El ministro de Justicia franc¨¦s se queda solo en su ataque contra "Le Monde"
Al atacar al diario Le Monde, el s¨ªmbolo franc¨¦s por todos reconocido de la informaci¨®n m¨¢s s¨®lida y m¨¢s independiente, ?ha cometido el poder pol¨ªtico el error que no deb¨ªa en plena precampa?a electoral? Una semana despu¨¦s de su denuncia contra Le Monde, por estimar que sus escritos desacreditan a la justicia francesa, el ministro de Justicia, Alain Peyrefitte, se encuentra ?solo ante el peligro?.
Desde hace ocho d¨ªas, el diario dirigido por Jacques Fauvet recibe de Francia y del resto de las capitales occidentales un apoyo incondicional, apasionado en la mayor¨ªa de los casos, y creciente. Si Peyrefitte no hubiese sido el iniciador de la querella que le enfrentaba con ese peri¨®dico podr¨ªa sospecharse que el ministro no es m¨¢s que un submarino afectado a una campa?a de promoci¨®n de Le Monde, innecesaria por lo dem¨¢s. Todo el abanico ideol¨®gico del pa¨ªs, sindicatos obreros, sindicatos de magistrados, sindicatos de polic¨ªa, voces ilustres de horizontes diversos y, personalmente, destacadas figuras del giscardismo se revuelven contra Peyrefitte y se distancian de ¨¦l como de alguien que ha metido la pata en el momento m¨¢s inoportuno.Por el contrario, ni uno solo de los representantes de la justicia, a quien ¨¦l pretende defender con su denuncia, ha levantado la voz abiertamente en apoyo de su cruzada contra Le Monde.
El ataque frontal a Le Monde no ha hecho m¨¢s que reavivar los temas ya polvorientos molestos para el poder. El tenebroso asunto del suicidio del ministro Robert Boulin, que ahora se sabe que tendr¨ªa que estar sentado en el banquillo de los acusados al lado del exiliado Tournet (refugiado en Ibiza), los diamantes de Bokassa y sus derivados, repentinamente, parecen haber traumatizado a los franceses como consecuencia de esta persecuci¨®n que cuestiona la real independencia de poderes y contra un peri¨®dico que, en definitiva, todos los franceses valoran como una garant¨ªa de la salud moral del pa¨ªs, y ello aunque disientan de sus opiniones.
El asunto Le Monde parece haber provocado la reacci¨®n contraria a la esperada por el poder pol¨ªtico. De unos d¨ªas a esta parte sorprenden los comentarios de gentes totalmente adictas al giscardismo que se manifiestan ?hartas de tanto esc¨¢ndalo?. Y esto, a?adido a los factores socioecon¨®micos inherentes a la crisis general, pudiera acarrear consecuencias hasta ahora insospechadas, cara a las elecciones presidenciales de 1981. El neogaullismo encarnado por Jacques Chirac se frota las manos cada d¨ªa con m¨¢s fruici¨®n.
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