200 guardias civiles rastrean los montes de Liermo, en busca del presunto asesino que mat¨® a siete vecinos
A primeras horas de la ma?ana de ayer, la impresi¨®n que se obten¨ªa al llegar a Liermo era la de encontrarse ante una de esas numerosas poblaciones a las que la emigraci¨®n ha ido sangrando progresivamente, hasta que s¨®lo son un nombre en el mapa. En el estrecho camino vecinal que une la citada poblaci¨®n con la carretera comarcal que enlaza Hoznayo y Noja, s¨®lo la presencia de veh¨ªculos de la Guardia Civil denota la existencia de la tragedia. Uno o dos coches particulares hacen el recorrido contrario al nuestro, reducen la marcha y, con ojos enrojecidos y mirar desconfiado, observan fijamente a los ?intrusos?. El n¨²cleo principal de casas de Liermo -no m¨¢s de ocho, estando el resto diseminadas a lo largo de un amplio espacio de terreno- pasa pr¨¢cticamente inadvertido para el visitante que se encuentra de pronto ante una pista forestal, principio y fin de la carretera que muere en el pueblo.El silencio, la sospecha de que tras las cortinas y contraventanas cerradas se esconden personas que tardar¨¢n mucho en olvidar la bruma de terror en la que les ha sumido el asesinato m¨²ltiple, es una losa que pesa no s¨®lo sobre los, pocos vecinos que se aventuran a recorrer las calles de barro y agua, sino sobre los efectivos de la Guardia Civil. La excepci¨®n a este ¨¦xodo masivo, exterior o interior, de los no m¨¢s de cincuenta vecinos de Liermo, es la familia del presunto asesino. Su mujer, Esperanza, refugiada en su domicilio desde que tuvo conocimiento de los hechos, por lo que en un primer momento se pens¨® podr¨ªa encontrarse junto a su marido, espera al lado de sus hijos noticias de su esposo.
Podr¨ªa haberse suicidado
Porque si bien es cierto que los numerosos rastreos de la Guardia Civil, ininterrumpidos desde la siete de la tarde del jueves, no han dado hasta el momento resultado alguno, nadie puede asegurar cu¨¢l ha sido el destino del presunto homicida. Para unos, podr¨ªa encontrarse escondido en los tupidos bosques o en las cuevas situadas en un monte cercano; pero de dif¨ªcil acceso, descart¨¢ndose que haya podido romper el cerco policial; en este ¨²ltimo sentido apuntaron las primeras hip¨®tesis policiales, investig¨¢ndose los pueblos de las cercan¨ªas donde Angel contaba con familiares o amigos. Para otros, el paso del tiempo y la l¨®gica reflexi¨®n sobre lo hecho, ser¨ªan razones suficientes para que Angel Campo hubiera puesto fin a su vida, de la misma forma que la utilizada para llevar a cabo el s¨¦ptuple asesinato.
Pinos y eucaliptos rodean, cual fortaleza inexpugnable, al peque?o pueblo, cuyo n¨²cleo principal de poblaci¨®n se encuentra en una loma, desde la que se domina un reducido valle cercado por una barrera de pinos. De cuando en cuando, empapados en la lluvia torrencial que desde hace d¨ªas cae sobre la provincia, y que hace a¨²n m¨¢s insoportables las bajas temperaturas, peque?os grupos de guardias civiles hacen un alto en la dif¨ªcil tarea de escudri?ar kil¨®metros y kil¨®metros de bosque y malezas.
Con el apoyo de un perro especialmente adiestrado, al que le fueron dadas a olfatear diversas prendas del huido, se encontr¨® un rastro claro en una casa abandonada situada en las afueras de la poblaci¨®n. Este rastro continu¨® durante varios cientos de metros a lo largo de la carretera vecinal, para tomar despu¨¦s un peque?o camino que llevaba al domicilio de los hermanos Manuel y Amalio Revuelta, y all¨ª, aparentemente, finalizar.
Una reconstrucci¨®n de los hechos, fragmentaria y de dif¨ªcil corroboraci¨®n, situar¨ªa la acci¨®n a la inversa. As¨ª podr¨ªan haber sido asesinados primero los hermanos Revuelta, aunque probablemente el objetivo de Angel Campo fuera tan s¨®lo Amalio, en tanto que miembro de la junta vecinal. La mujer de ¨¦ste, Encarnaci¨®n Cruz, fue encontrada, por su parte, con un disparo de perdigones que le atravesaba la mano, alcanz¨¢ndole en el pecho, por efectivos de la Guardia Civil, a la 1.15 de la madrugada, en un prado alejado de su domicilio, pero cercano a la citada casa deshabitada, lugar en el que pudo encontrarse con el presunto asesino cuando ¨¦ste regresaba de matar a su esposo y al hermano de ¨¦ste.
S¨ª parece, en cambio, fuera de toda duda que el objetivo de Angel Campo se centraba en las personas de los tres miembros de la junta vecinal de Liermo: su presidente, Inocencio Palacio Presmanes, de 38 a?os de edad, y los vocales Vicente L¨®pez D¨ªaz, de 68 a?os de edad, y el ya citado Amalio Revuelta, que contaba con 58 a?os de edad. La presencia de otros miembros de las citadas familias o los encuentros casuales a lo largo del periplo sangriento hizo que la venganza se cobrase otras v¨ªctimas. Inocencio Palacio ser¨ªa el primero en caer abatido a campo abierto, aproximadamente a media tarde, por el disparo certero de Angel -?era un excelente cazador desde muy ni?o?, se?alaron personas que le conocen, en tanto que su familia a?adi¨® que ?en este tiempo sol¨ªa salir, a la ca¨ªda de la tarde, al paso de la sorda? (becada)-. Seguidamente se dirigi¨® en busca de Amalio Revuelta, al que encontr¨® en compa?¨ªa de su hermano Manuel, disparando contra ambos desde una ventana y caus¨¢ndoles la muerte intanst¨¢neamente. En su retirada es posible que encontrase a la mujer del primero de ¨¦stos, Encarnaci¨®n Cruz, de 62 a?os de edad, abatida tambi¨¦n de un solo disparo.
Enemistad familiar
Juan Manuel Beci, de cuarenta a?os de edad, ten¨ªa su casa colindando con la que habita el homicida, y all¨ª recibi¨® un tiro en la cabeza cuando se encontraba trabajando en la cuadra, a escasos metros del terreno en litigio, y que aparentemente fue la causa de la tragedia que hoy vive Liermo. La enemistad entre estas dos familias parece que viene de lejos, culp¨¢ndose mutuamente de las peque?as ri?as que entre ambos se entablaban, si bien no parece que su muerte tenga nada que ver con el litigio establecido entre Angel y la junta vecinal en torno al terreno que ¨¦ste consideraba de su propiedad. Situado en el linde, del camino vecinal, el disputado terreno, en la actualidad explanado, espera las obras que le convertir¨¢n en un diminuto parque infantil. Un peque?o, pero necesario, lugar de asueto para los escasos ni?os del pueblo, donde, a buen seguro, habr¨ªan jugado los nietos de Angel -?son tres?, nos dec¨ªa, entre l¨¢grimas, el hijo del presunto asesino, ?y les hemos mandado fuera del pueblo despu¨¦s de lo que ha hecho su abuelo?- y los hijos de Elisa Beci Cruz, que ahora se recupera en el centro m¨¦dico Marqu¨¦s de Valdecilla de las heridas de pron¨®stico reservado que el disparo de Angel le caus¨® en cuello y cara. Cinco ni?os que dificilmente podr¨¢n olvidar los momentos de terror que pasaron encerrados en el cuarto de ba?o de su casa, de donde una de las ni?as saltar¨ªa a la calle por una ventana, intentando huir del agresor.
Elisa ha sido la ¨²nica de los agredidos que consigui¨® salvar su vida. Un disparo cuando se encontraba en la cocina de su casa (a¨²n visible el cristal roto por el impacto) le produjo las heridas rese?adas. Los gritos de ¨¦sta alertaron a su madre, Mar¨ªa Concepci¨®n Cruz Cedr¨²n, quien, al acudir, recibir¨ªa el impacto mortal de los perdigones en el pasillo de su domicilio. Antes, Angel Campos se cobrar¨ªa la vida del tercer miembro de la junta vecinal, Vicente L¨®pez D¨ªaz, quien recibi¨® dos disparos (uno en el pecho y otro en la parte posterior de la cabeza) cuando se encontraba realizando trabajos de labranza en el pajar de su casa. A partir de ese momento, nada se sabe del presunto asesino y ninguna persona parece haberle visto.
"No era capaz"
La dispersi¨®n de las casas en las que habitaban las personas asesinadas y la costumbre de o¨ªr los disparos de Angel Campo todas las tardes cazando las sordas, unido a que hasta momentos antes de que iniciase su marcha tr¨¢gica estuviera apaciblemente cortando le?a en la puerta de su casa, son, entre otras, las razones de que no fuera posible conocer de inmediato lo sucedido. S¨®lo la voz de alarma dada por la ¨²nica persona que no recibi¨® heridas mortales pondr¨ªa en aviso a las fuerzas de la Guardia Civil, que llegaron al pueblo sobre las siete de la tarde, tardando casi seis horas en poder establecer el balance definitivo de v¨ªctimas. ?No lo podemos entender; ¨¦l no era una persona capaz de hacer esto?, afirman los familiares de Angel Campo. Otros vecinos, sin embargo, opinan que aqu¨¦l nunca se llev¨® bien con el resto de los habitantes del pueblo, con los que manten¨ªa continuas discusiones. Seraf¨ªn Guti¨¦rrez, p¨¢rroco de Liermo desde hace 37 a?os, manifestaba apesadumbrado que le era imposible creer lo sucedido: ?Me siento como si fIotara?, dijo, para a?adir que ?les conpoc¨ªa muy bien, les he casado, he bautizado a sus hijos y todos, todos, eran excelentes personas y gente buena de este pueblo, en el que el peor soy yo?.
Sea como fuere, ayer todo un pueblo lloraba un¨¢nimemente, en un ambiente sobrecogedor, la muerte de familiares, amigos o, simplemente, vecinos. Los preparativos del funeral m¨²ltiple, que hoy a las doce se celebrar¨¢ en la iglesia parroquial de Omo?o, se llevan a cabo en el m¨¢ximo de los sigilos y ante la mirada curiosa y atenta de las patrullas de la Guardia Civil. Y ante ¨¦stos, y ante todos los vecinos, la figura alta y delgada de un hombIre que, a sus 64 a?os, aunque aparentaba diez menos en opini¨®n de sus conocidos, se ha convertido de la noche a la ma?ana, parece ser, en un homicida.
En Cantabria, las vacas son el animal sagrado ante el que se sacrifican diariamente miles de peque?os ganaderos. En Liermo, qui¨¦n m¨¢s y qui¨¦n menos tiene dos o tres cabezas de ganado, cuyos productos son soporte importante de su econom¨ªa. Ayer, al abandonar ¨¦ste pueblo, escenario involuntario de una tragedia dif¨ªcilmente olvidable, las ollas en las que se deposita la leche para su recogida estaban significativamente vac¨ªas. Como vac¨ªas estaban calles y casas, donde el recuerdo de los fallecidos se mezcla con el terror y el miedo a que la pesadilla no haya a¨²n terminado.
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