queman el t¨ªtulo y la toga y se dedican a otra cosa.
La decisi¨®n que algunos juristas han tomado, orientada a defender los principios del Derecho, y con ellos la justicia, es digna de respeto y elogio. Sin embargo, cuando se conoce el problema a fondo, cabe preguntarse si se estar¨¢ planteando la lucha de forma realista y eficaz o, por el contrario, al no dirigirse la atenci¨®n hacia la ra¨ªz del problema, no se estar¨¢ corriendo el peligro de quedarse -una vez m¨¢s- en las meras formas. En efecto, ¨²nicamente si se va a la ra¨ªz del problema se obtendr¨¢n los resultados que tanto los profesionales del Derecho como las v¨ªctimas y la sociedad en general estamos necesitando urgentemente: investigar seriamente los casos concretos, descubrir las causas y a los responsables ha de ser el punto de partida para que las convenciones tengan una efectividad pr¨¢ctica. Siguiendo vigentes las causas e impunes los responsables, lo que f¨¢cilmente puede ocurrir es que en el futuro sus procedimientos se adapten a las posibilidades que les permitan las convenciones, ya que algunos de estos responsables son los que deciden ?legalmente? sobre los casos concretos que se presentan.
Si se hubieran respetado los principios del Derecho, internacionalmente reconocidos, as¨ª como las leyes de cada pa¨ªs, nunca se habr¨ªan producido estos secuestros y aberraciones jur¨ªdicas. Ni incluso en casos en los que dos pa¨ªses tienen leyes diferentes, (ya que los procedimientos irregulares constituyen delito en ambos pa¨ªses.
Algunos lectores espa?oles recordar¨¢n nombres como Elena Serra, Alejandro Fuentes, Eva Margarita Talam¨¢s, Inmaculada Rodr¨ªguez, Judith Mart¨ªnez, Natalia y Laura Gonz¨¢lez, entre otros, relacionados con noticias confusas y desconcertantes en las que la palabra secuestro aparec¨ªa entrecomillada. La confusi¨®n, el desconcierto y el entrecomillado se deb¨ªan a la censura. Los citados nombres corresponden s¨®lo a algunos de los muchos secuestros oficializados de ni?os que est¨¢n preocupando a los juristas a nivel internacional. En uno de estos casos, una persona ha sido sentenciada a ser, por el mismo tribunal, la misma sala y simult¨¢neamente: loco y cuerdo; con matrimonio nulo y divorciado; reconocido y a la vez negado el derecho a la patria potestad y custodia. Adem¨¢s, y por orden judicial, esa misma persona tiene que pagar mensualmente una elevada cantidad de dinero a uno de los autores del secuestro de su hijo. Este y otros muchos casos, entre los que se encuentran los citados, horrorizar¨ªan al mism¨ªsimo Kafka.
De los veinti¨²n ministros de Justicia que pod¨ªan haber firmado la Convenci¨®n de Luxemburgo, firmaron todos excepto Dinamarca, Islandia, Malta, Noruega, Suecia y Turqu¨ªa. No es extra?o que los pa¨ªses escandinavos se abstuvieran en bloque (Dinamarca, Suecia y Noruega), ya que precisamente en esos pa¨ªses, y especialmente en Noruega, hay muchos ni?os secuestrados por procedimientos muy similares a los que utilizaba la organizaci¨®n nazi SS Lebensborn.
Estas situaciones existen, y las personas que las han denunciado no s¨®lo no han sido atendidas y sus denuncias silenciadas, sino que, adem¨¢s, en muchas ocasiones, han sido objeto de represi¨®n.
Evidentemente, para que estas convenciones -como cualquier otra- sean eficaces, es preciso que la opini¨®n p¨²blica cobre conciencia de investigar los casos concretos, descubriendo a los responsables y solucionando tan monstruosas situaciones.
Nunca ha sido necesario recordar a las autoridades y Gobiernos sus deberes cuando las v¨ªctimas de secuestros son personas importantes en los ¨¢mbitos econ¨®mico y pol¨ªtico o en secuestros en los que no est¨¢n involucrados individuos poderosos. Pero ante estos secuestros de ni?os, esas mismas autoridades y Gobiernos est¨¢n manteniendo un silencio que resulta preocupante, porque hace pensar que algo muy extra?o est¨¢ sucediendo y que, contrariamente a lo que se asegura, no todos somos iguales ante la ley. Por eso es necesario y urgente que los profesionales del derecho, las organizaciones pro derechos humanos, los partidos pol¨ªticos, las centrales sindicales, asociaciones de vecinos y la opini¨®n p¨²blica en general, demanden una investigaci¨®n y esclarecimiento de estos secuestros.
?Por qu¨¦ entonces se rodea a estos secuestros de un herm¨¦tico silencio y de un grueso muro de goma, tan contrarios al esp¨ªritu y la pr¨¢ctica de la justicia? Es necesario que alg¨²n grupo profesional, social o pol¨ªtico tome la iniciativa y demande una investigaci¨®n de estos secuestros de ni?os.
Bernardo Fuentes es padre del peque?o Alejandro Fuentes, sacado de Espa?a y trasladado en 1975 por su madre, s¨²bdita noruega, a este ¨²ltimo pa¨ªs, cuando el ni?o se encontraba bajo la protecci¨®n de los tribunales espa?oles.
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