Los goticoflam¨ªgeros
As¨ª como dice Carlos Barral que los negros, los vascos y Jorge Luis Borges han sido poco romanizados, me parece a m¨ª que los madrile?os fuimos romanizados en exceso, como luego germanizados en demas¨ªa, y si somos casi la ¨²nica capital de Espa?a que no tiene una catedral g¨®tica (la Almudena est¨¢ entre meccano infantil y fantas¨ªa de los jesuitas), tenemos en cambio el alma goticoflam¨ªgera del ario espa?ol, y aqu¨ª cualquier cosa acaba en g¨®tica o en flam¨ªgera. Cuando ambos estilo 3 chocan en el goticoflam¨ªgero, puede hablarse ya de guerra civil.La Rep¨²blica de Aza?a era g¨®tica, el Alzamiento de Franco era flam¨ªgero. Fue una guerra de los g¨®ticos contra Ios flam¨ªgeros. Naturalmente, ganaron los flam¨ªgeros, hoy llamados poderes f¨¢cticos en el cambio de placas de las calles. Hemos tratado de hacer una democracia goticodem¨®crata, como la catedral de Colonia y la pol¨ªtica de Smitz cruzadas, pero nos est¨¢ saliendo una democracia goticoflam¨ªgera. Lo g¨®tico lo pone la Constituci¨®n y lo flam¨ªgero Manuel Fraga, Francisco Fern¨¢ndez-Ord¨®?ez, que tiene cara de rodaballo inteligente, como el de la novela goticoflam¨ªgera de G¨¹nter Grass, no para de largar verdades hist¨®ricas (como el rodaballo cuando le hacen juicio) ni para de levantar catedrales g¨®ticas de papel de barba, como las leyes de Hacienda o Divorcio. Pero, como yo le advert¨ª una noche que cenamos despu¨¦s de haber sido ¨¦l ministro y antes de volver a serlo, esto es la guerra civil que no cesa y necesitamos siempre m¨¢s madera, que por eso mandaba Franco plantar tantos pinos en Galicia, lo cual me han dicho ahora por Orense que el pino lo queman porque es un ¨¢rbol antigalaico y desertizante, o sea, cuando los incendios forestales de verano, que son las nuevas fiestas de la patrona en cada aldea de Espa?a. A Franco no le perdonaron lo de los pinos y por eso ahora a Su¨¢rez no le han votado la autonom¨ªa:
-Oiga, pero aquel era un dictador y Su¨¢rez es un dem¨®crata.
-Nu me arme la trangallada, se?or Umbral, nu me arme la trangallada.
Ahora estoy en condiciones de afirmar, no s¨®lo que seguimos en guerra civil fr¨ªa, caliente o templada, sino qui¨¦nes son los contendientes. No afrancesados contra fernandinos, como en 1936, sino g¨®ticos contra flam¨ªgeros. En el seno de cada partido, en el Gobierno mismo y en la calle, ha nacido un sector flam¨ªgero, que los comentaristas, analistas pol¨ªticos y polit¨®logos llaman sector cr¨ªtico, por tranquilizar al desocupado lector y alejarte la idea de llama. En el pec¨¦, Tamames va de flam¨ªgero contra la catedral g¨®tica del eurocomunismo de Carrillo, exigiendo democracia interior en la sacrist¨ªa. Entre los infrarrojos de Santa Engracia, los flam¨ªgeros pueden dar m¨¢s juego (Castellano, G¨®mez-Llorente, etc¨¦tera), porque el g¨®tico de Felipe tira a neo/neomud¨¦jar andaluz que, lo mismo que un d¨ªa prescindi¨® de Marx, puede prescindir de Mahoma por una cartera. En la uced¨¦ o partido del Gobierno los flam¨ªgeros van siendo todo un cuerpo de bomberos, y entre ellos se distingue a Gonz¨¢lez-Seara. No les gusta el g¨®tico de la Moncloa, que es herreriano /pastiche, ni el Loyola/Churriguera del Ya, que como edificio es un peri¨®dico entre la est¨¦tica de la gasolinera y el es candido del lat¨ªn editorial. Los seudog¨®ticos de la uced¨¦ defienden el plateresco del matrimonio, pero el matrimonio, como el plateresco, no suele ser m¨¢s que fachada. Por dentro hay una hemeroteca o un hospicio.
Ord¨®?ez, el flam¨ªgero, va contra el churrigueresco del matrimonio mediante la espada en llamas del divorcio. Los rojos siempre incendiando iglesias. La ley general ser¨ªa que las c¨²pulas de poder tienden al g¨®tico mientras las bases, tan dadas a hacer encierros en catedrales, se toman flam¨ªgeras. La s¨ªntesis o goticoflam¨ªgeros ser¨ªan los radicales. Pero hay pocos.
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