El Ej¨¦rcito marroqu¨ª y parece haber pasado definitivamente a la ofensiva en el Sahara
Desde mediados de julio de este a?o, el Ej¨¦rcito marroqu¨ª parece haber invertido los papeles en la guerra del Sahara y haber pasado a la ofensiva. Esto, para ¨¦l, obviamente es un papel relativamente pasivo que consiste en intentar cortar las l¨ªneas de infiltraci¨®n del Polisario, ya sea hacia el norte del ex Sahara occidental espa?ol o hacia las regiones del Sureste dentro de las fronteras marroqu¨ªes anteriores a la marcha verde. Si esta t¨¢ctica no constituye un seguro definitivo contra incursiones, como lo prueba los numerosos ataques despu¨¦s de esa fecha en el Jebel Uarkziz y en la Sakiet el Hamra, s¨ª puede eliminar las operaciones del Polisario con grandes movimientos de efectivos y equipo, una caracter¨ªstica de la guerra desde 1978.
Desde la anexi¨®n por Marruecos del antiguo R¨ªo de Oro, abandonado por Mauritania el 11 de agosto de 1979, el Polisario ha dirigido sus acciones cada vez m¨¢s hacia el Norte, para concentrarse en los ¨²ltimos once meses contra el territorio de Marruecos no cuestionado internacionalmente, el de sus fronteras posteriores a la independencia.Este cambio de estrategia del Polisario parece tener dos motivos inmediatos: 1) hacer que el marroqu¨ª sienta la guerra pr¨®xima, que se vea amenazado en su persona, y eventualmente, que se crea indefenso, con la consiguiente desmoralizaci¨®n que ello habr¨ªa de traerle; y 2) acercarse a la gran base log¨ªstica de Tinduf, donde por otra parte se le ofrece en la retirada la cobertura del Ej¨¦rcito argelino ahora que se comienza a emplear armas que requieren una log¨ªstica m¨¢s compleja que las utilizadas en 1977 y 1978.
La historia reciente del conflicto puede dividirse en varios per¨ªodos: el de las grandes maniobras diplom¨¢ticas de 1976 y, 1977, mientras se constituyen y organizan los comandos polisarios; el de la presiones sobre Mauritania, que culmina en julio de 1978 con el golpe de Estado contra el presidente Mojtar Uld Dadah, que a su vez marca el inicio del distanciamiento pol¨ªtico entre Mauritania y Marruecos; la reacci¨®n marroqu¨ª, con la entrada en acci¨®n de los contingentes especiales Uhud, El Ark y Zellaqa, desde fines de 1979, y la ofensiva del Polisario en el interior de las fronteras marroqu¨ªes no cuestionadas.
Desde 1977 se mantienen, sin embargo, algunas constantes de la acci¨®n del Polisario, que consisten en presionar sobre los pa¨ªses marginales al conflicto para aislar pol¨ªticamente a Marruecos, secuestro de ciudadanos de pa¨ªses occidentales con influencia o intereses en la regi¨®n, con el doble objetivo de obtener el reconocimiento de la RASD y alcanzar una mayor resonancia informativa internacional, y escalada armament¨ªstica e internacionalizaci¨®n del conflicto, que a lo largo de estos meses ¨²ltimos ha originado diferencias entre el Polisario y, el aparato dirigente argelino.
Actitud firme de Francia
El secuestro en marzo de 1977 de seis franceses en Zuerat (Mauritania) y dos m¨¢s en octubre termina mal, pues Francia no solamente no negocia oficialmente con el Polisario, sino que el 25 de octubre el presidente Giscard d'Estaing decide colocar en estado de alerta al Centro Operacional de los Ej¨¦rcitos (COA), seguido el 1 de noviembre por la alerta de la XI Divisi¨®n, el env¨ªo de 185 soldados a reforzar la base de Cabo Verde (Senegal), la orden dada a sus Breguet-Atlantique para reconocer fotogr¨¢ficamente el Sahara mauritano en previsi¨®n de una acci¨®n francesa, que se materializar¨ªa en la subsiguiente intervenci¨®n en tres ocasiones de sus aviones Jaguar contra columnas del Polisario.
Temerosos quiz¨¢ de una escalada en la intervenci¨®n militar de Francia, argelinos y polisarios abandonan, y los ciudadanos franceses son devueltos incondicionalmente.
Ese mismo a?o, tanto Marruecos como el Polisario reciben suministros masivos de armas que entrar¨ªan en acci¨®n posteriormente. El Polisario adquiere veh¨ªculos B-11 y B-10 con ca?ones de 107 y 64 mm, morteros de 120 y 80 mm y las ametralladoras de 12,7 y 14,5 mm, esta ¨²ltima le dar¨¢ durante varios meses una ventaja considerable sobre los marroqu¨ªes que las recibir¨¢n m¨¢s tarde.
Marruecos recibe los primeros veinticinco Mirages F-1 de Francia y veintis¨¦is aviones F-5 de fabricaci¨®n norteamericana cedidos por el sha de Ir¨¢n, junto con artiller¨ªa pesada tambi¨¦n de origen norteamericano. Egipto y China aceptan a su vez entregarle armamento de fabricaci¨®n sovi¨¦tica, en particular las ametralladoras de 14,5 mm.
Es un per¨ªodo en el cual Marruecos no parece prever a¨²n que su territorio no cuestionado, y el norte del Sahara. ser¨¢n el futuro escenario de la guerra. As¨ª, y con motivo del ataque Polisario de diciembre contra Smara, el rey Hassan II proclama el derecho de persecuci¨®n, que nunca ejercer¨¢, y coincidiendo con su viaje a Estados Unidos pide, el 6 de noviembre de 1978, a todos los marroqu¨ªes que juren individualmente sobre el Cor¨¢n defender siempre la marroquinidad del Sahara. M¨¢s a¨²n, el 8 de marzo de 1979, poco despu¨¦s de uno de los ataques del Polisario, m¨¢s importantes hasta entonces, contra Tan Tan, el rey Hassan II, a trav¨¦s de su consejero Reda Guedira, proclama que ?se ha llegado al borde de lo intolerable?. A¨²n reciente el choque producido por el ataque contra Tan Tan que puso en evidencia, incluso p¨²blicamente, una cierta desmoralizaci¨®n e indisciplina en el seno del Ej¨¦rcito del sur, Marruecos solicita la convocatoria urgente del consejo de seguridad, petici¨®n que luego abandonar¨ªa.
Sin embargo, la hora de la ofensiva en gran escara contra el territorio marroqu¨ª a¨²n no hab¨ªa llegado, y 1978 ser¨¢, por el contrario, el a?o de las presiones, tanto de polisarios como de marroqu¨ªes, contra Espa?a. Los primeros la requieren para que denuncie los acuerdos tripartitos de Madrid, y los segundos, para que adopte sus puntos de vista sobre el Sahara y diga que la descolonizaci¨®n est¨¢ concluida y que en 1975 se cedi¨® administraci¨®n y soberan¨ªa. La posici¨®n que adopte Espa?a es considerada importante precisamente cuando se preparaban las grandes maniobras diplom¨¢ticas en la OUA y la Asamblea General de la ONU.
Aunque Argelia suspende, desde enero de 1978, la hora de radio que hab¨ªa concedido a Cubillo, la decisi¨®n del comit¨¦ de descolonizaci¨®n de la OUA de llevar a la agenda de la cumbre pr¨®xima el tema de Canarias -postura a la cual Argelia no es ajena- logra que Marcelino Oreja, primero, y una comisi¨®n de diputados y senadores se lancen a sendos periplos por Africa para promocionar los puntos de vista de Madrid, que les llevar¨¢n precisamente a un grupo de pa¨ªses que de antemano, pod¨ªan considerarse favorables a Espa?a.
El secuestro de ocho pescadores del barco Las Palomas, en abril, har¨ªa dar varios tropezones a la diplomacia espa?ola, muy lejos de la actitud francesa de 1977, que se traducen en la asistencia de Javier Rup¨¦rez al IV Congreso Polisario, y en la Fijaci¨®n ya como actitud de la sabida teor¨ªa de que se cedi¨® la administraci¨®n, pero no la soberan¨ªa, en un intento de encender una vela a Dios y otra al diablo, que permite que Marruecos y el Polisario se lancen a una re??da competencia por secuestrar a pescadores y barcos de pesca espa?oles.
El conflicto adquiere un sesgo diferente ya por 1979, cuando se dibuja una tendencia por parte del Polisario a concentrar sus ataques dentro de las fronteras marroqu¨ªes no cuestionadas; la entrada en liza de Gadafi, que tiene como consecuencia, primero, un mayor margen de maniobra del Polisario frente a Argel y, luego, el masivo reclutamiento de los sahelianos de N¨ªger, Mal¨ª e incluso Chad y de las tribus saharauis de Mauritania.
La etapa de las grandes batallas en el desierto
El a?o 1979 es el de los grandes combates, en los cuales el Polisario emplea de una sola vez hasta cuatrocientos o quinientos veh¨ªculos, y de 2.000 a 5.000 hombres. Bir Anzaran y Lebuerat, en agosto; Zag y Lemsied, en septiembre; Mahb¨¦s y Smara -en esta ¨²ltima intervienen por primera vez en el Sahara los Mirage F-1 franceses-, en octubre; Bu Craa, en noviembre, y Zag, otra vez en diciembre, caracterizan esa ofensiva polisaria generalizada contra las posiciones marroqu¨ªes.
El Aosario, promarroqu¨ª, en e cual ni los propios marroqu¨ªes creen, anuncia en septiembre, noviembre y diciembre, sin que ello aumente su credibilidad como movimiento armado, que ha llevado a cabo varios ataques en territorio argelino, contra Tinduf, Tinfunchy y el sur del Adrar, para renunciar poco m¨¢s tarde a estas pretensiones guerrilleras, de las cuales no se ha vuelto a hablar hasta el presente.
En junio viaja a Marruecos el rey Juan Carlos, esbozando con sus interlocutores un buen n¨²mero de proyectos cargados de buena voluntad, en un intento de mejorar unas relaciones que el Gobierno hab¨ªa colocado en un punto realmente bajo. S¨®lo la visita a Rabat del nuevo titular de Exteriores, P¨¦rez-Llorca, en octubre de 1980, diecis¨¦is meses despu¨¦s del viaje de los Reyes. puede considerarse como creadora de otra atm¨®sfera entre Espa?a y Marruecos.
Pr¨®ximo a concluir el a?o 1980, que el rey Hassan II hab¨ªa anticipado que ser¨ªa el del fin del conflicto del Sahara, pocas perspectivas de soluci¨®n inmediata, por lo menos en el plazo previsto por el monarca, est¨¢n a la vista. El a?o, sin embargo, habr¨¢ sido quiz¨¢ el m¨¢s importante en la historia del conflicto del Sahara.
Aparte de las recomendaciones del Comit¨¦ de Sabios de la OUA, reunidos del 9 al 12 de septiembre en Freetown, en el terreno puramente militar Marruecos comienza a rentabilizar el haber encomendado al general Ahmed Dlimi, hace ano y medio, el imponer orden en el frente sur y tratar de invertir las caracter¨ªsticas del enfrentamiento, hasta entonces favorables al Polisario.
Una vez bloqueado el Jebel Uarklziz, principal regi¨®n de infiltraciones contra las ciudades del sur de Marruecos, el Ej¨¦rcito real trata de cerrar la Saguia el Hamra, que, situado entre El Aai¨²n y Tinduf, es la v¨ªa de penetraci¨®n ideal para los ataques contra el famoso tri¨¢ngulo estrat¨¦gico: Smara, El Aai¨²n, Bu Craa, por el Sur, y contra las posiciones avanzadas de la zona del r¨ªo Draa.
Una nueva escalada armament¨ªstica es perceptible por parte del Polisario, que en sus ¨²ltimos ataques ha utilizado ¨®rganos de Stalin de 128 mm., que disparan veinti¨²n proyectiles a un tiempo y no tienen necesidad de la pausa para enfriamiento de los tubos; los temibles ca?ones de 33 mm. y los cohetes antia¨¦reos Sam-9, que vienen a completar una bien nutrida panoplia de Sam-6 y 7, y ca?ones de 120 mm. y 122 mm., y ametralladoras de 14,5 mm. sovi¨¦ticas.
La guerra en adelante no puede imaginarse sin tener en cuenta los dos componentes sobre los cuales cuentan, por un lado, los marroqu¨ªes, y por el otro, sus adversarios: demogr¨¢fico y econ¨®mico.
Marruecos est¨¢ seguro de vencer a largo plazo al Polisario, aunque s¨®lo sea por la demograf¨ªa, y su convencimiento de que el Ej¨¦rcito marroqu¨ª puede soportar f¨¢cilmente las enormes p¨¦rdidas humanas que significan los combates de gran envergadura de hoy, que el Polisario no podr¨¢ resistir.
El Polisario, consciente del importante apoyo financiero de Libia, est¨¢ muy seguro del peso econ¨®mico de la guerra en Marruecos, a lo cual este pa¨ªs consagra ya lo m¨¢s sustancioso de su presupuesto.
Considerada desde ese punto de vista, la confrontaci¨®n parece hoy encaminada a ver qui¨¦n agota antes sus reservas.
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