La apuesta de los farmac¨¦uticos
EL A?O entrante nos recibe con una grave decisi¨®n, modelo de insolidaridad y de ego¨ªsmo corporativo: la huelga de celo de las farmacias de guardia de Madrid, acordada por el Colegio de Farmac¨¦uticos de la provincia, ante la reiterada negativa de la Administraci¨®n a que durante los turnos de guardia se cobren doscientas pesetas de plus sobre todo producto despachado sin receta de urgencia.En su largo litigio con los ministerios de Econom¨ªa y Sanidad y el Gobierno Civil aducen que el plus evitar¨ªa la automedicaci¨®n, desanimar¨ªa a clientes que acuden de madrugada a adquirir productos sin importancia y, como ¨²ltima ratio, que los farmac¨¦uticos de guardia podr¨ªan dormir m¨¢s por las noches.
Cobrar doscientas pesetas de m¨¢s no evita la automedicaci¨®n, s¨®lo la encarece en beneficio del farmac¨¦utico. Respecto a lo de desanimar a quienes a altas horas de la madrugada no tienen nada m¨¢s divertido que hacer que echarse a la calle en busca de una farmacia de guardia, cabe decir que es todo un monumento a la ternura; doscientas pesetas impedir¨¢n, por lo visto, a los madrile?os asaltados por el insomnio, por la cefalea, por una hemorragia o un corte que precisan esparadrapo o algod¨®n hidr¨®filo, por un dolor dental que requiere un anest¨¦sico, etc¨¦tera, acudir por el remedio. Probablemente es cierto que la gran mayor¨ªa de los productos expedidos durante las horas de guardia no son medicamentos de urgente necesidad, pero no por ello se va a condenar a los madrile?os al estoicismo nocturno ni debe suponerse que uno acude a una farmacia cuando sufre un ataque card¨ªaco. En los casos de medicaci¨®n verdaderamente urgentes no se corre de madrugada a una farmacia, sino a otras instancias; y la guardia de las farmacias tiene su raz¨®n de ser precisamente en el alivio de molestias que aunque de cierto no sean mortales de necesidad no son menos dolorosas.
En lo que ata?e al sue?o de los boticarios de guardia, s¨®lo cabe la perplejidad. ?Desde cu¨¢ndo en tantos oficios, profesiones o destinos la principal tarea de quien est¨¢ ?de guardia? es dormir?
En este pleito no media otra cosa que un intento mal justificado de subida ilegal de precios que l¨®gicamente no puede tolerar la Administraci¨®n y que dif¨ªcilmente aceptar¨ªan los ciudadanos. Y el empecinamiento del Colegio de Farmac¨¦uticos de Madrid en aplicar la legislaci¨®n vigente con absoluto rigor -no por amor a la ley, sino por amor a las doscientas pesetas- puede llevarle en su mercantilismo a plantear el negocio de las farmacias en terrenos no menos rigoristas. Por ejemplo, impedir que en las farmacias se expendan muchos art¨ªculos de higiene o alimentos diet¨¦ticos o infantiles (incluso juguetes o boquillas para fumadores) que no precisan control farmac¨¦utico. O, sencillamente, aplicar el derecho superior de la econom¨ªa libre de mercado: que cualquier poseedor de un t¨ªtulo de farmacia pueda instalar su botica donde quiera, acabando con el autoproteccionismo monopolista de los ya instalados, y con las distancias obligatorias.
Todo ello sin contar con la urgente potenciaci¨®n de los servicios de farmacia en hospitales y centros de la Seguridad Social, que, adem¨¢s, evitar¨ªa la proliferaci¨®n de medicamentos.
Pero los farmac¨¦uticos madrile?os piden el rigor de la ley o doscientas pesetas sobre una aspirina despachada a la hora del almuerzo o despu¨¦s de las ocho de la noche. Su apuesta es fuerte: pueden colapsar los servicios de urgencia de la Seguridad Social, y los enfermos que habiten pueblos de la provincia donde no exista dispensario de urgencia pueden morirse antes de lograr su receta de urgencia si lo que precisan es un vasolidatador y no un simple valium. Es una apuesta insolidaria que dif¨ªcilmente comprender¨¢n unos ciudadanos que ven c¨®mo cada d¨ªa quiebran comercios de todo tipo, pero no saben de farmacia alguna que haya cerrado por ser un mal negocio.
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