TVE s¨ª se lo piensa
Desde hace alg¨²n tiempo vengo observando, no sin sorpresa, que, al contrario de lo que mucha gente piensa, TVE calcula, pero que muy bien, todos los, programas que emite.A lo mejor soy muy exagerada, pero para que se me entienda intentar¨¦ poner un ejemplo, para m¨ª bastante claro.
Ya es conocida de todos la afirmaci¨®n de los americanos a hacer series televisivas- sobre familias estandarizadas, por supuesto americanas. En los ¨²ltimos a?os hemos presenciado las aventuras (m¨¢s bien desventuras) de La casa de la pradera, serie melodram¨¢tica, con ?buenos? y ?malos?, ciegos y no ciegos, llantos y risas; en fin, un merengue dulz¨®n y simpl¨®n, qu algunas veces pod¨ªa provocar un corte de digesti¨®n (la hora de emisi¨®n era clave).
No contentos con ello, nos ponen una nueva, Con ocho basta, que a base de situaciones m¨¢s o menos graciosas iban defendiendo y cantando las virtudes de la familia numerosa. ?Qu¨¦ felices eran todos a final de cada cap¨ªtulo! Los problemas generacionales y familiares eran resueltos a base de gags; los melenudos, progres, intelectuales y dem¨¢s seres ?peligrosos? eran barridos limpiamente con argumentos rid¨ªculos, y, al final, el american way of life quedaba libre de indeseables.
Pero he aqu¨ª que, un buen d¨ªa al Gobierno se le ocurre hacer una especie de cosa llamada ley de Divorcio, y, coincidiendo con ello, en una revista del coraz¨®n se entera uno de que uno de los Bradford se divorcia en uno de los cap¨ªtulos pr¨®ximos de la serie; coincidencia tras coincidencia . (?casualidad?) nos cambian la serie por otro bodrio mucho peor, llamado Los Walton, Y no contentos con ello nos plantifican otra serie familiar los domingos.
No he visto este ¨²ltimo telefilme porque, desde que desapareci¨® La casa de la pradera, decid¨ª no castigar m¨¢s a mis digestiones; pero la que s¨ª he visto, una o dos veces, es la serie de Los Walton.
En esta serie ya no solamente hay padres e hijos, sino que tambi¨¦n abuelos, y, c¨®mo no, son familia numerosa.
Podr¨ªa extenderme mucho hablando del tonto protagonista, de su cerebro de mosquito o del fuerte contenido panfletario de defensa del sistema yanqui, pero prefiero que lo haga cada uno si quiere.
Lo que s¨ª me gustar¨ªa constatar es el mensaje que se ve a primera vista. Aqu¨ª no hay problemas padres-hijos (si los hay se solucionan r¨¢pido); el matrimonio es encantador, todo son alabanzas del uno al otro un modelo de matrimonio, pacientes, cari?osos y un sinf¨ªn de virtudes s¨®lo vistas en los cuentos de hadas.
Y todo esto ocurre mientras una comisi¨®n discute sobre una especie de cosa llamada ley de Divorcio. ?No es demasiada casualidad que justo ahora nos empapucen con familias supercomprensivas, superunidas, supersanas y matrimonios superfelices? (?Divorcio? No, gracias, parecen querer decir).
Ahora espero que, a ra¨ªz de la LAU, nos pongan a Lucas Tanner; lo digo porque de esta manera seguiremos pudiendo saciar nuestro sentimiento masoquista, y ustedes, el s¨¢dico. /
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