Los Presupuestos, del Senado al Congreso
En el Congreso, los socialistas hab¨ªan cuestionado la constitucionalidad de la inclusi¨®n del art¨ªculo 43 en el proyecto de ley de Presupuestos Generales del Estado para 1981. Sin ¨¦xito, por supuesto. La campanada la dimos en el Senado cuando conseguimos ganar la votaci¨®n de nuestra enmienda, que postulaba la supresi¨®n de dicho art¨ªculo. La ¨²ltima palabra, empero, la tiene -la ha tenido- el Congreso.Los medios de comunicaci¨®n social, en su d¨ªa, pusieron el acento en la parte anecd¨®tica, de t¨¦cnica parlamentaria, de aprovecharse de la ausencia de gran n¨²mero de senadores del partido del Gobierno para ganarle a UCD, en la ma?ana del pasado d¨ªa 20. Los socialistas, con un gran sentido de la responsabilidad, est¨¢bamos presentes. No en vano se trataba del proyecto de ley de presupuestos, con una cifra de cinco billones, entre los del Estado y los de la Seguridad Social.
Ciertamente, una derrota de UCD en el Senado, por ella misma, es ya noticia, dada la correlaci¨®n de fuerzas existente en la Alta C¨¢mara. Este hecho desluci¨® nuestro verdadero m¨¦rito, el de poner de manifiesto la filosof¨ªa socialista en materia tributaria: moderar la imposici¨®n indirecta (la que grava el gasto) y forzar un aumento sostenido de la imposici¨®n directa (que grav4 los ingresos). Y por ello nos opon¨ªamos a lo que establec¨ªa el art¨ªculo 43: la elevaci¨®n de los tipos en el impuesto sobre el tr¨¢fico de empresas.
Nuestra actitud era coherente con las posiciones mantenidas a lo largo de los debates del proyecto de ley de Presupuestos. Basta entresacar algunos argumentos expuestos en el Senado, expuestos en forma de memorial de greuges (agravios), de tanta tradici¨®n entre los catalanes.
?Qui¨¦n se beneficia?
Cuando examinamos los gastos fiscales que se conceden, nos encontramos con que son del orden de cerca de medio bill¨®n de pesetas. ?Qui¨¦n se beneficia? Las sociedades, que se llevan el 60%, al socaire de los incentivos a la inversi¨®n. A las unidades familiares, en el impuesto sobre la renta de las personas f¨ªsicas, s¨®lo va el 7,9% (casi todo en la inversi¨®n protegida para vivienda propia). Y que no se nos diga que se propicia la inversi¨®n empresarial con los est¨ªmulos fiscales. Basta leer la monograf¨ªa de Lagares Calvo para comprobar que tales est¨ªmulos no han influido en absoluto en los planes de expansi¨®n de las empresas. Otra cosa es que hayan originado autofinanciaci¨®n sin coste fiscal.
Cuando relacionamos el presupuesto con el empleo, ?qu¨¦ detectamos? En el informe econ¨®mico-financiero (p¨¢gina once) -del propio Ministerio de Hacienda- se reconoce que el mercado del trabajo, durante 1981, experimentar¨¢ un nuevo deterioro, utilizando un eufemismo para disimular la gravedad de tal aseveraci¨®n. En la p¨¢gina 23 se se?ala que. en el control de la inflaci¨®n est¨¢ jugando un importante papel la evoluci¨®n salarial. Es tan moderada su elevaci¨®n, que absorbe el encarecimiento del petr¨®leo. M¨¢s adelante, en las p¨¢ginas 103 a 113, se reconoce que la productividad del trabajo se increment¨®, por persona, el 3,5, respecto del a?o precedente, produci¨¦ndose una desaceleraci¨®n en los costes medios de producci¨®n. Se a?ade que han disminuido las horas perdidas y, sobre todo, se reconoce que existe un clima relajado en la contrataci¨®n colectiva. Salta a la vista que la clase trabajadora aporta su esfuerzo a la superaci¨®n de la crisis... y que la contrapartida que recibe es u a presupuesto resignado ante el descenso del nivel de empleo.
?Y en cuanto a la inversi¨®n? Se nos anuncia la recuperaci¨®n de la inversi¨®n p¨²blica. Bien venida sea, pero no nos hagamos ilusiones, porque tenemos un sector p¨²blico d¨¦bil, y su esfuerzo inversor se quedar¨¢ en torno al 3 % del producto interior bruto. Inversi¨®n p¨²blica, por otra parte, subsidiaria de la privada, cuando la inc¨®gnita es precisamente si se recuperar¨¢ o no la inversi¨®n privada.
La vertiente de los ingresos
?Y respecto a la vertiente de ingresos del presupuesto? Veamos:
1. Se abandona la preferencia por la imposici¨®n directa y se recurre de nuevo a la alcabala, a la imposici¨®n indirecta, la que grava el consumo. ?Por qu¨¦? Porque una mayor presi¨®n en la imposici¨®n directa afectar¨ªa ya a los niveles altos de rentas, al haberse tocado techo con las rentas de los asalariados. En los ingresos de los trabajadores ni hay bolsas de fraude ni queda margen alguno para apretar el torniquete fiscal. Este presupuesto supongo que tranquilizar¨¢ a los privilegiados con rentas altas porque Hacienda ha desviado su atenci¨®n recaudadora hacia el consumo, a gravar el gasto. La acumulaci¨®n de riquezas, sin apenas carga fiscal, continuar¨¢ siendo practicable como siempre.
2. El incremento de los tipos del impuesto sobre el tr¨¢fico de empresa (el art¨ªculo 43 referido), ha producido un gran revuelo, sobre todo entre los empresarios del comercio al mayor, aunque el que va a soportar la carga fiscal ser¨¢ el consumidor. El empresario, como es sabido, repercute este tipo de impuestos. Incluso se sostiene, doctrinalmente, que tambi¨¦n se traslada la imposici¨®n directa, la que grava los beneficios de las explotaciones econ¨®micas. Personalmente, comparto esta posici¨®n. Pero hay una diferencia: la imposici¨®n directa, cuando se repercute en el sentido expresado, no genera rentas fiscales; la indirecta, s¨ª. Por lo que mucho me temo que el incremento de tipos en el tr¨¢fico va a generar, en su caso, mayores rentas fiscales, que, como es bien sabido, son las que se originan cuando la imposici¨®n indirecta cargada en factura, y cobrada, despu¨¦s no se declara; no llega a Hacienda.
3. La cifra de ingresos estimados por los impuestos de sucesiones y patrimonio es del orden de los 20.000 millones para cada impuesto, unos 40.000 millones en total. Ello pone de manifiesto la escasa, casi nula, participaci¨®n de los poderosos, de los hacendados, en el coste de la crisis. Es rid¨ªcula la cifra citada si la comparamos con los cinco billones de los presupuestos. Aqu¨ª las sucesiones no pagan, y del patrimonio es mejor no hablar.
?Y las PME? Es un tema tratado con escaso rigor y de poco vale reclamar una mayor atenci¨®n presupuestaria para el sector competitivo de la econom¨ªa, que es el que soporta -al lado de los asalariados- el peso de la crisis, y al que personalmente denomino sector desprotegido, situado en el arco de la peque?a y mediana empresa. Porque, no nos enga?emos, hay otro sector, con excedente empresarial asegurado, que es el que defiende con mayor ardor el sistema de econom¨ªa de mercado... Para seguidamente reclamar toda clase de intervenciones de los poderes p¨²blicos, circuitos privilegiados de cr¨¦ditos incluidos. Piden al Gobierno todo tipo de intervenciones:
- Si la peseta sube -cuando sube, ahora no-, pues a pedir que baje, para sostener las exportaciones.
- Si las empresas privilegiadas se han quedado obsoletas, por falta de inversiones en su d¨ªa, pues a pe dir barreras aduaneras infranqueables, para mantener el nivel desfasado de sus precios. Pienso que andan sueltos muchos nost¨¢lgicos de la etapa aut¨¢rquica, por desgracia.
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