Algunas puntualizaciones a Rafael Termes
En el art¨ªculo de Rafael Termes ?El sistema real y el sistema financiero? publicado en EL PAIS (Tribuna Libre, domingo 28 de septiembre de 1980) se deslizan, en mi opini¨®n, algunos errores padecidos al ajustar los datos de los tipos nominales a los tipos reales de rentabilidad que afectan a las conclusiones que se obtienen en el mismo.En efecto, para obtener los tipos reales de rentabilidad es incorrecto -como se hace en el art¨ªculo citado- dividir en forma de ¨ªndices la rentabilidad nominal por el deflactor de producto interior bruto. Esto ser¨ªa correcto si los activos de las empresas que se analizan fueran financieros, pero trat¨¢ndose, como en este caso, de empresas industriales -o mejor, no financieras-, es de suponer que la mayor parte de sus activos son reales y, por tanto, no sometidos a la depreciaci¨®n producida por la inflaci¨®n.
Sentado esto, pasemos a comprobar los errores que -a mi juicio, insisto- se han cometido en el art¨ªculo que se comenta.
Seg¨²n Termes, una rentabilidad nominal del 12,9% se convierte en una rentabilidad real del 4,5% si en el per¨ªodo en que se obtiene los precios aumentan un 8,1% (deflactor del PIB). Y aqu¨ª es donde radica su error, porque la rentabilidad real en este caso no es del 4,5%, sino del 11,9%. Lo aclaramos: una rentabilidad nominal del 12,9% significa que de cien pesetas de activo invertido se obtienen, en el a?o, 12,9 pesetas nominales de beneficio, tal como se define ¨¦ste en el art¨ªculo. Si en ese mismo a?o los precios crecen un 8,1% quiere decir que las 12,9 pesetas de rentabilidad nominal se convierten en 11,9 pesetas reales -o constantes- al aplicar a aqu¨¦llas el ¨ªndice del deflactor impl¨ªcito del PIB (108,1). Es decir, la rentabilidad real es del 11,9%.
Si procedernos del mismo modo con el resto de los datos, se llega a las cifras recogidas en el cuadro 1.
Las sensibles diferencias que se observan entre uno y otro procedimiento de c¨¢lculo hacen innecesario cualquier comentario sobre las mismas. Lo que s¨ª es preciso resaltar son las diferentes conclusiones que se obtienen a la vista de los datos de ambos. De todas ellas, la que m¨¢s me interesa matizar, puesto que es con la que fundamentalmente estoy en desacuerdo, es en la que R. Termes afirma que ?la verdadera causa del deterioro de la rentabilidad de los fondos propios ha sido la fuerte ca¨ªda de la rentabilidad media de las inversiones empresariales -la rentabilidad econ¨®mica, en el cuadro 1- y no el encarecimiento del cr¨¦dito?. A la vista de los datos de mi deflaci¨®n, la ca¨ªda de ?a rentabilidad de los fondos propios -un 65,1%- no puede ser ?totalmente debida a la ca¨ªda de la rentabilidad de los activos empresariales? -un 22,7%-, como se afirma en el art¨ªculo.
Yo creo, en cambio, que una de las causas m¨¢s importantes -con otras que ¨¦l cita y con las que estoy de acuerdo- del deterioro de la rentabilidad de los fondos propios de las empresas ha sido, a lo largo de estos a?os, el enorme crecimiento de las cargas financieras. Al menos eso se deduce del conjunto de datos que se recogen en el art¨ªculo de Alvaro Cuervo -el mismo que cita R. Termes en su art¨ªculo de EL PAIS- referido al colectivo de empresas que ha servido de base para nuestros dos art¨ªculos.
En conclusi¨®n, por tanto, frente a la opini¨®n de R. Termes de que la ca¨ªda de la rentabilidad de los activos empresariales ha sido la verdadera causa del deterioro de la rentabilidad de los fondos propios, yo creo que aun siendo cierto que aqu¨¦lla ha ca¨ªdo algo -del 11,9% al 9,2%-, las causas principales del deterioro de la segunda -del 21,2% al 7,4%- ha sido el enorme crecimiento experimentado por las cargas financieras. Existen, sin duda, otras causas -incremento del coste de las materias primas, del personal, etc¨¦tera- que ¨¦l pone de manifiesto y yo comparto, pero eso no debe servir para ocultar el peso que en tal deterioro ha correspondido al crecimiento de los costes financieros.
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