Despu¨¦s de la ca¨ªda
EL CRIMINAL atentado, perpetrado en Hendaya el pasado domingo por el Batall¨®n Vasco Espa?ol puede desencadenar una din¨¢mica, imprevista por sus autores, que desate algunos de los enredados nudos que bloquean el conflicto vasco. El santuario que ofrece el departamento franc¨¦s de los Pirineos Atl¨¢nticos a los etarras, de un lado, y las complicidades institucionales con esos cr¨ªmenes de la ultraderecha, que tan poderosamente ayudan a la cohesi¨®n de las bases sociales de ETA en el Pa¨ªs Vasco de otro, han entrado bajo la luz de los focos tras la accidentada fuga del supuesto comando asesino.En un comentario publicado hace dos d¨ªas se?alamos la vergonzosa circunstancia de que los atentados de la ultraderecha nunca sean satisfactoriamente esclarecidos y que sus autores rara vez sean detenidos. La conjetura de que algunos medios institucionales espa?oles, infringiendo la legalidad constitucional, puedan prestar a esas bandas terroristas sost¨¦n y apoyo ha recibido un poderoso refuerzo con la incalificable estampa de la puesta en libertad en la frontera de Ir¨²n de las personas que huyeron de territorio franc¨¦s minutos despu¨¦s del crimen de Hendaya y se adentraron en nuestro territorio como Pedro por su casa. La medida gubernativa de cesar al comisario de fronteras, pero sin entregar su caso al juez y sin anunciar la ampliaci¨®n de las investigaciones, fue el primer indicio de que, una vez m¨¢s, un atentado de la ultraderecha pod¨ªa entrar en el polvoriento camino del carpetazo y del olvido, Pero las descabelladas explicaciones que nuestras autoridades comienzan a balbucir sobre unos invasores con acento extranjero, de los que nadie recuerda la nacionalidad, el n¨²mero de pasaporte y el nombre, rebasan ya el l¨ªmite de lo imaginable y constituyen una rid¨ªcula tomadura de pelo que humilla a quienes la padecen y degrada a quienes la gastan.
Algunos medios pretenden justificar lo injustificable esgrimiendo un derecho de asilo pol¨ªtico que las Cortes Generales todav¨ªa no han estatuido y argumentando que la gendarmer¨ªa francesa se comporta de id¨¦ntica manera con los terroristas etarras. Sin embargo, las graves responsabilidades de las autoridades del pa¨ªs vecino nacen de su tolerancia para con los etarras que habitan en el Pa¨ªs Vasco franc¨¦s, pero no de su permisividad en los puestos fronterizos. Los activistas de ETA cruzan la muga por el monte, o con documentaci¨®n falsa, por Hendaya, Behovia o Dancharinea, pero no se precipitan en autom¨®viles con matr¨ªcula de San Sebasti¨¢n, armados hasta los dientes y rompiendo las barreras aduaneras espa?olas, para refugiarse en el pecho protector de los gendarmes.
Ahora bien, el crimen de Hendaya tambi¨¦n ha confirmado la pasmosa impunidad con que los terroristas de las diversas ramas de ETA campan por sus respetos en una reducida ¨¢rea del Pa¨ªs Vasco franc¨¦s fronteriza con el Pa¨ªs Vasco espa?ol. En un pa?uelo de pocos kil¨®metros cuadrados, punteado por centros urbanos que durante el invierno albergan escasa poblaci¨®n, las organizaciones terroristas se dedican, sin ser molestadas por la polic¨ªa francesa, a comprar y, almacenar armamento y explosivos, planear atentados, organizar el cruce de la frontera, encontrar refugio inmediato despu¨¦s de perpetrado un crimen, negociar y recibir los pagos por las extorsiones de que son v¨ªctima los ciudadanos vascos y blanquear ese dinero negro mediante negocios legales y dep¨®sitos bancarios acogidos al secreto profesional. Las investigaciones que el crimen ultraderechista ha puesto en marcha permiten ahora saber, disipada la bruma inicial del salvaje atentado, que el bar de Hendaya asaltado por los pistoleros del Batall¨®n Vasco Espa?ol era un lugar habitual de citas de los etarras, sin que se descarte la hip¨®tesis de que esa misma tarde Domingo Iturbe Abasolo, uno de los principales dirigentes de ETA Militar, se hallara en el local. ?Tienen que morir dos ciudadanos para que las autoridades francesas reparen en hechos tan gruesos?
Por lo dem¨¢s, la noticia de que el embajador espa?ol ha sido llamado a consultas a Par¨ªs hace pensar que el incidente fronterizo puede dar lugar a un serio conflicto diplom¨¢tico. La escalada del Gobierno franc¨¦s contra las libertades, en la que se inserta el proyecto ?seguridad y libertad?, de Alain Peyreffite, y el procesamiento del director de Le Monde, priva, por supuesto, de cualquier ejemplaridad democr¨¢tica al desvelo de Par¨ªs por los llamados ?refugiados? vascos, al igual que el asunto de los diamantes de Bokassa ha despojado al presidente Giscard de autoridad moral en las cuestiones que se refieran a la defensa de los derechos humanos. La inclusi¨®n de los tres territorios vascos de Francia -Lapurdi, Baja Navarra y Zuberoa- en el departamento de los Pirineos Atl¨¢nticos demuestra, por lo dem¨¢s, que la tolerancia protectora del Estado vecino hacia quienes asesinan en nombre de una Euskadi independiente, que incluir¨ªa en su descabellado proyecto del zazpiak bat (siete en una) al Pa¨ªs Vasco franc¨¦s, poca relaci¨®n guarda con el prop¨®sito de adecuar la organizaci¨®n administrativa provincial napole¨®nica a las peculiaridades culturales y ling¨¹¨ªsticas de sus habitantes. Pero las incongruencias de Par¨ªs respecto a la autonom¨ªa vasca a uno y otro lado de los Pirine os y la voluntad del Gobierno franc¨¦s de pisotear las libertades dentro del hex¨¢gono o en Africa Central tan pronto como siente amenazados sus intereses no invalidan el terco hecho de que el presidente Giscard, por razones electoralistas o por exportar problemas internos a sus vecinos, puede tal vez convertir el incidente fronterizo en un serio conflicto diplom¨¢tico.
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