Olarra y Crimidesa devuelven el protagonismo del orden p¨²blico a las relaciones laborales
La incidencia sobre las relaciones laborales de la crisis econ¨®mica supone un cierto retroceso en cuanto a la pr¨¢ctica negociadora que la institucionalizaci¨®n de las centrales sindicales, una vez desmontado el sindicato vertical y al amparo del tr¨¢nsito a la democracia, parec¨ªa imponer. El encierro, acompa?ado en muchas ocasiones del recurso a la violencia, vuelve a situar las relaciones industriales de este pa¨ªs en t¨¦rminos propios de una cr¨®nica de orden p¨²blico, con el peligroso distanciamiento de los interlocutores sociales consagrados como tales en el marco legal propiciado por la democracia.
De esta manera, una pr¨¢cuca felizmente superada por el reconocimiento oficial del papel interlocutor que la propia Constituci¨®n concede a las fuerzas obreras, y en cuyo logro desempe?¨® un importante papel los encierros de trabajadores en las iglesias -cuando la Iglesia apost¨® por el desarrollo social del pa¨ªs-, vuelve a erigirse en noticia habitual, esta vez como medio de presi¨®n para la satisfacci¨®n de unas reivindicaciones justificadas en la crisis econ¨®mica.La cr¨®nica m¨¢s inmediata del revival tercermundista en las relaciones industriales podr¨ªa arrancar de la acogida que la violencia ejercida por la plantilla de Nervacero encontr¨® en la Administraci¨®n, que accedi¨® a las pretensiones obreras manifestadas mediante la ocupaci¨®n del Parlamento vasco.
El entonces vicepresidente econ¨®mico del Gobierno, Abril Martorell, en base a razones que llegaron a calificarse de Esiado, se dedic¨® de manera personal -en lo que fue su ¨²ltima actuaci¨®n p¨²blica- a resolver el problema de Nervacero, mediante la concesi¨®n del oportuno cr¨¦dito oficial, una vez que la plantilla de la empresa vasca accediera a las condiciones impuestas por el Gobierno.
En el par¨¦ntesis veraniego, es un pueblo entero, la localidad sevillana de Marinaleda, quien recurre a la huelga de hambre y al encierro acompa?ado de huelga general para llamar la atenci¨®n del pa¨ªs ante la grave situaci¨®n de paro que afecta a la regi¨®n andaluza. Tan testimonial. comportamiento, protagonizado por la poblaci¨®n civil y fuera del control de las centrales sindicales establecidas a nivel estatal y con representaci¨®n parlamentaria, obti.ene del Gobierno la consideraci¨®n del Plan de Urgencia para Andaluc¨ªa, negociado entre las fuerzas pol¨ªticas representadas en la Junta de Andaluc¨ªa y que supone un urgente compendio de planes de inversiones econ¨®micas para el desarrollo regional de la zona.
Una vez evitado el vac¨ªo informativo del verano, la actualidad se centra en la ¨²ltima remodelaci¨®n gubernamental y, pese a que el paro sigue increment¨¢ndose, Marinaleda se archiva en las colecciones de las hemerotecas.
Olarra: huelga de hambre "a muerte"
Salvando casos aislados que transcurren sin reflejo en la opini¨®n p¨²blica, unas veces por su escasa fuerza sindical y otras po el limitado y hasta inexistente valor pol¨ªtico de quienes figuran detr¨¢s de los intereses obreros en juego, se llega hastafecha reciente en que salta el tema Olarra, empresa vasca de enorme significaci¨®n en el problema pol¨ªtico de aquella regi¨®n.Tradicionalmente, Olarra, empresa vasca del metal que da ocupaci¨®n a m¨¢s de 2.000 trabajadores, ha venido manteniendo un cierto nivel paternalista en sus relaciones laborales.
Medios sindicales creen ver en el reciente conflicto por el que atraviesa Olarra, SA, un acertado montaje del emprendedor empresario vasco, de reconocida ascendencia en el patronato de aquella nacionalidad.
De acuerdo con los referidos medios, Luis Olarra ver¨ªa con cierto agrado la conflictividad actual de su empresa, por cuanto constituye un medio de presi¨®n que podr¨ªa retrasar el, al parecer, pr¨®ximo levantamiento de la suspensi¨®n de pagos de Olarra, SA, situaci¨®n en la que se encuentra la empresa desde el verano de 1979.
En esta l¨ªnea, un pretexto que puede parecer nimio, cual es el retraso en la revisi¨®n salarial acordada por convenio en caso de superarse el l¨ªmite contenido en dicho pacto para el ¨ªndice del coste de la vida, ha concluido con el despido de veintinueve trabajadores, una vez que parte de la plantilla ?secuestrara? a dos de sus hijas y un grupo de administrativos en la sede central de la empresa.
Paralelamente a la violencia obrera, un comportamiento patronal susceptible de diversas consideraciones aparece como tel¨®n de fondo al conflicto, contra el que se muestra solidario una importante representaci¨®n del patronato de este pa¨ªs.
Sin embargo, la mayor trascendencia del conflicto se centra en el encierro que mantienen en la catedral de Bilbao -el movimiento obrero vuelve a sus or¨ªgenes-, en huelga de hambre ?hasta la muerte?, los despedidos de Olarra, SA.
Asimismo, el comit¨¦ de em presa, en el que es mayoritaria la corriente del Movimiento Comunista dentro de Comisiones Obreras., se opone a las negocia ciones que con la direcci¨®n- de Olarra, SA, han entablado CC OO y UGT (es decir, las cen trales con implantaci¨®n nacional), adem¨¢s de ELA-STV, que si bien es un sindicato de nacionalidad, cuenta tan s¨®lo con un miembro en el referido comit¨¦.
Por otra parte, el movimiento obrero, una vez desbordado el cauce natural de los sindicatos, por los que desde el franquismo se luch¨® con firmeza, busca apoyos en ¨¢mbitos pol¨ªticos al margen del marco estrictamente laboral. El comit¨¦ de empresa de Olarra, SA, est¨¢ presentando mociones ante los ayuntamientos de Vizcaya. para pedir la solidaridad con los trabajadores de la empresa, as¨ª como la declaraci¨®n de ?persona no grata? a Luis Olarra.
Crimidesa: sin novedad en la mina
En otro ¨¢mbito geogr¨¢fico, en el l¨ªmite entre la tradicionalmente pac¨ªfica Castilla y el conflictivo Norte, el pueblo burgal¨¦s de Cerezo de Riotir¨®n se mantiene en vilo desde hace seis meses, a causa de la huelga m¨¢s larga de la historia reciente de este pa¨ªs, mantenida por la reducida plantilla de la mina Crimidesa, dedicada a la explotaci¨®n del sulfato s¨®dico.El punto de mayor tensi¨®n en esta larga huelga se registr¨® el pasado martes, d¨ªa en el que un grupo de trabajadores retuvo en la mina a dos directivos y otros cargos ejecutivos de la empresa. La liberaci¨®n de los rehenes se produjo,en la madrugada del mi¨¦rcoles, una vez que en presencia del gobernador civil los huelguistas y la representaci¨®n de la empresa -a la que, desde el consejo de administraci¨®n de la sociedad, se le hab¨ªa despojado de poder ejecutivo para evitar la firma de cualquier pacto bajo la coacci¨®n que supon¨ªa el secuestro- llegaran a un acuerdo que, en opini¨®n de los trabajadores, no ha respetado la direcci¨®n de Crimidesa.
Esta sociedad, que durante los largos a?os del anterior r¨¦gimen firmaba en el vertical convenios colectivos que posibilitaban la realizaci¨®n por parte de los trabajadores de hasta mil horas extraordinarias al a?o, lo que sin duda supuso un importante crecimiento del cap¨ªtulo de beneficios, hubo de proceder a la reducci¨®n progresiva de esta modalidad de trabajo en los sucesivos convenios colectivos suscritos desde el final de la dictadura y el consiguiente reconocimiento de los sindicatos de clase.
Con todo, el entendimiento entre empresa y trabajadores, organizados en su casi totalidad en las filas de CC OO, se ha ido distanciando del paternalismo que caracterizaba -como en cualquier otra empresa de corte franquista- las relaciones laborales en la ¨¦poca inmediatamente anterior.
Estas diferencias han culminado en la primera huelga que conoce esta empresa, con la que el pueblo se siente solidario, dada la dependencia del mismo de la mina, y los incidentes registrados el martes pasado.
No obstante, el final feliz del secuestro al que los trabajadores recurrieron -otro caso m¨¢s- como apoyatura a la lucha por sus reivindicaciones, la tensi¨®n no ha desaparecido del pueblo, pese a las primeras impresiones de distensi¨®n que siguieron al compromiso que posibilit¨® la liberaci¨®n de los rehenes.
La propiedad de Crimidesa considera que los pactos establecidos por los directivos secuestrados -readmisi¨®n de los despedidos, negociaci¨®n del convenio y ausencia de represalias- carecen de valor legal, por lo que la negociaci¨®n prevista para ayer, seg¨²n informa desde Burgos Blanca Gefaell, no fue posible por la incomparecencia de la empresa.
Como ¨²ltima novedad en el conflicto, el secretario general de CC OO de Burgos y asesor de los huelguistas, Francisco Ubierna, anuncia el inicio de una huelga de hambre si hoy no acude la empresa a negociar. Por medio del conflicto, el gobernador civil de la provincia busca en Madrid, entre Trabajo y la empresa, una f¨®rmula de acuerdo, en evitaci¨®n de nuevos incidentes de orden p¨²blico.
Como en los viejos y recientes tiempos, las relaciones laborales presentan un componente de orden p¨²blico que, con grave riesgo para las partes afectadas, desplaza o confunde el inter¨¦s social.
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