El cardenal Taranc¨®n anuncia que escribir¨¢ sus memorias
?Estoy deseando escribir mis memorias. Ya tengo hechos algunos cap¨ªtulos, que tratan de acontecimientos importantes, y sobre los que no hay informaci¨®n suficiente?, dec¨ªa el cardenal de Madrid en la cena de la Colla dels Fadrins (cofrad¨ªa de solteros), celebrada el pasado jueves en el C¨ªrculo Catal¨¢n y en la que se impuso a Taranc¨®n la medalla de Fadr¨ª.
El obispo de Madrid se encontraba visiblemente a gusto en medio de sus feligreses, que adem¨¢s eran catalanes. ?Me encuentro como en mi propia casa?, comentaba, ?aunque a los valencianos nos haga poca gracia eso de la Catalu?a del Sur o de los Pa¨ªses Catalanes?. Taranc¨®n reivindicaba para su Valencia un car¨¢cter m¨¢s extravertido, y es que ?vosotros, los catalanes, sois m¨¢s serios, que hasta para bailar cont¨¢is?. El actual presidente de la Conferencia Episcopal record¨® sus dieciocho a?os de obispo en tierras catalanas. ?Entonces yo era el obispo m¨¢s joven de Espa?a. Ahora soy el m¨¢s viejo?. Gratos recuerdos de aquellos a?os evocaba Taranc¨®n, aunque dej¨® al p¨²blico en suspenso cuando, al hablar del entonces nuncio, Cicognani, musitaba en voz m¨¢s baja: ?Me quer¨ªa mucho. Quer¨ªa sacarme pronto de all¨ª, pero las cosas se enredaron luego?.Tras un corto parlamento, cordial y relajado, Taranc¨®n se ofreci¨® a un di¨¢logo con los presentes ?con tal de que no pregunt¨¦is de pol¨ªtica. No me gusta meterme en pol¨ªtica?.
Primero se habl¨® del Papa, de su viaje a Espa?a. Aqu¨ª, Taranc¨®n reconoci¨® p¨²blicamente que hab¨ªan hecho una trampita. Y es que, preocupados los obispos de que nadie monopolizara la visita. del Papa, se pens¨® que el motivo fuera el centenario de la muerte de Santa Teresa, una figura bien aceptada y que evitar¨ªa que lo monopolizara la derecha de dentro y fuera de la Iglesia, sobre todo si se da un motivo mariano. El arreglo consiste en adelantar el centenario de Santa Teresa, muerta en 1582, de tal manera que el 15 de octubre de 1981 sea el final y no el principio del centenario.
Taranc¨®n mismo se plante¨® el tema tab¨² de la visita al Pa¨ªs Vasco, con el que no saben qu¨¦ hacer, ?porque si no va, ?qu¨¦ van a decir? Y, si va, ?qu¨¦ puede pasar? Una buena soluci¨®n ser¨ªa que fuera a Loyola?, sentenciaba. Pero pronto se centr¨® la conversaci¨®n en la pol¨ªtica y el divorcio.
Divorcio y pol¨ªtica
Ante la extra?eza de quienes echaban de menos claras directrices de los obispos en el asunto de las elecciones, el cardenal de Madrid ley¨® el abec¨¦ del taranconismo, ?que es un invento de los periodistas?, dec¨ªa, pero que va a misa: ?Yo no quer¨ªa partidos confesionales. Viv¨ª lo de 1931. Entonces, Espa?a estaba dividida en dos, pero no pol¨ªticamente, sino por razones religiosas. Eso, nunca m¨¢s?. Taranc¨®n no quiere que la Iglesia juegue unas ideolog¨ªas contra otras, porque ninguna es puramente cristiana y lo cristiano puede estar en muchas de ellas. Sin partido cat¨®lico al alcance de la mano, el cristiano espa?ol tiene que decidir solo desde su conciencia. ?A eso no est¨¢bamos acostumbrados?.Luego lleg¨® el turno del divorcio. Un comensal lamentaba que el lenguaje episcopal dejara al creyente de a pie a oscuras, si es que trataba de iluminarse recurriendo a los escritos autorizados de los obispos. Porque, a la hora de hablar, dec¨ªa, la confusi¨®n es mucho mayor. Taranc¨®n record¨® que para el cat¨®lico el matrimonio es indisoluble, y a ello ten¨ªa que someterse. El no cat¨®lico se encuentra en una situaci¨®n distinta. Y si de lo que se trata es de una regulaci¨®n del divorcio en la sociedad, el legislador deber¨¢ juzgar sobre lo que m¨¢s convenga. Ante la perplejidad del interrogante, Taranc¨®n replic¨® por lo derecho que ?el sacramento del matrimonio es como un c¨¢ncer?, dando a entender con ello el sello permanente con el que queda marcado el matrimonio can¨®nico. Consciente de la dureza de la situaci¨®n, Taranc¨®n recurri¨® a su idea de que hoy el cristianismo goza de mejor salud que antes, como prueban esas comunidades de base vivas y comprometidas. Si hay crisis es de crecimiento, de interiorizaci¨®n (aqu¨ª se trabucaba el cardenal, que comentaba socarronamente: ?Y eso que soy acad¨¦mico de la lengua?). En el tema del divorcio, los cristianos conscientes tendr¨¢n que mostrar su madurez, ped¨ªa Taranc¨®n.
Era inevitable el tema de la sucesi¨®n. Taranc¨®n conf¨ªa en que la marcha cogida en los ¨²ltimos a?os es garant¨ªa de continuidad. Parece descartar retrocesos o cambios de rumbo.
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