Suenan todas las alarmas
NOVIEMBRE, ADEMAS del mes de los difuntos, suele ser el marco temporal para las predicciones econ¨®micas. Los expertos de los pa¨ªses occidentales se est¨¢n reuniendo ahora, en Par¨ªs, para contrastar sus vaticinios con los del secretariado de la prestigiosa OCDE. El nivel de coincidencia es muy grande para 1980, a?o en el que unos y otros prev¨¦n un modesto crecimiento de la producci¨®n de bienes y servicios del 1,2%, frente al 3,3% de 1979. Las estimaciones para 1981 son menos coincidentes, pero igualmente desoladoras: 1,5% de crecimiento previsto por los expertos y 1,1 % por la OCDE. Quiz¨¢ detr¨¢s del mayor pesimismo del organismo internacional se esconda un velado intento de suscitar medidas m¨¢s expansivas por parte de aquellos pa¨ªses mejor situados ante la situaci¨®n de estancamiento generalizado.Las previsiones para Espa?a caen dentro del cupo de las m¨¢s bajas. Los expertos oficiales pronostican un crecimiento del 0,7% para 1980, y del 2,5% para 1981, mientras la OCDE calcula un 0,6% para este a?o y un 1,9% para el pr¨®ximo. Entre los pa¨ªses peque?os, es decir, excluidos los siete grandes, s¨®lo Dinamarca y Turqu¨ªa presentan expectativas de crecimiento inferiores a las nuestras, y algunos, como Portugal o Austria, tambi¨¦n desprovistos de petr¨®leo, prometen incrementos positivos del PNB del 4 % y 3,5 %, respectivamente.
La tasa de crecimiento de la econom¨ªa espa?ola se sit¨²a por debajo del aumento de nuestra poblaci¨®n, lo que significa un descenso de la producci¨®n por habitante. Pero este panorama de crecimiento nulo ofrece otra serie de dram¨¢ticas se?ales. El d¨¦ficit de la balanza de pagos se aproximar¨¢ a los 5.000 millones de d¨®lares, el m¨¢s alto de nuestra reciente historia econ¨®mica. El d¨¦ficit del sector p¨²blico rondar¨¢ los 500.000 millones de pesetas, tambi¨¦n el m¨¢s elevado de nuestra historia. Pero ni el d¨¦ficit del sector p¨²blico ha servido para estimular la actividad ni el del comercio exterior es un s¨ªntoma de una actividad en expansi¨®n. La tasa de inflaci¨®n se mantiene en torno a un 14%-15%, todav¨ªa por encima de la de nuestros competidores, y sus perspectivas futuras no parecen muy brillantes. El mes de septiembre ha registrado un nuevo aumento del paro: por ahora se sit¨²a oficialmente por encima de la cifra de 1.300.000 desempleados.
Mientras tanto, el Gobierno y su grupo parlamentario se muestran generosos a la hora de fijar los nuevos precios agrarios (el aceite sube, en el BOE, incluso por encima de las peticiones de los agricultores) y taca?os para establecer un r¨¦gimen de incompatibilidades en la funci¨®n p¨²blica. Los se?ores diputados, por su parte, contin¨²an jugando con los presupuestos, ajenos a las consecuencias inflacionistas de muchas enmiendas propuestas y sin encontrar una seria oposici¨®n por parte del Gobierno y de su partido. A nadie parece importarle este deterioro generalizado y cada cual se esfuerza por librarse de responsabilidades y por descargar¨ªas en el vecino o en el adversario.
La situaci¨®n de la econom¨ªa internacional podr¨ªa servir de coartada a nuestras miserias, pero ocurre que Espa?a se encuentra en el pelot¨®n de cola y que, frente a pol¨ªticas activas y decididas en otros pa¨ªses, nuestras autoridades contin¨²an sin mostrar energ¨ªa ni decisi¨®n para adoptarlas. El debate presupuestario y la falta de voluntad colectiva para frenar las presiones inflacionistas, visible en la irresponsable alegr¨ªa con la que se barajan los ¨ªndices de subidas salariales para el pr¨®ximo a?o, son, por desgracia, todo un s¨ªntoma de que 1981 se parecer¨¢ como una gota de agua a 1980 y 1979, con el agravante de que la crisis act¨²a ahora sobre una situaci¨®n econ¨®mica mucho m¨¢s deteriorada.
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